Economía regional
El mapa de la innovación en España: escasa y mal repartida
Las regiones menos innovadoras son también las más rezagadas en competitividad económica. País Vasco y Madrid lideran el ranking. Extremadura, a la cola. La brecha regional se enquista

Innovación y prosperidad económica van de la mano, y España da fe de ello en su mapa autonómico. Nuestro país anda rezagado en esfuerzo innovador y, además, está territorialmente mal repartido. La brecha entre territorios persiste desde hace décadas. Y esa realidad acaba trasladándose ... a indicadores especialmente tangibles como el PIB, la renta per cápita o la atracción de inversiones.
En el concierto europeo, España sigue lejos de la cabeza en innovación. Y, en perspectiva nacional, la distancia es enorme entre unas y otras regiones. Llueve sobre mojado. Sectorialmente, según el INE, la industria es la que más invierte en innovación. El 47% del gasto en innovación se concentra en el sector industrial , pese a que este tejido empresarial representa el 26% del PIB español. Por eso, las economías regionales en las que más pesa la industria destacan, también, en el grupo de las autonomías más innovadoras.
El Consejo General de Economistas lo ha puesto en evidencia en su «Informe de la competitividad regional en España 2020» . En él se evalúa la economía de cada comunidad autónoma a través del denominado Índice de Competitividad Regional (ICREG), que este organismo calcula a partir de siete ejes: entorno económico, mercado de trabajo, capital humano, entorno institucional y social, infraestructuras básicas, tejido y eficiencia empresarial, e innovación tecnológica.

El estudio deja claro que todas esas variables están interrelacionadas. Innovación, dinamismo y fortaleza económica van de la mano. Por ejemplo, este informe del Consejo General de Economistas constata que el País Vasco y Madrid son las comunidades más innovadoras . Y refleja que también son las dos economías más dinámicas de España, lo que se refleja igualmente en la fortaleza de su mercado laboral. En innovación, les siguen las economías de Navarra, Cataluña y Aragón. En el extremo opuesto aparecen -por este orden- Extremadura, Andalucía, Canarias, Baleares y Castilla-La Mancha , que son las cinco economías menos dinámicas y figuran también en el furgón de cola de la innovación.
Igualmente notoria es la correlación entre innovación y productividad. De nuevo las autonomías que destacan por su esfuerzo innovador lo hacen también en el ranking de la productividad, que está liderado por el País Vasco, Madrid y Navarra. Extremadura y Andalucía están a la cola. «El mayor esfuerzo innovador redunda en una mayor eficiencia en el uso de los factores productivos», explica el informe del Consejo General de Economistas.
Lejos de la media UE
Según este estudio, España está muy lejos del objetivo que se ha marcado la UE para 2030: que el esfuerzo innovador alcance el 3% del PIB. En el conjunto de la UE-28 está actualmente en el 2,13%, pero en España no pasó en 2019 del 1,25%. Y la pandemia del Covid no ayuda precisamente a mejorar el dato. España va rezagada, apenas alcanza actualmente el 60% del promedio europeo en innovación. Y si se desciende a la realidad autonómica el panorama es mucho más complicado.
Once de las 17 comunidades no llegan ni siquiera a un gasto en innovación del 1% de su PIB . Baleares fue la que menos dedica invirtió en innovación en proporción a su PIB, un 0,40% en 2019. En Canarias fue el 0,47%, en Castilla-La Mancha se quedaron en el 0,59% y Extremadura se anotó un 0,67%. En el extremo opuesto, ni siquiera las más aventajadas llegaron al promedio europeo. El País Vasco, que fue la que más gastó en innovación en 2019, alcanzó un 1,97% de su PIB, así que se quedó un par de décimas por debajo de la media de la UE. En Madrid el gasto en innovación fue del 1,71% del PIB, del 1,67% en Navarra y del 1,52% en Cataluña.
Retos persistentes
Demostrada la relación entre prosperidad económica e innovación, surge la duda de qué va primero. ¿La innovación conduce a la fortaleza económica, o es la potencia de una economía lo que la hace más innovadora? Los expertos indican que se dan las dos circunstancias. «Se produce un proceso de retroalimentación», explica a ABC José Carlos Sánchez , profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia y director del «Informe de la Competitividad Regional de España 2020» , elaborado por el Consejo General de Economistas. «Obviamente, la innovación contribuye a tener más renta per cápita, un aparato productivo más moderno, más productividad y, en definitiva, mayor competitividad. Pero también es cierto que el hecho de que una región sea más competitiva le facilita tener una mayor capacidad innovadora, que el capital humano que atrae sea más cualificado, que sea más permeable a las nuevas tecnologías...».
Es decir, existe un círculo virtuoso innovación-competitividad . Pero Juan Carlos Sánchez advierte que los territorios menos innovadores también tienen más riesgo de caer en un círculo vicioso : escasa innovación, menor dinamismo económico.
En cualquier caso, este experto afirma que, más allá de ese marco general, existen casos concretos que también marcan la excepción. Es el caso de economías que, pese a ser poco innovadoras, consiguen buenas posiciones en ciertos indicadores de desarrollo, como el de renta per cápita. La razón radica en sus estructuras productivas. Un ejemplo es Baleares, que registra una alta renta per cápita, pese a ser la tercera por la cola en innovación. Esto se explica por la singularidad de su tejido económico, con un fuerte peso del turismo y asentado en «sectores productivos menos proclives a la innovación, incluso porque, en cierto modo, la innovación no les resulta tan decisiva o tan necesaria a esos sectores».
A la vista del ranking regional, queda de manifiesto que la posición que ocupan unos y otros, los más y los menos aventajados, está enquistada desde hace décadas. Es cierto que todas progresan, pero la distancia entre ellas se mantiene. ¿Cómo reducir esa persistente brecha entre autonomías? «No es una tarea sencilla, es una carrera de muy largo plazo porque esas posiciones vienen de muy atrás, podríamos decir que de los años 50 del siglo pasado» , afirma Juan Carlos Sánchez. Y, además, no todo está en manos de la política económica, sino que también influyen factores inmutables como la mejor o pero posición geográfica, o fenómenos como la recesión o el despegue demográficos.
Huir del cortoplacismo
Ahora bien, eso no significa que la convergencia entre las economías regionales sea imposible. Y mucho menos que haya que renunciar a luchar por ella, destaca este experto. Pero, ¿cómo conseguirlo? «Con políticas públicas que no solo estén pensadas a corto plazo sino también a medio y a largo», afirma el economista Patricio Rosas, coordinador del «Informe de la Competitividad Regional» que elabora el Consejo General de Economistas.
«Las políticas del medio y largo plazo son fundamentales para la economía de los territorios» , insiste. Y son imprescindibles, por ejemplo, para planificar y afrontar grandes infraestructuras de transporte, de comunicaciones o tecnológicas, e incluso las estrategias como las formativas, que entran de lleno en el plano de la innovación.
Patricio Rosas insiste en planificar con la mirada a largo plazo y hacerlo, también, con una exhaustiva evaluación de las grandes inversiones en infraestructuras, que se analicen los rendimientos a obtener, que eso permita establecer un índice objetivo de prioridades y que, después, se evalúen los resultados obtenidos. Todo ello para optimizar la eficiencia de la inversión pública y sacar el máximo partido a la inversión en grandes infraestructuras, que actúan como palanca innovadora en favor de la competitividad económica de un territorio.
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