Luca de Meo: los retos en Renault del expatrón de Seat

Dirigirá desde julio un fabricante seis veces mayor, participado por el Estado galo y alejado de su socio, Nissan, desde la detención de Carlos Ghosn

Luca de Meo ABC
Unai Mezcua

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El martes era un gran día para Seat. La marca española, con sede en Martorell (Barcelona), desvelaba la cuarta generación de su buque insignia, el León. Sobre el escenario, sin embargo, faltaba una persona: el «padre» de la criatura, Luca de Meo. Mientras, a mil kilómetros al norte, en Boulogne-Billancourt, al suroeste de París, el consejo de administración de Renault rubricaba el fichaje del italiano como nuevo consejero delegado . Una vez solucionados los flecos de su contrato en Volkswagen, tomará, a partir de julio, las riendas de un fabricante mucho mayor, pero que no pasa por su mejor momento.

Desde que en octubre anunciara una rebaja en sus previsiones de ingresos y de su margen operativo (lo que se denomina «profit warning») la cotización de Renault ha caído un 36% ; y se ha desplomado un 65% desde sus máximos de 2018. Mientras tanto, sus ventas cayeron en 2019 un 3,4%, hasta 3.753.723 unidades. Una situación que ha hecho que su consejo, con el presidente, Jean-Dominique Senard, en cabeza, se echara en brazos de De Meo, al que avalan tanto su trayectoria, de 30 años en el sector , como las cifras conseguidas por Seat.

«De Meo es un gran estratega y un visionario», alabó Senard en el comunicado en el que oficializó su nombramiento, previsible desde que, el 7 de enero, el italiano diera un paso atrás en Seat. Ambas cualidades le serán muy necesarias en su nuevo hogar, donde «deberá afrontar el reto de permanecer competitivo en costes mientras desarrolla la gama eléctrica y nuevas capacidades, manteniendo su posicionamiento en el mercado», valora Cristóbal Colón, analista de Roland Berger. «Lo ha hecho con Seat, por lo que debería estar preparado, pero el entorno ahora es mucho más disruptivo, ágil y cambiante», cree el experto, que advierte: «Quizás las estrategias del pasado no sirvan».

Durante sus cuatro años al frente de Seat las ventas se incrementaron un 44%. Supo aprovechar los cimientos puestos por su antecesor, Jürgen Stackmann –que apostó por lanzar una gama de todocamino o SUV, muy deseados y más rentables–, y la amplió con nuevas propuestas, como el Arona, o el Tarraco. También materializó la escisión de Cupra como submarca de alta gama (con modelos de mayor beneficio y muy demandados en mercados como Alemania o Reino Unido) e impulsó iniciativas de movilidad y tecnología, como la filial XMoba y el laboratorio tecnológico Metropolis:LAB, que han dotado a Seat de perfil propio en Volkswagen. Sin embargo, el fichaje de Marcus Duessman, ex BMW, como futuro presidente de Audi, le hizo ver que no tenía margen para crecer dentro del grupo.

Gestión y política

Afable, cercano y de buen trato –coinciden los sindicatos y los directivos–, De Meo tendrá que hacer uso de todas sus habilidades para manejar su nueva casa. Además de gestionar deberá hacer política, puesto que el 15% del accionariado está en manos del Estado francés. Su ventaja, además de hablar francés fluido –junto a otros cuatro idiomas– es que conoce los entresijos de una compañía en la que inició su andadura profesional en 1992, hace 28 años, antes de pasar por Toyota y Fiat. Lo que no le será tan sencillo es volver a recomponer lazos con Nissan, y más cuando la detención y posterior huida del antaño presidente de ambas, Carlos Ghosn, aún colea.

Renault posee un 43% de las acciones de la japonesa, un fabricante mucho mayor, a raíz de que Ghosn la salvara de la quiebra, en 1999. A cambio, en Yokohama solo tienen un 15% de los franceses, sin derecho a votar en su junta de accionistas. Por ello, muchos vieron en la investigación que desembocó, en noviembre de 2018, con la detención de Ghosn , como un intento de desligarse del control francés. Un control materializado desde hace veinte años en una Alianza a la que en 2016 se unió también Mitsubishi, rescatada también por Ghosn a través de Nissan.

Trabajo conjunto

Tras informar el «Financial Times» de que Nissan buscaba cómo abandonar la Alianza, el jueves los jefes de Renault, Nissan y Mitsubishi sellaron un acuerdo para estrechar lazos e implementar un nuevo sistema de trabajo conjunto. Sin embargo, el mal desempeño de Nissan –su beneficio se ha hundido un 95%– puede suponer el primer gran quebradero de cabeza de la nueva directiva, según alerta la casa de análisis Evercore ISI. Al reducirse el dividendo que percibe Renault, puede secar sus inversiones en electrificación y nuevas tecnologías en un momento de transición en el sector.

Con Ghosn primero encarcelado y después huido , su sustituto en Renault, Thierry Bolloré, forzado a dimitir en octubre; y su heredero en Nissan, Hiroto Saikawa, también dimitido por las salpicaduras del escándalo; la Alianza se ha tensado y debilitado, hasta tal punto de que muchos analistas la dan por rota. El propio Ghosn la define como «una sombra de lo que fue». Solo alguien con el carisma y determinación que en su día mostró podría relanzarla. Ese alguien bien podría ser De Meo, cuyo acuerdo con Renault, se rumorea, incluiría hacerse con el control de la Alianza en el plazo de dos años. Sería entonces el tercer hombre más importante del automóvil mundial, muy cerca de su hasta ahora jefe, Herber Diess, y de Akio Toyoda, CEO de Toyota.

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