Vuelta al «Made in USA» y rebaja de impuestos, las medidas económicas que Trump aplicará en EE.UU.
El ganador de las elecciones aseguró durante la campaña que llevaría a cabo «la mayor revolución fiscal» desde Ronald Reagan
El próximo desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca augura un giro de 180 grados en la política económica de Estados Unidos. El candidato republicano se ha ganado a la denostada clase media americana -enarbolando el ejemplo de la profunda crisis de Detroit- con sus promesas populistas sobre una revitalización del empleo local , la supresión de la deuda y la vuelta a un feroz proteccionismo.
Así y a pesar de la mejora del empleo con una tasa del 4,9% lograda por Barack Obama, Trump ha seducido a millones de estadounidenses por el bolsillo. La salida de la crisis y la recuperación económica no han calado por igual en todos los ciudadanos del país. En plena campaña, aseguró que si ganaba las elecciones acometería «la mayor revolución fiscal» desde Ronald Reagan. En este sentido, los impuestos podrían quedar reducidos en tres tramos desde los siete actuales (12%, 25% y 33%) y se eliminará el de Sucesiones.
El triunfo de Trump también podría suponer el fin de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TTIP) con Europa . El magnate tiene intención de renegociar y cancelar diferentes pactos comerciales si considera que no se pliegan a los intereses estadounidenses. Por ello, están en riesgo el NAFTA Estados Unidos con Canadá y México) y el Acuerdo TransPacífico, al que le quedaba por pasar el último trámite del Congreso.
Aranceles frente a China y México
Las Bolsas asiáticas también temblaban al cierre de la jornada ante la amenaza de Trump de aplicar un arancel del 45% sobre los productos procedentes de China. También se desplomaba el peso mexicano por las promesas de imponer una tasa del 35% a las importaciones originarias de México. En base a todas sus proclamas lanzadas durante la campaña, el proteccionismo será el centro de su «credo» económico. Trump quiere revitalizar la industria estadounidense de forma que la mayoría de los productos recuperen la etiqueta del «Made in the USA» y a través de la inversión en infraestructuras con un plan que ascendería a 500.000 millones de dólares. «Coches estadounidenses viajarán en nuestras carreteras, aviones estadounidenses conectarán nuestras ciudades y barcos estadounidenses patrullarán nuestros mares. El acero estadounidense levantará nuevos rascacielos», afirmó el republicano en un discurso pronunciado el pasado agosto.
Tampoco conviene olvidar que en numerosas ocasiones, Trump ha criticado a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, y la ha acusado de seguir las órdenes de Barack Obama a la hora de retrasar la subida de los tipos de interés. Las medidas de Trump podrían propiciar un dólar a la baja, un extremo que el magnate ha defendido por el impulso que supondría a las exportaciones. Además, la previsible subida de tipos intensificará el flujo de capitales hacia E.UU. y depreciará los tipos de cambio en las economías emergentes, según pronostican los expertos.
Pero Trump no solo se ha granjeado enemistades entre las autoridades económicas oficiales, los líderes de Silicom Valley firmaron una carta conjunta el pasado verano para denunciar que las propuestas del republicano iban en contra del libre intercambio de ideas y del movimiento de personas, unas medidas «críticas para la economía estadounidense».
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