Una nueva industria para transformar España

«Si queremos mover el país hacia el lugar que pensamos que le corresponde, debemos movernos todos en la misma dirección»

Leopoldo Maestu

Dijo Víctor Hugo que todas las situaciones críticas tienen un relámpago que nos ciega o nos ilumina . Es posible que la urgencia y la incertidumbre en cierto modo nos cieguen, pero no deben hacernos perder la perspectiva. Si hoy afrontamos una situación inédita para nuestras generaciones, que nunca imaginamos que nos tocara vivir, cierto es también que nuestro país afronta desafíos trascendentales, antes, durante y después de la pandemia. Ahora, en pleno cambio de década, estamos ante una encrucijada decisiva . Es urgente superar la crisis sanitaria, levantar el ánimo y el pulso social, recuperar nuestra economía y nuestros empleos. Pero también es el momento, ahora o nunca, de tomar el impulso que necesitamos para movernos hacia la construcción de un país avanzado, una sociedad del conocimiento y una economía sostenible.

Reparemos en aquello que nos ilumina. Esta crisis nos ha abierto los ojos y nos ha hecho reparar en certezas que estaban ahí, pero que ahora se han hecho patentes. La necesidad de invertir en ciencia, de contar con un sistema sanitario eficaz y autosuficiente, el fundamental soporte de la tecnología o lo que podemos conseguir a través de la colaboración público-privada. Y ha puesto de manifiesto la importancia capital de una industria fuerte . En toda Europa, después de más de dos décadas de descentralización de la producción, nos hemos dado cuenta de que debemos recuperar el músculo industrial, aprovechando nuestras fibras más potentes –talento, mano de obra cualificada, tradición innovadora…– a fin de diferenciarnos y consolidar un modelo económico y social diferente, competitivo, pero a la vez, responsable.

En España no sólo no podemos ser ajenos, sino que tenemos aún más camino por recorrer. Desde el Gobierno a todos los actores económicos y sociales, debemos ser conscientes de que la industria es el sector más permeable a coyunturas económicas y el principal motor de creación de empleo estable y de calidad. Conseguir que llegue a pesar el 20% de nuestro PIB, como nos pide Europa y frente al 15% actual, se traduciría en la generación de 1,5 millones de empleos directos e indirectos, el 90% de ellos indefinidos y de alta cualificación. Pero además de incrementar el peso, debemos aprovechar también para modernizar nuestro tejido industrial , apostar por los sectores punteros y combinarlos con nuestras fortalezas regionales.

El resultado será fundar la industria 4.0 que España puede tener, que base su capacidad de producción en la innovación, la investigación y la tecnología. El 80% de la I+D privada que se hace en España proviene del sector industrial , de ahí la conveniencia de facilitar condiciones de entorno que incentiven las actividades productivas avanzadas y la innovación empresarial. Hablamos de colaboración público-privada , y corresponde a las empresas y a las instituciones trabajar de la mano y presentar proyectos conjuntos que generen valor, riqueza, empleo y conocimiento. Proyectos centrados fundamentalmente en la sostenibilidad y la digitalización. Que, por su fuerza tractora, empujarán a los demás sectores de nuestra economía y trasladarán su efecto a toda la sociedad.

Para hacerlo posible, necesitamos recursos económicos, pero también visión y determinación. A partir del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia , diseñado para aprovechar los fondos europeos que vamos a recibir, y de su reflejo en los Presupuestos Generales del Estado, debemos plasmar de forma tangible las buenas intenciones expuestas. Desde diferentes escenarios empresariales, económicos y sociales, se viene reclamando que ese ambicioso plan de transformación de nuestro país se lleve a cabo con la colaboración y la aportación de todos los actores implicados –empresas, instituciones, mundo científico y académico…– para convertirlo en un verdadero proyecto de país.

Por lo que respecta a las multinacionales que llevamos décadas de presencia, inversión y compromiso con España, aportamos nuestra visión global de los modelos que funcionan en el mundo, que, combinada con nuestro conocimiento sobre el terreno, nos convierte en los mejores embajadores de nuestro país. Sabemos lo que «España puede», si se lo propone. Bien canalizada y dirigida, reforzando nuestras capacidades industriales y nuestro sistema de I+D, esa ingente inversión pública será tractora de inversión empresarial. Y, en particular, de grandes proyectos de alcance mundial que nos sitúen a la altura de los países más modernos, las economías más sostenibles y las sociedades más vertebradas y con mejores índices de bienestar.

Lo fundamental, ahora, es convencernos de que este proyecto ilusionante nos une a todos. La industria, la innovación, la ciencia y la tecnología no entienden de partidos ni de ideologías. Si queremos mover España hacia el lugar que pensamos que le corresponde, debemos movernos todos en la misma dirección. Podremos decir entonces que esta crisis, que hoy nos ciega, también habrá servido para iluminarnos el camino al país que queremos ser.

Leopoldo Maestu es presidente de Alstom España y vicepresidente de la Fundación I+E

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