¡Es el turismo, estúpidos!
La ecuación es fácil, si uno deja de ingresar no podrá hacer frente a los gastos. Recortemos pues aquellos de bajo valor añadido, ¿la excedencia de Ministerios? Por ejemplo, por esos faltos de funciones que opinan de cortijos ajenos. Todo sea por el turismo y por España
Estacional, precario y de bajo valor añadido. Así es al parecer el sector turístico español para el «sabelotodo» del ministro de Consumo, Alberto Garzón, que hacía tan inapropiada como inexacta apreciación esta misma semana, en un momento bastante más delicado y distinto que cuando su «compañero» de Gobierno, José Luis Ábalos, decía hace ya dos meses que se trataba de una actividad que había que sacrificar . Entonces, tal declaración tenía su sentido. Se acababa de declarar como pandemia al Covid-19 y las decisiones más inmediatas pasaban por ir cerrando fronteras en todo el mundo para evitar el pase de ciudadanos de un país a otro con el peligro de su correspondiente y lógica expansión vírica.
Hoy, deberíamos estar hablando de intentar reabrirlas cuanto antes, bajo las medidas de seguridad sanitarias más estrictas y adecuadas, sí, pero con el objetivo de evitar que uno de los mayores motores económicos del país –el mayor– se pare, y que España se quede atrás respecto a sus vecinos o competidores que ya vuelven a tener planes de apertura y de actividad turística. Si tiramos piedras sobre nuestro propio tejado, perderemos el tren de la recuperación .
España vive hoy del turismo, y, de hecho, en gran parte, gracias a él salimos a trompicones de la anterior gran crisis. ¿Se puede mejorar mucho del sector?... sin duda. Como todo en la vida. Sobre todo en aspectos laborales. Y hay que ponerse a ello en cuánto salgamos de esta. Pero de momento, no demonicemos lo que tenemos como valor competitivo constatado, dentro y fuera de nuestras fronteras, que aún no hemos cambiado de modelo productivo –ni tenemos las ideas claras al respecto– y veremos si no cómo salimos de esta.
Así pues, ¿por qué no dejar a la ministra de la cuestión hacer su trabajo?Con tanta interferencia de otros miembros del Gobierno en su «cortijo» ni avanza ella ni avanzamos como país los demás. Y no solo hablo de Garzón. También del mando único del Gobierno, el ministro de Sanidad, Salvador Illa , que parece tener especial interés en torpedearla constantemente con sus decisiones (esta semana con lo de la prohibición de la rebajas, por ejemplo, al margen de la ampliación de cierre de fronteras, que telita). O la acaparadora de grandes empresarios, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que cortocircuita toda relación de Maroto con aquellos siempre que se le enciende la luz.
Al final, lo único que consiguen entre todos es entorpecer las decisiones por venir y las conversaciones entre la ministra de Turismo –también de Industria y Comercio, ojo, que el problema es extensible– con los empresarios del sector que, en su mayoría, dicen tener muy buena relación y entendimiento con ella. «Al menos es educada y está siempre abierta a escuchar problemas y potenciales soluciones», coinciden.
Y es que, no lo olviden, Turismo y España van indiscutiblemente de la mano. El turismo receptor –no solo interno, que también– es un factor clave para la economía de España, que ocupa la segunda posición en el mundo y en Europa en número de turistas internacionales. El sector es el que más riqueza aporta a la economía española, con un total de 176.000 millones de euros anuales que representan el 14,6% del PIB, además de dar empleo a 2,8 millones de personas –¡suculentos ingresos para las arcas públicas vía cotizaciones e impuestos!–. Además, España cerró 2019 con un récord de llegada de turistas extranjeros de 83,7 millones que hicieron un gasto total de 92.337 millones... ¡más madera para el país!
Entonces, ¿apostamos por el turismo para intentar torear las consecuencias de esta crisis lo mejor que podamos o lo denigramos por su «bajo valor añadido»? Porque el futuro es desesperanzador. Según cifras de la última proyección que maneja el Consejo Mundial de Turismo y Viajes, la crisis del coronavirus en España podría hacer caer unos 375.000 empleos por el fuerte descenso de la actividad, ya muy mermada por la multitud de ERTE en marcha, lo que se traduce en un descenso brutal de ingresos para el Estado.
La ecuación es fácil, si uno deja de ingresar para hacer frente a los gastos, hay que recortar los gastos porque no hay actividad para que haya más ingresos. Así que empecemos por recortar aquellos que ya se antojan de bajo valor añadido hasta políticamente hablando. Porque la decisión del Pedro Sánchez de contar con cuatro vicepresidencias y 18 Ministerios (con el consiguiente chorreo de cargos y asesores que cuelgan de cada uno de ellos)está suponiendo un gasto público desproporcionado a lo que ingresamos, al menos unos 77.451 millones de euros.
Cabe imaginar pues que esa «short list» de empresarios pata negra con los que se chatea y telefonea Pablo Iglesias , esa «gauche divine» del Ibex, ya le habrán alertado de que no está bien eso de boicotear el turismo. Seguro que ese comité de sabios del Vistalegre 35 ya le han explicado que con las cosas de comer no se juega. Que no se hacen trastadas con lo más sagrado. ¿O no? Claro que... igual están más preocupados de otro valor añadido, el del IVA que planea sobre los sueldos nada precarios de un grupo que apenas intuye que detrás del patriotismo fiscal de Iglesias y sus huestes solo hay una cosa: el asalto al cielo de sus compañías. Una cuestión puramente «estacional», que diría el líder de la coalición morada y sus chicos. Y luego, una temporada ya en el infierno. Todo sea por el turismo y por España.