Lagarde mantendrá secuestrada a la prima de riesgo

El BCE amplía hoy el catálogo de sus herramientas

La presidenta del BDE, Christine Lagarde REUTERS

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El BCE ya ha adelantado que este jueves ampliará las ayudas en un contexto de recesión endurecido por la segunda ola de la pandemia y sin pudor ya en el traspaso de su estricto mandato, que se refiere exclusivamente a la inflación. Y sobre la mesa del consejo de gobierno del emisor europeo pondrá su presidenta todo un catálogo de posibles medidas, que va bastante más allá de las tan manoseadas compras de bonos y las consabidas líneas de liquidez. El economista jefe del BCE, Philip Lane, ha reconocido que llegará con informes acerca de otras líneas de acción. «No solo estamos viendo dos programas», ha dicho en la Cumbre de Perspectivas de Inversión Global de Reuters, donde añadió que «hay una amplia gama de políticas con respecto a las garantías, con respecto a los 'swaps' y 'repos', y un largo etcétera». Estas creativas posibilidades suponen vías de acción alternativas y ajenas a la presión del Bundesbank, incómodo con los pantagruélicos programas de compra de deuda y con la situación de estrechez a la que la política de tipos cero condena al sector bancario.

Lane, en la línea de Lagarde, defiende que el Programa de Compras de Emergencia para la Pandemia (PEPP) de 1,35 millones de euros y el servicio de liquidez bancaria de Operaciones de Refinanciación a Largo Plazo (TLTRO) han sido muy eficaces y que continuarán siendo la columna vertebral del conjunto de medidas de política monetaria, pero añade que el BCE también podría ayudar a los bancos aumentando el monto de sus reservas obligatorias exentas de tasa de depósito negativa, mientras que señala que un nuevo recorte de la tasa es poco probable.

No descarta cambios en el Programa de Compra de Activos, ya que «su flexibilidad es más adecuada al contexto de la pandemia. Si podemos mantener las condiciones de financiación donde están ahora, en un nivel bajo, eso contribuiría a la recuperación económica», sugiere, y minimiza la importancia de cuatro meses consecutivos de inflación a la baja, atribuyendo gran parte de la caída de los precios a la pérdida vital de la economía. «Una vez se recupere la actividad, los precios muy bajos en los sectores más afectados se revertirán relativamente», confía, aunque da por hecho que el despliegue efectivo de la vacuna llevará más de un trimestre y, por lo tanto, el año 2021 también se verá afectado.

La pandemia tendrá además, según el economista jefe del BCE, efectos estructurales duraderos , en sectores como el de la construcción, y una pérdida de vitalidad que tardará en recuperarse, por lo que el BCE debe pensar en medidas de acción sostenibles a medio y largo plazo. «Es tanta la gente que ha trabajado menos este año, que en términos de experiencia, de acumulación de habilidades, además de la pérdida de ingresos , jugará un papel muy negativo», augura, reforzando así las expectativas de los mercados, que cuentan con que el BCE aporte hoy una respuesta contundente, de al menos medio billón de euros en el PEPP y una prolongación desde junio de 2021 al menos hasta diciembre de ese años, además de nuevas rondas extraordinarias de liquidez para los bancos más allá de la última aprobada para marzo de 2021.

Lagarde tiene la intención de dejar claro que el BCE seguirá ahí, sosteniendo la economía euro y la financiación de los Estados miembros. Hasta ahora, las impresoras de billetes han estado echando humo y han sido consumidos unos 700.000 millones del total de 1,35 billones del PEPP y el balance del BCE está en los 7 billones de euros , el equivalente al 68% del PIB, duplicando la ratio de la Reserva Federal de EE.UU. Portugal, rescatado en 2011, ha visto ahora caer la rentabilidad de sus bonos a diez años a territorio negativo, como Irlanda. España se acerca a ese paisaje de cartón piedra de la deuda a largo plazo en negativo . Los bonos del Tesoro a diez años rinden solo un 0,017%, impensable, completamente artificial en el país de la OCDE con mayor caída de la economía este año, con un déficit público cercano al 15% del PIB y una deuda pública superior al 120%. Este estado artificial de la economía, mientras el Estado se sigue endeudando como si no hubiera un mañana, beneficia a los activos financieros, despierta el apetito por el riesgo de los inversores, que se adelantan a una recuperación lejos todavía de ser real, pero impide que los gobiernos del euro se atengan a un manejo razonable y efectivo de la crisis y hace caso omiso a las voces alemanas que repiten que las ayudas «deben prolongarse tanto como sea necesario y recortarse tan pronto como sea posible».

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