Ciudad Abierta
Madrid, pasado y futuro
El autor explica cómo las lecciones aprendidas en el Madrid del siglo XIX nos enseñan a construir el Madrid del siglo XXI
El siglo XIX trajo consigo una profunda renovación y transformación de la ciudad de Madrid. La población aumentaba de forma exponencial. Comenzó entonces una etapa urbana que situaría finalmente a Madrid como ciudad moderna. Su urbanismo se sumerge de lleno en una de las más brillantes etapas de la creación de ciudad habidas en España y Europa.
No perdamos de vista, con la que tenemos encima, que en el siglo XIX se produjeron, también, graves crisis epidémicas y hambrunas derivadas, sobre todo, de la gran crisis agraria que desde 1810 empuja a la población rural a la ciudad. Las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, como pasaba en el resto de Europa, se convierten en destino de esas crisis, en multiplicadoras y propagadoras de las consecuencias de las pandemias. Ahí tenemos los grabados de Goya enseñándonos el encarnizamiento físico y espiritual provocado por aquellos desastres. Pero ya en aquel siglo XIX se demuestra que la solución solo podía encontrarse en las propias ciudades. Estas han sido, desde siempre, receptoras y propagadoras de algo mucho más fuerte que cualquier enfermedad: las ideas, el pensamiento humano, el talento para crear. De las grandes ciudades han partido siempre las soluciones a l os grandes problemas. Han superado adversidades, guerras, pandemias. Y siempre han salido reforzadas. Defiendo que gran parte de su éxito radica en su identidad histórica y en la identificación de sus valores con los del estado al que pertenecen. Pero esa es harina de un costal que otro día abriremos.
Volviendo a Madrid, su población no paraba de crecer. Los datos de empadronamiento de la época arrojan cifras de foráneos que casi duplican a las de madrileños censados. En 1888 y frente a los 198.945 madrileños censados, se registraban 272.307 pobladores provenientes de otras provincias. Se buscan soluciones para acomodar tal flujo y atajar al mismo tiempo la propagación de enfermedades. Las sucesivas desamortizaciones liberales de los bienes de la Iglesia del XIX, abren un mundo de posibilidades y comienzan los debates entre los defensores de una reestructuración urbana, dando un nuevo uso a plazas, conventos, obras pías, palacios desamortizados y aquellos que vieron el momento propicio para proceder a la generación de nueva ciudad, al ensanche de la existente. Las ideas de unos y otros procuran generar un tejido urbano que, entre otras virtudes, sirviera para luchar contra la propagación de enfermedades, procurando a los nuevos pobladores, que incrementaban el tejido productivo y la fuerza laboral de la capital, la mejora en su calidad de vida.
«Las grandes ciudades han superado adversidades, guerras y pandemias. Y siempre han salido reforzadas»
Aparecen grandes urbanistas, pensadores de ciudad, Mesonero Romanos, Fernández de los Ríos, Castro, y por encima de todos ellos, siempre según la humilde opinión de quien escribe, Arturo Soria y su Ciudad Lineal. Comienza la creación de nuevas calles, plazas, jardines urbanos, espacios verdes. Se piensa en la movilidad y en el uso de las calles para el esponjamiento de la trama urbana. Se construyen edificios administrativos, se rehabilitan otros para destinarlos a nuevos equipamientos como hospitales y colegios.
El resultado, un Madrid moderno, una ciudad más eficaz, a la altura de las capitales europeas más importantes y preparado para afrontar, con éxito, un convulso siglo XX.
Es precisamente en ese resultado donde debemos buscar la conclusión. El Madrid del siglo XIX debe enseñarnos como construir el Madrid del siglo XXI. El sistema urbanístico español, a pesar de su éxito y de sus muchas bondades, es un sistema obsoleto. Muere de éxito y después de un largo y fructífero período. Pero muere. Debemos ser capaces de atender a las necesidades de las ciudades de hoy con la generación de fórmulas que se basen en las ciudades a las que aspiramos para mañana. Así como en los dos últimos lustros se ha venido hablando de urbanismo sostenible, quedando unidos ambos conceptos en uno, debemos incorporar ahora otra característica más al acerbo nominal del urbanismo: la resiliencia. Su capacidad de asumir y responder de manera flexible a las situaciones límite que va planteando la evolución de la ciudad, sobreponiéndose a ellas y adaptándose de manera natural, sin trauma.
Es el momento de la gestión estratégica urbana. De superar la ortodoxia del planeamiento general y de generar estrategias que sean capaces de aunar y conjugar las necesidades económicas y materiales con la realidad espacial. Disponemos hoy de herramientas y de tecnología suficientes para afrontar el reto de trascender disciplinas y buscar soluciones transversales que redunden en una idea y en un proyecto global y unitario -no uniforme- de ciudad.
«Disponemos hoy de herramientas y de tecnología suficientes para afrontar el reto de trascender disciplinas y buscar soluciones transversales»
La pandemia del Covid-19 está siendo demoledora, brutal. Sitúa al hombre y a nuestras ciudades frente a todos sus defectos e ineficiencias. Igual que hicimos en otras épocas, tenemos la obligación de sobreponernos y triunfar. El margen de mejora es grande. Madrid ha comenzado a moverse ya en esa línea de éxito. Ha sabido adaptarse y gestionar. Ha procurado el consenso de los políticos para buscar soluciones de recuperación. Sus gestores han trabajado duro durante la difícil etapa del confinamiento. Sus responsables han continuado trabajando en la mejora de la ciudad y ahí están las aprobaciones de instrumentos urbanísticos que marcan, sin duda, nuestro inmediato futuro. Entre ellas, por todo lo que supone para la ciudad, por lo que supone de aportar valor y generar riqueza, Madrid Nuevo Norte, como ejemplo de actuación de regeneración y rehabilitación urbanas, o el Parque Central de Valdebebas, como ejemplo de generación de zonas verdes y urbanismo sostenible.
Mucho por hacer. Afrontémoslo con compromiso e ilusión. Me permito acabar hoy haciendo paráfrasis del discurso de don Arturo Soria sobre su Ciudad Lineal: Lo realizaremos lentamente, pero lo realizaremos, si la montaña de dificultades que para ello es preciso vencer, ha de ser deshecha grano a grano, con la perseverancia, con la fe y con el entusiasmo de que debemos estar animados urbanistas, gestores, políticos y sociedad civil.