El precio de la verdad
Producir un megavatio eléctrico con carbón es hoy 100 euros más barato que hacerlo con gas natural
En las encuestas, como en los referendos, lo más importante no son las respuestas, sino las preguntas. Una determinada manera de plantear las cuestiones ayuda a obtener los resultados apetecidos. Ha ocurrido, por ejemplo, con algunos sondeos sobre el cambio climático que se han publicado en la Prensa para homenajear el comienzo de la COP26 . Uno de ellas se titulaba: «Una amplia mayoría de españoles, a favor del abandono del coche de combustión».
Si se lanzan preguntas genéricas, del tipo «¿está de acuerdo con la propuesta de prohibir la venta de coches de combustión en 2035?», o «¿está de acuerdo con que se graven las actividades más contaminantes?», el resultado es que más del 60% de las respuestas han estado mucho o bastante de acuerdo con una medida que se estima lejana o que difícilmente le afectará directamente.
Sin embargo, cuando se hacen preguntas concretas, donde el encuestado tiene que poner en juego sus intereses («skin in the game», diría Nassim Nicholas Taleb ), la polarización cambia. En el caso mencionado, esto sucede cuando se pregunta por el aumento del impuesto a la gasolina y al diésel, donde casi el 70% está en desacuerdo. Una respuesta que no sentaría nada bien en Glasgow.
Este tipo de trampas es un clásico. Cuando se pregunta si los empresarios son justos o explotadores, en la generalidad de los países, pero especialmente en España, la mayoría contesta que son explotadores. Pero si se le pregunta al encuestado si ‘su’ empresario es justo o explotador, el porcentaje se reduce notablemente. No cabe duda de que si la encuesta sobre el clima hubiese formulado preguntas como «¿aceptaría perder su puesto de trabajo para disminuir las emisiones de CO2 ?» o «¿aceptaría reducir su renta disponible a cambio de consumir sólo productos de proximidad?», las respuestas habrían sido muy distintas.
Veamos un ejemplo del coste de no hacer las preguntas adecuadas. ¿Cuánto nos cuesta hoy la política de descarbonización de la electricidad? Producir un megavatio por hora (MWh) requiere de 0,45 toneladas de carbón. Cada tonelada cuesta unos 140 euros , lo que supone que cada MWh nos cuesta 63 euros. Pero como el carbón contamina es necesario adquirir un bono por 0,95 toneladas de CO2 que cuesta 63 euros la tonelada, es decir, 60 euros por MWh producido. Resultado final: producir un MWh con carbón nos cuesta 123 euros.
¿Y el gas? Producir 1 MWh de electricidad precisa de 2 MWh de gas. Como el MWh de gas está a casi 100 euros, esto son 200 euros . Adicionalmente hay que comprar un bono de carbono de 0,4 toneladas por MWh eléctrico, es decir, 25 euros. Esto supone un coste total de 225 euros por MWh eléctrico producido con gas. En total, una diferencia de más de 100 euros a favor de producir con carbón. Esa es la diferencia que va entre una encuesta orientada y una realista. jmuller@abc.es