El metanol verde reclama su lugar en la ruta de la descarbonización

La tecnología para aliar este producto químico con las renovables ya está desarrollada, pero su coste aún es elevado

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Los antiguos egipcios ya lo utilizaban, junto a otras sustancias, para el embalsamamiento de los faraones. Hoy el metanol es un producto químico muy versátil con multitud de aplicaciones en nuestra vida diaria: se usa como anticongelante, disolvente, resina, en plásticos, pinturas, materiales de construcción, hasta en cosméticos, textiles y en la producción de combustibles sintéticos. Alimenta coches y camiones, embarcaciones marinas, calderas y hornos... Ahora un reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía Renovable (Irena en sus siglas en inglés) y el Methanol Institute ha puesto en valor el metanol renovable para lograr una Europa descarbonizada en 2050. «Podría expandirse su uso —reza en el documento— como materia prima química y combustible mientras los sectores industriales y de transporte» caminan hacia un futuro neutro en carbono.

Pero antes hay un gran obstáculo que salvar. Hasta ahora el metanol convencional se obtiene sobre todo de gas de síntesis, procedente de gas natural, es decir a partir de un combustible fósil, los grandes enemigos para llegar a una economía libre de emisiones. Según Irena, la producción casi se ha duplicado en la última década a nivel mundial, llegando a cien millones de toneladas anuales, que podrían aumentar a 500 millones en 2050. Sin embargo, la apuesta es generar metanol a partir de fuentes renovables , algo actualmente anecdótico pues menos de 200.000 toneladas anuales se obtienen por rutas verdes. Aunque la tecnología ya está desarrollada, requiere un elevado coste y todavía no es competitiva frente al metanol convencional, otros biocombustibles y la electricidad, como advierte el informe de Irena. No obstante, diversas empresas ya están desarrollando con éxito proyectos piloto de metanol renovable demostrando que los procesos funcionan, aunque hace falta un fuerte impulso para su escalada comercial. «Con las políticas adecuadas, el metanol renovable podría ser competitivo en costes para 2050, o antes», estima Irena.

Las rutas verdes

El metanol renovable se puede obtener por dos caminos. Capturando CO2 del aire o de una central de biomasa (residuos agrícolas, forestales, sólidos urbanos, aguas residuales...) y combinándolo con hidrógeno verde. Este se obtiene a través de un proceso denominado electrólisis del agua: mediante una corriente eléctrica se rompe la molécula H2O y se separa el oxígeno del hidrógeno. Es totalmente sostenible y no contaminante, es decir con cero emisiones, si esa electricidad proviene de fuentes renovables (eólica y fotovoltaica). Así se consigue biometanol verde.

Se generan 100 millones de toneladas de metanol convencional y solo 200.000 renovable

Otra ruta es lograr un metanol bajo en carbono. Se trata de capturar el CO2 de origen fósil (de cementeras, acereras, plantas de ciclo combinado...) y combinarlo también con hidrógeno verde. En este caso hay que puntualizar, como hace la doctora Susana Pérez Gil, investigadora senior del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico Tecnalia: «El metanol —explica— presenta un inconveniente: cuando se utiliza genera CO2 ya que tiene carbono en su composición. Pero se puede hacer que el balance del CO2 del metanol sea neutro capturando el CO2 de la industria y combinándolo con hidrógeno verde».

Desde luego, son tecnologías muy innovadoras pero también muy, muy caras. «La inversión en una planta de captura de CO2 e hidrógeno verde es casi un 50% mayor que la de una planta con un proceso convencional y tiene un consumo de electricidad 80 veces superior porque se necesita mucha energía para fabricar hidrógeno verde por electrolisis», detalla el profesor Vicente J. Cortés, presidente de Inerco, consultora para el desarrollo industrial sostenible. Además esta tecnología todavía no alcanza la producción convencional. Una planta estándar de metanol de origen fósil genera 1,2 millones de toneladas al año. «Se necesitarían muchos electrolizadores para crear hidrógeno verde y conseguir la misma producción de metanol renovable. La planta de Islandia que fue la pionera en 2012 en fabricar este combustible obtiene 4.000 toneladas al año», asegura Cortés.

