ESPECIAL ENERGÍA
La llave de la transición energética verde está bajo tierra
El suelo español esconde minerales claves en la producción de energías limpias. Establecer una hoja de ruta para su explotacíón con criterios de sostenibilidad allanaría el camino hacia la descarbonización
Disprosio, itrio, lantano, plata, neodimio, oro, terbio, cerio, praseodimio... Esto no es un repaso a la tabla periódica. Cuarzo, casiterita, monacita, bauxita, calcopirita… Tampoco un examen de minerales. Son solo algunos de los componentes de algo que con toda seguridad tendrá cerca mientras lee este reportaje: su teléfono móvil.
Las materias primas minerales forman parte de productos tecnológicos cotidiano s y resultan claves en la era digital, pero también para lograr una transición energética verde: las tierras raras como el neodimio y el disprosio se utilizan en los imanes de las turbinas eólicas y se calcula que solo para las baterías de los coches eléctricos y el almacenamiento de energía, Europa necesitará hasta dieciocho veces más litio en 2030, y hasta sesenta veces más en 2050.
A primeros de este mes, la Comisión Europea presentaba un Plan de Acción sobre materias primas fundamentales para evitar la dependencia de terceros y asegurar una transición económica ecológica. La lista contiene treinta materias primas que considera críticas, y en la que por primera vez se ha incluido al litio, esencial para el cambio a la electromovilidad. Y no es de extrañar porque el objetivo fijado para 2050 es que en Europa circulen 900 millones de vehículos eléctricos. Maroš Šefcovic, vicepresidente de Relaciones Interinstitucionales y Prospectiva, dejaba claro que «no podemos permitir que nuestra actual dependencia de los combustibles fósiles se sustituya por una dependencia de las materias primas fundamentales» y Thierry Breton, comisario de Mercado Interior, se mostraba rotundo: «Ciertas materias primas son esenciales para que Europa lidere la transición ecológica y digital y siga siendo el continente líder en industria en el mundo. No podemos permitirnos depender completamente de terceros países y, por lo que se refiere a algunas tierras raras, incluso de un solo país», en clara alusión a China, que controla el 97% del mercado de tierras raras. Y abogaba por desarrollar la propia capacidad de la UE para la extracción, el tratamiento, el reciclado, el refinado y la separación de tierras raras para «incrementar nuestra resiliencia y sostenibilidad», alentando a los países europeos a que «incluyan inversiones en materias primas fundamentales en sus planes de recuperación nacionales».
Una iniciativa celebrada por la asociación Primigea -que agrupa a las industrias del sector representadas por Confedem y Cominroc- que lleva tiempo reclamando al Gobierno una Estrategia Española de las Industrias de Materias Primas Minerales Sostenibles, «moderna y avanzada medioambientalmente, que nos permita ponernos a la cabeza de la lucha contra el cambio climático y la descarbonización de la economía», señala Vicente Gutiérrez Peinador, secretario general del Primigea, quien adelanta que se están dando los primeros pasos y que —tras reuniones con la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen; de Medio Ambiente, Hugo Morán y Raúl Blanco de Industria— se está ya elaborando una «Hoja de Ruta».
Pérdida de inversión
Un paso decisivo porque España esconde bajo su suelo un millonario tesoro en forma de mineral que, bien por razones políticas o sociales, no está siendo explotado. «Nuestro país puede estar perdiendo cerca de 7.000 millones en inversión privada y cerca de 30.000 empleos por tener guardados en un cajón proyectos mineros. La crisis del coronavirus nos ha demostrado que no podemos depender de otros países, y sin las rocas y minerales europeos no se logrará detener el cambio climático ni alcanzar la transición energética», insiste Gutiérrez, quien además destaca los beneficios que estas explotaciones pueden tener para la España vaciada porque en ellas se encuentran, según el Instituto Geológico Minero, el 80% de estos minerales. Todo indica que en el norte se almacena cobalto, estaño, tántalo, oro; en Castilla-La Mancha hay tierras raras, wolframio y estaño, o en los fondos marinos de Galicia o Canarias y entre Badajoz y Zamora se localiza el segundo yacimiento de litio más grande de Europa.
Falta de investigación
Y podrían ser muchos más porque uno de los mayores escollos para localizarlos es la falta de investigación, denuncia Rafael Salgueiro, socio director de Idemina, consultora especializada en el sector, y profesor de Empresa en la Universidad de Sevilla. Este experto señala que sería deseable que «desde el Ministerio de Industria en colaboración con las Comunidades Autónomas se financiara una amplia campaña de exploración para identificar los posibles yacimientos, como paso previo a la investigación que habrían de realizar las empresas interesadas».
España está perdiendo cerca de 7.000 millones en inversión privada y unos 30.000 empleos por tener paralizados proyectos mineros
Respecto a los escollos que encuentran los proyectos de extracción, puntualiza que «la técnica minera ha progresado enormemente en estas décadas y aunque la sociedad tiene la sensación de que las empresas se aprovechan de su riqueza extrayendo el material, impactando en el entorno y dejándolo destrozado, no es cierto». Además, tiene claro que la oposición de los grupos ecologistas se debe más a «malas intenciones que a desinformación, porque el sector apuesta por una minería sostenible avalada por sólidos y rigurosos estudios de impacto ambiental». Y recalca que «no aprovechar nuestros propios yacimientos es una actitud suicida. La transición ecológica tiene unos costes inmensos que no pueden traducirse solo en menores emisiones de CO2 y hay que tener en cuenta las ventajas económicas y sociales que tiene la explotación de estos minerales que hoy resultan esenciales. En estos momentos es una irresponsabilidad desperdiciar la generación de un solo empleo», deja claro.
Tanto Gutiérrez como Salgueiro reconocen que para explotar una mina se necesita una gran inversión y correr muchos riesgos. Algo de lo que puede dar buena cuenta Enrique Burkhalter, director de proyectos de Quantum Minería, empresa que ha visto paralizado su proyecto de extracción de tierras raras (en concreto monacita) en Matamulas (Ciudad Real), debido a la oposición ecologista. Un proyecto que contempla la sencilla extracción a pie de campo y el rellenado de la zona con el material sobrante.
«¿Qué vamos a poder fabricar si dependemos de las materias primas de China?», pregunta Burkhalter, quien destaca la gran oportunidad que supondría para nuestro país no sólo exportar minerales, sino el desarrollo de una industria de fabricación. Además, llama la atención sobre el hecho de que en España se paralicen proyectos sostenibles y se mantiene una hipocresía social que permite que estas materias primas provengan de explotaciones de terceros países donde no hay respeto a los derechos humanos, al medio ambiente, a la seguridad ni a la salud», sentencia.
Imprescindibles
Formadas por 17 elementos, las conocidas como tierras raras presentan unas excelentes propiedades para conducir la electricidad y su magnetismo, motivo por el que se han convertido en indispensables para las tecnologías verdes como motores de coches híbridos y eléctricos, cuyas baterías necesitan también del litio, del níquel y del cobalto. Las turbinas eólicas generan electricidad mediante un imán de gran potencia para cuya elaboración resulta esencial el neodimio. En cuanto a otros materiales críticos, desde Primigea se estima que de aquí a 2030 España necesitará, para poder cumplir con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), cerca de 1.600 toneladas de wolframio, 800.000 de cobre, 42.000 de níquel o 54.000 de manganeso, así como 4.000 de cobalto o 130.000 de litio (metal). Además, señalan que España es una potencia en la producción de cobre y wolframio, y existen indicios suficientes para considerar de máximo interés la exploración de los recursos de litio y cobalto-níquel, sin olvidar las tierras raras, el grafito y el vanadio.
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