López Obrador sella el «annus horribilis» de la economía mexicana
El PIB del país cayó una décima en 2019, entre los recelos de inversores y empresas respecto a la política económica de AMLO
El 2019 ha sido un mal año para la economía de México. Y es que, en el primer ejercicio del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador , el PIB cayó un 0,1% comparado con 2018, una ligera contracción que refleja la primera bajada que registra el país desde 2009, cuando se desplomó un 5% debido de la crisis financiera surgida a finales de 2007.
El dato está muy por debajo de la meta del 4% anual prometida por López Obrador –conocido también por sus siglas AMLO– durante su gobierno, que termina en 2024 sin posibilidad de reelección. Debido a que la contracción estuvo muy alejada de sus objetivos, el presidente se defendió haciendo uso de la ambigüedad que tanto le caracteriza y prefirió desdeñar el dato al sugerir que un aumento del PIB no significa desarrollo. «Hay bienestar, puede ser que no se tenga crecimiento, pero hay desarrollo», dijo en rueda de prensa. En México viven unas 52,4 millones de personas en situación de pobreza, lo que representa el 41,9% de la población.
Y es que la incertidumbre que rezuma la voluble personalidad de López Obrador ha sido uno de los factores que ha repercutido en la desaceleración económica , según Jorge Sánchez Tello , economista de la Fundación de Estudios Financieros (Fundef). «El primer año de un nuevo presidente en México suele ralentizar la economía por la incertidumbre, pero en el caso de Obrador fue más pronunciado porque es un cambio radical», dice, al tiempo que añade que algunas medidas tomadas por el presidente han descolocado a los inversores. Una de las primeras medidas que tomó fue cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México –construido al 30%– tras celebrar una consulta en la que participó solo un 1.8% de la población. Se trataba de una mega obra de unos 12.000 millones de euros.
También forzó a tres empresas a renegociar unos acuerdos para el desarrollo y operación de unos gaseoductos, o ha generado dudas sobre la continuidad de los beneficios que incluía un tipo de contrato que otorgaba el Gobierno para el desarrollo de energías renovables que aseguraban unas condiciones muy buenas para el sector. Estos acuerdos se llaman certificados de energía limpia y surgieron en diciembre de 2013 bajo el anterior Gobierno de Enrique Peña Nieto . A su vez puso freno a la reforma energética de Peña Nieto, un mecanismo que permitió por primera vez en casi 80 años que la empresa privada pudiera extraer hidrocarburos. Entonces se dieron unos cien contratos con el objetivo de impulsar la producción de la empresa estatal Pemex , que ha pasado de extraer 3 millones de barriles diarios en 2004 a 1,6 millones en 2019.
«Hay un cambio ideológico en el gobierno, pero se necesita un plan que dé seguridad a la inversión o la incertidumbre seguirá», añade Sánchez Tello, quien además de los factores internos identifica algunos externos como los causantes de la leve recesión que experimentó México.
En primer lugar, no fue hasta finales de 2019 cuando México, Estados Unidos y Canadá firmaron el nuevo acuerdo de libre comercio de América del Norte . El nuevo tratado, conocido como T-MEC en español y Usmca en inglés, sustituirá al Nafta y ha sido negociado desde 2017 en medio de toda la incertidumbre que ha generado la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Dependencia de EE.UU.
Cerca del 80% de las exportaciones mexicanas tienen EE.UU. como destino, motivo por el que las conversaciones sobre el T-MEC han ralentizado sobre todo las inversiones en bienes de capital. Pero, también, el territorio se ha visto en cierta manera afectado por la ligera ralentización de la economía estadounidense , que creció al 2,3% en 2019 comparado con el 2,9% de 2018. Y cuando Estados Unidos se resfría, México se constipa.
De cara a 2020, el FMI estima que México repuntará y su economía crecerá un 1%. Por su parte, el Banco Mundial prevé un crecimiento del 1,2% . Sánchez Tello cree que en el mejor de los casos podría llegarse a una subida del 1.5%, pero para eso es necesario que el Gobierno de AMLO dé certidumbre con medidas similares al plan nacional de infraestructuras que lanzó en 2019, un programa que prevé una inversión de 42.000 millones de dólares durante los próximos años para desarrollar varias obras por todo el país.
Sin embargo, el mayor reto es Pemex . Con 1,6 millones de barriles diarios, la producción de la petrolera está a niveles de 1979 y sus planes de negocio no han logrado convencer a los mercados. En este contexto, es probable que alguna de las tres agencias de calificación –Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch– reduzcan la nota de la deuda de Pemex del actual «grado de inversión» a «bono basura», lo que supondría una bomba para la economía de México, ya que dispararía sus costes de financiación y la petrolera es una de las principales fuentes de ingresos del Gobierno.
«Si Pemex pierde el grado de inversión sería el inicio de una profunda crisis», dice el economista. Una manera de revertir esa situación, en su opinión, sería volver a abrir el mercado para que las empresas privadas puedan invertir para aumentar la producción de hidrocarburos sin necesidad de que Pemex tenga que incurrir en nuevos gastos. «2020 puede ser un año de oportunidad, pero para ello AMLO tiene que realizar cambios estructurales», concluye.
Noticias relacionadas