Proyectos avanzados

Los proyectos pilotos más avanzados de metanol bajo en emisiones pueden fabricar una tonelada al día. Es el caso del Proyecto MefCO2, financiado por la Comisión Europea en el marco del programa H2020, que demostró la viabilidad económica de una planta instalada en Alemania que fabricó metanol renovable a partir de la captura de CO2 combinado con hidrógeno verde. En el proyecto participaba un consorcio de empresas liderado por i-deals, la división de transición energética de la consultora Everis.

La planta se ha replicado en Suecia. En esta ocasión el proyecto FReSME, como así se denomina, obtiene metanol bajo en carbono producido a partir de los gases de una central de altos hornos. «La producción de acero genera grandes cantidades de CO2 e hidrógeno. De esta forma valorizamos esos gases, a los que podemos añadir más hidrógeno verde. La tecnología desarrollada es altamente escalable y puede implantarse en acerías existentes, mientras que la venta de metanol ofrece un argumento comercial más atractivo para los productores de acero», apunta David Cuesta, director de i-deals. El metanol resultante se probó con éxito, como principal combustible, en el buque Stena Germanica que conecta Gotemburgo (Suecia) con Kiel (Alemania).

Irena estima que en 2050, o antes, el metanol renovable puede ser competitivo en costes

También está el proyecto Triskelion, de la empresa española Forestal del Atlántico, que opta a fondos europeos a través del programa Innovation Fund. El objetivo es construir una planta para fabricar metanol renovable a partir de hidrógeno verde y de la captura de CO2 de una planta de cogeneración existente. Iberdrola y Foresa también están estudiando un plan similar en Galicia, en este caso a partir de la captura de CO2 procedente de la combustión de biomasa. El metanol resultante será utilizado por Foresa en sus procesos químicos, sustituyendo al metanol importado que usa hoy día para la fabricación de colas y resinas para madera. Por su parte, Tecnalia junto a un consorcio de empresas participa en el proyecto LOW CO2 para producir metanol renovable.

Simulación de la planta GIDARA 3-D Model, que Técnicas Ruinads está diseñando para constuir en Ámsterdam

Por una u otra ruta se están decantando diferentes empresas con proyectos piloto. Técnicas Reunidas es otro ejemplo. Diseña una planta de biometanol en Amsterdam para la empresa Global Industrial Dymamics (GID) a partir de la gasificación de residuos de madera no reciclables y combustible sólido recuperado. El biometanol resultante se mezclará después con gasolina. «Utilizamos residuos orgánicos domésticos, comerciales, las basuras de nuestras casas, y residuos de valor añadido como telas, cartones y plásticos. Estas materias primas generan un gas sintético y a través de distintos procesos industriales puede derivar en metanol. El reto es que esta planta tenga la materia prima asegurada a largo plazo, que el biometanol puede competir con el metanol convencional y que la planta se pueda instalar en otros países europeos», señala Joaquín Pérez de Ayala, director de Desarrollo Corporativo de Técnicas Reunidas.

Interés creciente

Desde luego, el metanol renovable está despertando mucho interés. Es un combustible emergente, además de una materia prima con muchas posibilidades para la industria petroquímica . «Es un líquido que se almacena muy bien, es fácil de manipular, de transportar en un camión cisterna», matiza el profesor Cortés. «En la medida que se incrementen los usos del metanol renovable —continua—, la demanda crecerá. Para que sea competitivo necesitamos que baje el precio de la electricidad y que los electrolizadores (para obtener hidrógeno verde) sean más eficientes y con menor coste».

Se mira hacia este combustible sobre todo para satisfacer la demanda del transporte pesado. «Para trenes o barcos ofrece la posibilidad de usarse directamente o almacenarse en tanques que alimenten pilas de combustible», añade Cortés. La industria naviera es una de las que le hace guiños. «El metanol neutro en carbono es un magnífico candidato para la descarbonización del transporte marítimo. Se puede usar en motores de propulsión interna o como fuente de alimentación para pilas de combustible dando así una gran versatilidad en función de las necesidades de cada armador, siendo un combustible apto para navegación costera o transoceánica», asegura Jorge Dahl, Business Development Manager de DNV GL.

Ante este escenario, el metanol verde bien puede ser uno de los inesperados combustible del futuro.

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