La inflación de EE.UU. no afloja: sube un 7,5%, el ritmo más alto desde 1982
Los precios altos amenazan con sobrecalentar la economía estadounidense con consecuencias peligrosas
La inflación de EE.UU. creció en enero un 7,5% en comparación con el mismo mes del año pasado , el mayor ritmo de crecimiento de los precios en la primera economía del mundo en las últimas cuatro décadas.
La demanda de los consumidores estadounidenses, que ya se despojan de una manera decisiva de las restricciones después de dos años de pandemia, y los problemas en la cadena de suministro a nivel global han contribuido a una escalada de precios anual que no registraba el Departamento de Trabajo desde febrero de 1982. Respecto al pasado diciembre, los precios crecieron un 0,6%, el mismo nivel al que lo hicieron aquel mes.
Cuando la inflación irrumpió con fuerza en la economía de EE.UU. el año pasado, tanto la Administración Biden como la Reserva Federal defendieron que se trataba de una situación «temporal». Pero hace ya meses que los precios altos han demostrado que no son circunstanciales y que amenazan con sobrecalentar la economía estadounidense con consecuencias peligrosas: la inflación lleva por encima del 5% los últimos ocho meses.
La Fed, que tiene como uno de sus principales objetivos el control de la inflación, ya había modificado su calendario de subidas y se daba por hecho que el mes que en su reunión del mes que viene se produciría la primera subida de tipos desde el comienzo de la pandemia. Este último dato de inflación podría hacer que el banco central adelantara las siguientes subidas a sus reuniones de mayo y junio.
La inflación disparada es una noticia pésima para el presidente Joe Biden, al que los precios están empañando una recuperación de la economía - creció un 5,5% el año pasado , el mayor ritmo desde 1984- y del mercado laboral, que ha compensado buena parte de los millones de empleos perdidos en los primeros meses de la pandemia. Solo en los últimos tres meses, se sumaron 1,6 millones de puestos de trabajo a la economía estadounidense. En este escenario inflacionista, de recuperación y de demanda de trabajadores, los salarios han crecido también con fuerza, lo que puede retroalimentar las subidas de precios.
La inflación tiene un impacto directa en el bolsillo de los votantes, y las subidas de precios son especialmente pronunciadas en alimentos - un 7%, su mayor incremento desde 1981 -, con los huevos y la carta creciendo por encima del 10%. Todavía lo son más en coches -en especial, de segunda mano, que se dispararon un 40,5%-, en alquileres de vivienda, en mobiliario y materiales de construcción, donde hay un fuerte desequilibrio entre oferta y demanda.
En año electoral -las dos cámaras del Congreso se renovarán el próximo otoño- la evolución de los precios es una preocupación máxima para Biden, que se juega las mayorías exiguas que por el momento gozan los demócratas.
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