De dividendos y ejecutivos cuchara de corteza de pan
El Gobierno Sánchez está con los cambios. De momento, en lo público. En lo privado, está por ver. Una incertidumbre que está gestando ejecutivos de grandes empresas temerosos de que les crujan. Muy importante: primar los intereses de sus accionistas por encima de todo
Se complican las cosas para el feliz devenir de las grandes empresas españolas. Ya más en el corto que en el largo plazo. O se actúa ya, o no funcionará la estrategia de futuro. Los resultados empiezan a no ser los deseados –ni los más adecuados– y se acaban las ideas. Los accionistas son la prioridad –siempre debieran serlo en cualquier caso–, y la fuente se agota. Para males mayores, la economía no acompaña. Ni dentro, ni fuera, y los políticos con ideas que ayuden, tampoco. Todo lo contrario. Proliferan los malos pensamientos, y en lugar de remar en la misma dirección, cada cual va a lo suyo.
Ya no vale saber de lo que uno gestiona. Solo vale ser de la cuerda del jefe del Ejecutivo en turno. Pagos por los servicios prestados... si bien mejor no generalizar. Aunque tengo más que dudas en uno de los casos que se mediotapó en su momento, a finales de 2019. Entonces, Renfe Mercancías incluía en su Consejo de Administración a un amigo personal del ministro de Transportes, José Luis Ábalos , Koldo García Izaguirre , un exvigilante y escolta sin experiencia previa ni formación en la materia ferroviaria. Rezaremos porque sea el peor de los ejemplos que veamos...
Sea como fuere, el goteo sí será incesante de ahora en adelante. Ley de vida en este país. Esta última semana, dos aterrizajes en sendas compañías adscritas a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), cuyo principal accionista es el Estado. Primero, la salida de Fernado Garea , despedido fulminantemente como presidente de la Agencia EFE por desaveniencias con varios miembros del Gobierno Sánchez . Muchos, al parecer, se lo esperaban. Elegido por unanimidad parlamentaria se le presuponía, por tanto, independiente, si bien ha pecado de creer que «una agencia pública de noticias no es una agencia de noticias del Gobierno, ni siquiera una agencia oficial», algo con lo que ciertamente no comulga el actual inquilino de La Moncloa. Y, dos, el pasado viernes, con la llegada de la nueva presidenta de Red Eléctrica, la exministra de Vivienda con el entonces presidente Rodríguez Zapatero , Beatriz Corredor , que por su currículum debe de saber de energía lo que yo de ballet.
En próximos días, más movimientos. Los elegidos (elegidas, que de momento, son mayoría), los aplicados y los cero rebeldes. Por ahora, eso sí, en el entorno público, pero no pierdan de vista el privado, que ya lo vengo reiterando, la puerta de entrada está en las fisuras de la buena reputación, que sufren desde hace meses muchas en el seno de las empresas más selectivas de este país. Hasta como quien dice ayer mismo, todas agazapadas, para no dar motivos al asalto indirecto al sillón, ya sea presidencial, sea en puestos directivos de alto rango o en el mismo consejo. Una incertidumbre que sin duda está gestando una generación de ejecutivos que para el Gobierno Sánchez son como cuchara de corteza de pan. Ejecutivos de grandes empresas temerosos de que les crujan. Pero no quiero señalar, prefiero aún fiarme de la mayoría.
Pero cuidadito con este Gobierno social-comunista que como decían nuestros abuelos «en este mundo te haces de miel, y te comen por los pies»... Eso sí, todos ellos tienen que apostar por enseñar el colmillo y por defender a muerte los intereses de sus accionistas. Deben muchos superar la época de relativa simplicidad orgánica si quieren ser capaces de gestionar con éxito la creciente complejidad de la forma en que se relacionan con sus distintos grupos de interés, y que tan decisivamente influyen en la percepción de cada compañía y en la valoración bursátil del negocio. No hay razones para suponer que no se pueda hacer frente a los nuevos desafíos, siempre y cuando apuesten por una arquitectura organizativa renovada y mucho más eficaz.
En ello están las más importantes, con resultados dispares, Santander, BBVA, Telefónica, Repsol, Iberdrola ... Porque ese cuento de la apuesta a largo plazo ya no cuela, a alguien que se está desangrando no le puedes pedir que confíe en que dentro de unos años va a ir bien. Si prometes seguir remunerando a los tuyos, el recorrido se acorta. No cabe más endeudamiento para seguir pagando dividendos, y se vislumbra en el horizonte más cercano la apuesta masiva por el «scrip dividend», la posibilidad de cobrar el dividendo en acciones en vez de en capital. Lo malo es que estas cada vez valen menos. Estamos ante la teoría de la mantita corta, si te arropas por arriba, se te quedan los pies al descubierto.
A ver cuánto aguantan sin bajar los eternos dividendos. O, lo dicho, convertirlos todos en «scrip dividend». De ahí la importancia de la reputación y de tener una comunicación estratégica de primer orden, para lanzar al mercado los mensajes correctos y jugar el partido a largo plazo en lugar de a corto, que solo fatiga las articulaciones.
Traigo a colación a Telefónica, que esta semana no solo ha presentado unos resultados que provocaron la estampida del pequeño inversor –con un 66% de beneficios menos que hace un año– sino que ponía el foco en la nueva unidad de estrategia y desarrollo corporativo en manos de Eduardo Navarro . Quizás ahora sí. sea el momento de alejar el fantasma de la cuchara de corteza de pan en las tripas de la ejecutiva de la operadora. No en vano, su presidente, José Mª Álvarez-Pallete dobló ya el Cabo de Hornos de su mandato, pero para la temida singladura de navegar con su propia Telefónica , necesita estructuras más complejas y eficaces para lograr el ansiado «long-term value», tanto como rodearse de los mejores, de un equipo –su equipo– que piense por adelantado para acertar el rumbo. Si lo consigue, será un ejemplo a seguir.