Malas perspectivas

«España se encamina hacia una nueva recesión o, al menos, fase de estancamiento tanto si no se hace nada como si se aplican las recetas económicas del tándem PSOE-Podemos»

Jaime García

María Gómez Agustín

En medio de un escenario político no ya líquido… sino gaseoso, la Comisión Europea advierte a España de los graves desequilibrios macroeconómicos que acumula, de la urgente necesidad de abordarlos y, por ende, del riesgo de no hacerlo. Con un binomio déficit-deuda muy alto, una posición financiera neta internacional negativa, un elevado volumen de desempleo y un estancamiento de la productividad, la economía nacional necesita un programa de estabilización fiscal-presupuestaria y de reformas estructurales que ni está ni se le espera . Estamos jugando con fuego y haciendo equilibrismos en un alambre que cada vez está más alto.

Por su parte, el Banco de España ha publicado esta semana el Informe del cuarto trimestre sobre la situación del país en el que calcula que el crecimiento del PIB para el año 2019 será el 2 por 100, cuatro décimas menos que el año anterior… y considera que la economía española necesita un Gobierno estable que adopte las medidas necesarias para corregir el déficit estructural, para incrementar la productividad y la capacidad de creación de empleo.

El programa económico de un hipotético gabinete PSOE-Podemos con apoyo nacional-independentista sólo contribuiría a acentuar la pendiente desaceleradora por la que se desliza la economía española para colocarse en los umbrales de una recesión a finales de 2020 o en el primer trimestre de 2021. Ni las familias ni las empresas ni los mercados conceden confianza y credibilidad alguna a la política económica dibujada por una izquierda que es inédita en Europa y eso se refleja no ya en la caída de los indicadores de actividad sino en los de expectativas que presentan el peor resultado desde 2012.

Quienes esperan que Europa nos salve deberían ser más cautos. La situación política en la UE es de una extraordinaria complejidad y la autoridad de la Comisión es escasa. Resulta difícil creer que con el Brexit , la indisciplina italiana y la débil coyuntura económica europea, nadie se atreva a llevar las críticas a la política económica española más allá de severas advertencias. En paralelo, la disposición del BCE a comprar bonos de los países con problemas resta cualquier incentivo a la ortodoxia macro y microeconómica. España es «too big to fail», lo que le permite al Gobierno ir por la senda de la irresponsabilidad.

Todos los organismos públicos y privados, nacionales e internacionales sugieren una desaceleración mucho más intensa de la que preveían hace unos meses, pero creo que aún subestiman la intensidad de la caída. Los modelos de previsión de la evolución económica española adolecen de un deficiente tratamiento de las expectativas, lo que los ha llevado de manera crónica a infravalorar la intensidad de los ciclos de auge y de los de descenso del PIB. Ahora sucede lo mismo. España se encamina hacia una nueva recesión o, al menos, fase de estancamiento tanto si no se hace nada como si se aplican las recetas económicas del tándem PSOE-Podemos.

El drama es que la terapia para una economía como la española es clara y evidente. Reducción del gasto público para recortar el déficit; liberalización agresiva de los mercados para dotarlos de flexibilidad y una rebaja impositiva que restaure los incentivos al trabajo, al ahorro y a la inversión. Esto es lo que hay que hacer, pero la combinación de fuerzas políticas lo hace impensable. Estamos inmersos en un clima de irresponsabilidad que ni siquiera es cortoplacista, sino suicida. Pero, sobre todo, estamos en un contexto en el que los planteamientos económicos de la izquierda son incompatibles con la realidad presente y futura.

En este contexto no hay demasiados elementos, por no decir ninguno para ser optimista. Hay que estar preparados para abordar un escenario socio-económico muy delicado y, sin duda, negativo en el que la economía española puede verse inmersa en un ciclo bajista de alta intensidad sin haber digerido las consecuencias del anterior. Vienen malos tiempos.

María Gómez Agustín es directora general de Freemarket Corporate Intelligence

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