EL QUINTO EN DISCORDIA

Propensión al consumo

No sólo esta crisis ha hecho poca mella, sino que por lo mal que todos lo hemos pasado, queremos pasar página cuanto antes y recuperar el tiempo perdido

Gran Vía (Madrid) Guillermo Navarro
José Ramón Iturriaga

José Ramón Iturriaga

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La rápida recuperación de la propensión al consumo y a la inversión es lo que está detrás de la velocidad y la fortaleza de la recuperación. En ciclos anteriores, las crisis sobrevenían como consecuencia del descarrilamiento de la economía por los excesos previos a la misma. El mejor ejemplo sin duda los constituye la de 2008. Entonces el pinchazo de la burbuja inmobiliaria que llevaba cebándose unos cuantos años se llevó por delante el sistema financiero lo que a su vez degeneró en la crisis del euro que fue el broche final para lo que sin duda ha sido la mayor recesión de nuestra historia reciente. Un sobrecalentamiento de la economía sin precedentes apuntalado en tipos de interés europeos e inflaciones españolas cebó la madre de todas las burbujas inmobiliarias y su pinchazo tuvo las consecuencias que todos conocemos. En esas circunstancias, la propensión a consumir y a invertir tardó mucho tiempo en recuperarse. Hoy la confianza del consumidor no es que haya tardado mucho menos en reponerse, sino que se encuentra en máximos históricos.

Los «espíritus animales» que definió Keynes hace ya casi un siglo se han recuperado en tiempo récord porque lo que estamos viviendo ahora no tiene precedente. Al carácter exógeno de la crisis hay que sumar la fortísima respuesta de la política monetaria y fiscal. Además, y a diferencia de ciclos anteriores, los mercados de capitales están a pleno rendimiento y el papel de las emociones probablemente esté jugando a la contra. No sólo esta crisis ha hecho poca mella, sino que por lo mal que todos lo hemos pasado, queremos pasar página cuanto antes y recuperar el tiempo perdido.

Así las cosas, lo razonable sería que, si nada se tuerce, la economía vaya a mejor en lo que queda de año. Algunos seguirán rascándose la cabeza preguntándose porque esta vez es distinto. Y sencillamente lo es porque no tiene nada que ver. No hay que tratar de buscar tres pies al gato.

Empleo en Estados Unidos

Como cada primer viernes de mes, el viernes pasado conocimos las cifras de empleo en Estados Unidos. Los datos no tienen un pero. Durante el mes de julio se crearon prácticamente un millón de empleos y la tasa de desempleo se fue al 5,4%.

Más allá de lo extraordinario de los datos, las lecturas clave serian dos: la recuperación de la confianza sigue su curso con independencia de las nuevas olas y el mercado devuelve su atención al (mayor) crecimiento y su repercusión en la política monetaria. Son las dos caras de la misma moneda con las que el mercado lleva a vueltas desde hace año y medio: cuánto va a afectar la epidemia a la actividad económica y cuál va a ser la respuesta de los bancos centrales. La irrupción de la quinta ola había supuesto un paréntesis al patrón de recuperación de los mercados desde el pasado noviembre y, ahora, parece que se retoma tras comprobar que este último golpe de la pandemia no va a afectar a la economía como los anteriores.

Quizá lo que más sorprenda es que el mercado no haya sido capaz de anticipar esta circunstancia. En cierta medida, el mercado va a remolque de los acontecimientos y sólo pone en precio las cosas una vez que se topa con ellas. El último dato de empleo americano ha sido un baño de realidad que devuelve la discusión a cuándo los bancos centrales levantarán el pie del acelerador.

Los americanos van claramente por delante y serán los primeros en mover ficha. Comenzarán comprando menos deuda en el mercado para acabar subiendo los tipos en algún momento de 2023. Esto lógicamente tiene consecuencias muy importantes en el mercado. Lo primero es volver a la casilla en la que estábamos hace un par de meses. Bono americano al 1,70% y los sectores más cíclicos recuperando el liderazgo en la bolsa. Luego se irá viendo en función de cómo vayan siendo los datos de inflación y lo que se pueda inferir del comportamiento de los bancos centrales. Lo mejor es que para este primer movimiento jugamos con las cartas marcadas. Sin embargo, probablemente, serán menos los que lo aprovechen. Los sesgos cognitivos muchas veces no nos permiten aprovechar las oportunidades cuando se presentan.

La realidad es terca

Un tema recurrente en las conversaciones playeras de estos días es la velocidad de la recuperación económica. Los que argumentamos que esta crisis no se puede analizar con los mismos ojos que las anteriores somos los menos. Y ni que decir tiene que los que creemos que es bastante probable que la recuperación económica va a sorprender por su fortaleza y velocidad somos minoría. En cualquier caso, los datos de los últimos días sirven para reforzar nuestro argumentario.

Los próximos días cuando con los pies llenos de arena me vuelva a enfrentar con quien me reprocha mi optimismo, les podré recitar no ya los datos de empleo que son más difícil de interpretar y siempre dejan algo de margen para que se revuelvan los escépticos, sino los de ventas de casas o consumo de las últimas semanas que dejan poco margen de duda. Las ventas de casas del mes de junio marcan un nuevo récord mensual sólo superado en cuatro ocasiones desde 2008, ahí es nada. Este dato sorprende incluso a los más optimistas de la clase y, como ya hemos comentado en otras ocasiones, es un claro indicador de la naturaleza completamente distinta de este ciclo económico. Además también estos días hemos conocido la evolución del gasto con tarjeta de crédito en el mes de julio. Según los datos del BBVA en julio se ha gastado un 29% más que el mismo mes de 2019. Son números muy esperanzadores y el mejor síntoma de cómo de rápido se está recuperando la confianza económica una vez que la pandemia empieza a controlarse.

En cualquier caso no albergo mucha esperanza de ser capaz de convencer en las improvisadas tertulias al borde del mar. Los contrargumentos serán seguro de todo tipo. De los ataques ad hominem de «eres un optimista irreductible» a «a ver qué pasa cuándo se acaben las ayudas».

Ahora, subyace un poso político que sesga la mayoría de los análisis. En general mole sta que este Gobierno se pueda apuntar el tanto de la recuperación y puedan sobrevivir esta crisis. No sé lo que terminará pasando, pero lo que estas conversaciones veraniegas me demuestran es que algunos son más tercos que los datos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación