La oportunidad del hidrógeno verde en España

La electricidad generada a partir de renovables no gestionables necesita del hidrógeno para regular sus excedentes. Es un binomio ganador, y tenemos tecnología para aprovecharlo

José Ignacio Linares Hurtado

En la primera década del siglo XXI se despertó el interés por el empleo del hidrógeno como vector energético, dando lugar a lo que se denominó economía del hidrógeno . En el año 2003 la Unión Europea tenía una visión de hidrógeno producido a partir de gas natural con captura de CO2 (llamado hoy hidrógeno azul) y a partir de renovables, con usos en el sector residencial, en la generación eléctrica, con generación de calor y electricidad para la industria y con transporte ligero y pesado mediante pilas de combustible, todo ello con redes de hidrógeno interconectadas. Por las mismas fechas, George W. Bush anunciaba en el Discurso del Estado de la Unión que ese año nacía el primer americano que conduciría un coche de hidrógeno. Han pasado casi 18 años de aquello y aunque no se han cumplido todas las expectativas, el concepto se ha ido adaptando, habiendo encontrado hoy día una ventana de oportunidad interesante.

Durante la segunda década del siglo XXI el interés por los usos energéticos del hidrógeno se fue enfriando, sustituyéndolo por un despliegue masivo de renovables, principalmente eólica y solar fotovoltaica. El hidrógeno se seguía empleando masivamente como gas de proceso por la industria, obtenido mayoritariamente a partir de gas natural sin captura de CO2. Hasta hace poco, en España se consideraba la electrificación de la economía el único camino para alcanzar la descarbonización . Las energías renovables para generación eléctrica permitirían la generación de calor en los edificios a partir de bombas de calor y la movilidad mediante vehículos eléctricos con baterías. Había algunas voces, entre ellas la mía, que veían en el hidrógeno una oportunidad en la automoción por tener mayores autonomías que con baterías, y, sobre todo, por reducir los tiempos de repostaje a algo comparable a los combustibles tradicionales . Sin embargo, al menos en España, la estrategia de despliegue para el vehículo eléctrico con batería es muy clara, quedando bastante relegada la del vehículo eléctrico con pila de combustible.

Recientemente el Gobierno ha publicado la hoja de ruta del hidrógeno renovable , donde se establece un nuevo marco para el despliegue del hidrógeno, que le abre una ventana de oportunidad desde la que tener un buen posicionamiento. Así, el enfoque de esta hoja de ruta, compartido por las grandes eléctricas y por Europa, es emplear el hidrógeno como elemento de descarbonización, pero no como alternativa a la electricidad, sino complementario de la misma . Esto significa que las actividades de difícil electrificación, tales como industrias que requieren hidrógeno como gas de proceso o calor de alta temperatura y el transporte pesado, donde no se pueden alcanzar autonomías razonables con baterías, son el terreno de juego para emplear hidrógeno, que es producido precisamente a partir de los excedentes de las renovables que habían frenado su desarrollo. De este modo, s e produce una simbiosis perfecta entre electrificación a partir de renovables no gestionables y producción de hidrógeno verde para usos industriales y de transporte pesado , descarbonizando así la economía, sin perder de vista en el medio plazo la producción de combustibles sintéticos a partir de hidrógeno verde y CO2 capturado.

La tecnología de producción de hidrógeno por electrólisis a partir de excedentes eólicos y fotovoltaicos es perfectamente madura, y los precios bajarán debido a las grandes instalaciones que demandarán las altas tasas de penetración de renovables en el futuro cercano . El hidrógeno producido podrá ser «cargado» en la red de gas natural mezclándose con éste en ciertas proporciones (ya se hace actualmente), empleado directamente por la industria o empleado en transporte pesado. Se puede concluir que la electricidad generada a partir de renovables no gestionables necesita del hidrógeno para regular sus excedentes y suplir sus carencias para el usuario final . Sin duda, ha nacido un binomio ganador, y en España tenemos tecnología suficiente para aprovecharlo.

José Ignacio Linares Hurtado. Cátedra Rafael Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas de Comillas ICAI

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