ESPECIAL GRANDES EMPRESAS

La era del liderazgo empresarial con propósito

La ola de solidaridad desatada durante la pandemia ha servido para ratificar la importancia de implementar el impacto social en la estrategia de las organizaciones

B. GONZÁLEZ

La estrategia de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) está ganando un mayor protagonismo en las grandes empresas. No se trata de algo nuevo, llevan años trabajando en este concepto, pero sí asistimos a una mayor intensidad de los temas que permiten a las compañías implementar cambios positivos en la sociedad. «Las empresas de éxito son las que hacen coincidir sus intereses con los de la sociedad. Y eso significa una única estrategia, más social», indica Ana Sainz, directora general de la Fundación SERES. «La sociedad necesita ver la aportación de las empresas. Es una de las cuestiones más importantes, dar visibilidad. Hay empresas que se lo plantean porque es algo necesario, da legitimidad social y necesitan ser reconocidas», puntualiza Roberto Ballester, profesor de CMI Business School, experto en ética empresarial, RSC y emprendimiento social. 

Cambio de modelo

Una estrategia de RSC en esencia propone «modificar el modelo de gestión de las empresas, no sólo la parte macroeconómica sino también el impacto medioambiental y social», añade el docente. Pero además de ese cambio de gestión cambia también el modelo de la empresa, «cuál es su propósito» y es precisamente este aspecto el que se ha visto más intensificado por la pandemia, «las empresas se preguntan más para qué existen». El mundo de la RSC se ha ido profesionalizando y dada la complejidad de la gestión de estos ámbitos hay más demanda. «La formación en RSC es relevante y está empezando a ser transversal en las empresas. En las distintas escuelas de negocios se están formando a sus alumnos en esta materia, independientemente de que te vayas a dedicar a este campo. La empresa demanda más conocimiento sobre el tema», reflexiona el experto en la materia.    

Desde SERES reconocen que las compañías españolas han avanzado mucho en materia de RSC. «Han visto que para ser una empresa competitiva tienen que generar también impacto positivo social. El compromiso social de las compañías no depende del tamaño de las compañías sino de la voluntad para implementar el impacto social en la estrategia de las organizaciones», afirma su directora general. Reconoce que la gran empresa seguramente ha aportado en gran medida un liderazgo con propósito, indispensable en un mundo que ha cambiado completamente y que encara nuevos retos tras la pandemia. «Los cambios son oportunidades extraordinarias para las empresas para innovar y liderar con responsabilidad. Si pensamos en estas transformaciones estructurales que se prevén, es fácil adivinar que habrá también nuevos colectivos desfavorecidos que surgirán», señala Ana Sainz. A las empresas y la sociedad civil les toca trabajar juntos para responder a la crisis inmediata y desarrollar planes «para una recuperación, poner el foco en largo plazo sin descuidar el apoyo a las personas más vulnerables», puntualiza.  

Respuesta firma

La pandemia ha hecho más visible la ayuda que algunas grandes empresas ofrecieron a la sociedad en un momento tan difícil para el país. «Estamos viendo una respuesta firme, decidida y unánime del tejido empresarial en medio de la emergencia sanitaria y la crisis que estamos viviendo. Las empresas han dado un paso al frente y han querido trabajar en colaboración y ofrecer soluciones, o al menos contribuir a solventar problemas concretos derivados de esta crisis. Han demostrado que tenían como prioridad las personas», señala la directora general de SERES. Afirma que en España hemos podido ver un tejido empresarial comprometido, que quiere estar cerca de quienes más lo necesitan y pasar a la acción.  

Sin embargo, para Roberto Ballester todavía es pronto para saber si las acciones de las grandes empresas relacionadas con la crisis sanitaria van a cambiar la percepción que la sociedad tiene hacia estas compañías. «Más allá de las respuestas puntuales que hemos visto en esta crisis, la sociedad no tiene muy claro si las empresas ofrecen una respuesta que beneficie a todos. Pero es evidente que la sociedad vigila más el comportamiento de las compañías», puntualiza.

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