Colau pone a bailar al elefante

Cómo evitar tal suerte era casi de manual. Una llamada a Moncloa, y favor por favor

REUTERS
María Jesús Pérez

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Si te empeñas, lo consigues. Algo que sin duda debió de pensar la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau , cuando se encontró de golpe y porrazo con las nefastas consecuencias que pudiera tener para la ciudad -y, por extensión, para España, aunque a ella esto le tiene sin cuidado-, la cancelación del mayor foro tecnológico del mundo , el Mobile World Congress (MWC), en principio, por una alarma global por el coronavirus y por el dedo acusador de Donald Trump para que no se hiciera la mínima concesión al enemigo chino, en la guerra comercial de carácter tecnológico entre Estados Unidos y China.

Pero el temor real de Colau venía más bien por la probable avalancha de acciones legales contra la organización -la GSMA- de las empresas que se han quedado sin el evento, por daños y perjuicios. Compensaciones en defensa cada cual de sus accionistas. Al final, un compendio de inconvenientes que podría acelerar a su vez que la propia organización busque otro emplazamiento en próximas ediciones.

Cómo evitar tal suerte era casi de manual. Una llamada a Moncloa, y favor por favor. Porque si no, cómo explicar, por ejemplo, el cambio de discurso de Telefónica , que de pedir que fuera la patronal quien decidiese qué hacer, ha dado un paso al frente y ayer mismo el propio presidente, Álvarez-Pallete, anunciaba que mejor no hacer reclamación alguna. En paralelo, el presidente de Telefónica agradeció el esfuerzo realizado por todas las administraciones públicas, desde el ayuntamiento de Barcelona hasta el Gobierno de España, para evitar esa suspensión y para asegurar la seguridad del evento.

La interpretación entre bambalinas desde luego no deja en muy buen lugar al presidente de la operadora porque da a entender que el Gobierno la utiliza como punta de lanza para frenar a la desesperada la oleada de indemnizaciones que se avecinan contra el Mobile. Cierto o no, ahí queda.

La alcaldesa, que no hace ni dos días decía que Barcelona debe tener orgullo y amor propio porque es una gran ciudad que no depende solo de un bienvenido Mister Marshall , hoy toca retreta y pone a bailar al elefante. Y los accionistas, pues que aguanten el tirón porque es lo que toca. En la actualidad, todo se gobierna como un rancho.

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