Italia no cambiará el paso al BCE
El Consejo del BCE mantendrá hoy una reunión en Fránkfurt en la que no se esperan cambios en los tipos de interés, que seguirán congelados en sus mínimos previsiblemente hasta septiembre de 2019
No se esperan hoy cambios en la reunión del política monetaria que mantendrá el Consejo del BCE en Fránkfurt, ni en los tipos de interés, que seguirán congelados en sus mínimos previsiblemente hasta septiembre de 2019, ni en la hoja de ruta diseñada para el abandono progresivo del programa de compra de activos QE, que durará previsiblemente hasta final de este año. Se espera que no haya sorpresas y que el Consejo confirme estas decisiones que los mercados han descontado ya en sus estrategias.
Además, el Consejo tendrá que analizar la evolución de tres factores de suma importancia, como son las tensiones comerciales, la negociación del acuerdo Brexit y el desarrollo de los acontecimientos políticos en Italia, pero ninguno de ellos reviste tanta gravedad por ahora como para cambiar el paso a Mario Draghi. Al contrario, el BCE desea mostrarse como faro de estabilidad en aguas turbulentas. «Solo un estallido en la crisis italiana o un evento significativo en el mercado financiero podrían hacer descarrilar los planes actuales del banco central», han considerado los expertos de Julius Baer, «los riesgos a la baja están ahí, pero son por ahora demasiado pequeños y demasiado prematuros como para mover al Consejo a un cambio de planes».
Estos mismos expertos esperan que el BCE confirme el fin de las compras de deuda a final de diciembre y después de realizar adquisiciones por un importe total de 2,6 billones de euros . A partir de ese momento, la deuda europea tendrá que comenzar a caminar por su propio pie, apoyada únicamente en las reinversiones del BCE. ¿Dará esta vez Draghi alguna pista sobre los planes del BCE al respecto? En la reunión de septiembre reiteró que el Consejo aún no había discutido nada sobre la estrategia de reiniversión de activos, pero que lo podrían hacer bien en la próxima reunión, la de hoy, o quizá en la de diciembre. Esa sí que sería una noticia.
El BCE está centrado ahora en el medio y largo plazo, mirando más allá del final de la QE . Solamente en ese momento estaría dispuesto Draghi a mostrar más flexibilidad y disposición para reaccionar ante la desaceleración del crecimiento o la ausencia de una aceleración en la inflación subyacente, ya sea posponiendo la primera subida de tipos más allá del verano de 2019 o utilizando el período de reinversión para fortalecer la orientación hacia adelante , pero incluso en ese punto estaremos ante un escenario diferente, puesto que el cargo de presidente del BCE estará ya pasando a otras manos y los cambios de matiz estarán relacionados también con la identidad del nuevo presidente.
En cuanto al momento de la primera subida de los tipos de interés, la clave parece seguir estando en las próximas cifras de inflación subyacente, hoy en el 0,9% y lejos aún del objetivo «cercano pero inferior» al 2%. Por eso las respuestas de Draghi sobre el tema la inflación serán la parte más crítica de la rueda de prensa que ofrezca después de la reunión y la principal fuente de información que impulsará la volatilidad del euro . Los mercados tendrán también muy en cuenta el tono del discurso de Draghi.
El contexto de crecimiento e inversión no es actualmente el que el BCE había previsto para ir desmontando su política hiperexpansiva, de manera que el BCE reforzará posiblemente el mensaje comedido en este año de transición en el que están apareciendo problemas inesperados. En su anterior reunión, celebrada el pasado 13 de septiembre, el BCE indicó que eliminará el QE una vez terminado diciembre «siempre que los nuevos datos confirmen las perspectivas de inflación a medio plazo».
A pesar de los síntomas de desaceleración económica y los nuevos factores de incertidumbre la extensión del QE a comienzos de 2019 con la que se ha especulado en los mercados sólo se justificaría con circunstancias extremas como una inminente crisis o recesión. El repliegue comenzó en enero, cuando el BCE redujo el importe mensual destinado a la compra de activos a 30.000 millones de euros, una cifra que desde el comienzo de octubre se ha reducido en mayor medida aún, hasta los 15.000 millones. Salvo sorpresa, esta cuantía se reducirá a cero a partir de enero.
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