La mancha del crudo es alargada
En el último año se han multiplicado los anuncios de reajustes en varias petroleras, a lo largo y ancho del planeta. Un 2015 con ajustes en todo lo ajustable
¡Más dura será la subida!... dicen ya, paradójicamente, algunos eruditos del mercado en cuestión a pesar de que parece que un crudo tendente a tener un precio aún menor, además de ser posible, es un «problemón». Recordar que en lo que va de año el barril de Brent (de referencia en Europa) acumula un descenso del 21%, mientras que en los últimos 18 meses, cuando comenzó el desplome del precio del petróleo, ha caído un 74%. ¡Ahí es nada! En cualquier caso, para entender las razones de los temores al rebote posterior esperado (¿deseado?) de los precios del crudo habría que empezar por el principio, lógico, como todo. Y es que estos «entendidos» gustan buscar las raíces del desplome del precio en la teoría de la oferta y la demanda, lo que explica que, por ejemplo, la producción interna de Estados Unidos -de los más nuevos en el sector- casi se haya duplicado en los últimos seis años, empujando a los exportadores del petróleo hacia los mercados asiáticos y obligándolos a competir y a bajar los precios. En cualquier caso, en líneas generales, de una parte, todos los países que han de importar hidrocarburos para satisfacer su demanda interna -como es el caso de España- se benefician lógicamente de un petróleo barato, ya que sus facturas energéticas se están reduciendo, lo que supone un alivio para sus gobiernos y sus « cuentas ». Y, de otra parte, los países productores -especialmente Rusia, Venezuela, México, Brasil, Nigeria y Angola- están al borde la asfixia, si bien es algo que no ocurre con otros también netamente productores, como los del Golfo Pérsico, Noruega y EE.UU., que sí pueden permitirse precios bajos. Entonces, ya está... ¡Equilicuá!
Así, en principio, con un petróleo hoy ya en mínimos de doce años -el tipo Brent cayó el viernes cerca de un 7% en el mercado de Londres y cerró a 28,94 dólares, mientras que el tipo Texas, de referencia en EE.UU., acabó en 29,42 dólares tras bajar otro 5,7%- unos ven muchas ventajas y otros ven, claro, más desventajas. Entre los primeros, los bolsillos de los consumidores del mundo, los de «a pie de calle», ya que con precios a la baja en el «oro negro» podemos disfrutar, por ejemplo, de recortes también en los de la gasolina, calefacción o del gas natural . Entre los segundos, las propias empresas del sector, las petroleras, que ven cómo sus ingresos no hacen más que ajustarse a la baja, lo que redunda a su vez en recortes de gastos, menos inversión, menos empleos (¡ojo! que en poco más de año y medio el conjunto del sector podría haber eliminado ya cerca de 275.000 empleos) y venta de activos no estratégicos que reviertan ganancias que equilibren los balances.
No en vano, en el último año se han multiplicado los anuncios de reajustes en varias petroleras, a lo largo y ancho del planeta. Un 2015 con ajustes en todo lo ajustable. Pero ante la situación, tanto del desplome de precios del petróleo como de la economía mundial -en especial, de la crisis en China, segundo mayor importador de crudo del mundo-, han tenido que volver a «reajustar» planes, con continuos retoques de previsiones de beneficios, ingresos y, para no variar, empleos ( en forma de despidos ). Así, la británica BP, que ya ajustó plantilla el año pasado, anunciaba estos días otros 4.000 despidos más y, pocos días después, que vendía el 5% que aún tenía en CLH, un pequeñísimo soplo de aire para hacer caja. También la brasileña Petrobras se veía obligada a reducir un 25% las inversiones que tenía previstas hasta 2019, desde los 130.000 millones de dólares hasta los 98.000 millones de dólares, que tendrá sus consecuencias, como siempre, en plantilla. La angloholandesa Royal Dutch Shell también se vio «obligada» al filo del cierre pasado a anunciar el recorte de 2.800 empleos, el 3% de la plantilla del grupo, y Chevron, la segunda petrolera de Estados Unidos, a recortar plantilla en 7.000 empleados... Así, suma y sigue.. .
Y... ¿en España? Repsol tampoco es ajena a los recortes. Ni de precios, ni de plantilla, ni de inversiones... Pero tampoco se libra de tener que reajustar planes. Aquellos que hicieran públicos el pasado 15 de octubre, en boca de su consejero delegado, Josu Jon Imaz, cuando expuso las líneas maestras del futuro de la petrolera española. En esencia, el plan consistía en realizar un gran ajuste en costes, inversión y activos para tener 20.000 millones de liquidez hasta 2020 con la que pagar deuda y retribuir a los accionistas, entre ellos La Caixa y Sacyr. De momento, como ejemplo, cerca de 3.000 millones en euros por desinversiones. Moco de pavo no es.
Una hoja de ruta para afrontar, en los próximos cinco años, la fuerte caída de precios del petróleo y adaptar el grupo a esta nueva realidad. Planteaba entonces dos escenarios: uno muy malo, de 50 dólares por barril de Brent (el precio por entonces «actual»), y otro más positivo, de subida escalonada, desde los 65 dólares/barril en 2016 hasta 91,8 dólares/barril en 2020 . ¿Entonces? Pues... «blanco y en botella» lo que podría cambiar de ahora en adelante.
Ya se oye que tendrá, lógicamente, que ajustar más. Más esfuerzos y más deberes. Más ahorro de costes, más reducción en inversiones (ventas, o no, pero «sin volvernos locos»), seguir reduciendo deuda... ¿Ventas de estaciones de servicio propias? Algunos dicen que sí, los más, me consta, dicen que «no» rotundo, y en la propia Repsol..., sinceramente «no lo ven». En épocas de crisis, otrora, dicen que han sido su salvación, «¿ por qué en esta ocasión no lo van a ser ?». Además, la gran mayoría, aunque son marca Repsol, no son de su propiedad. El mercado valoraría más su exposición, por ejemplo, en Gas Natural, ya que son dos compañías completamente diferentes (descartemos pues la « dichosa » y rumoreada fusión entre ambas) si bien tampoco se desprendería de toda su participación. El tiempo dirá... No más allá de 2016.