La industria de los eventos completa el máximo aforo de incertidumbre
La pujante actividad de los encuentros profesionales fue una de las primeras en sufrir los efectos de la crisis del coronavirus

Era un sector en estado de efervescencia y en constante crecimiento. Pero la cancelación del Mobile World Congress de Barcelona a mediados de febrero fue su punto de inflexión. Antes, algunas agencias de eventos ya habían percibido ciertas restricciones que imponían compañías estadounidenses y asiáticas en diferentes encuentros donde se reunían un nutrido número de sus profesionales. Y luego llegó el parón total, cuando a primeros de marzo, el Gobierno acordó suspender todos los congresos de profesionales sanitarios. El de los eventos fue uno de los primeros sectores que, antes y de forma más directa, recibió de lleno los golpes de la crisis sanitaria que ha sobrevenido. Desde entonces la industria MICE (Reuniones, Incentivos, Conferencias y Exhibiciones, por sus siglas en inglés), como también se conoce, se encuentra en KO técnico. Como un castillo de naipes, miles de eventos se fueron cancelando o posponiendo para después del verano, o incluso sin fecha prevista, sin tener ninguna certeza de cuándo y en qué tipo de condiciones se celebrarán.
Noticias relacionadas
El alcance de las pérdidas es incalculable, porque entre tanta incertidumbre tampoco existe un estudio exhaustivo que dibuje una radiografía de esta gran industria, muy atomizada pues de ella viven cientos de empresas que se dedican a la organización y a proveer servicios para una amplia tipología de eventos: desde grandes congresos y ferias internacionales y nacionales, hasta todo tipo de reuniones de empresa, conferencias profesionales, convenciones corporativas, jornadas, seminarios, viajes de incentivos para clientes y empleados… Es decir, abarca desde la celebración de una gran acontecimiento como Fitur, o el propio Mobile World Congress de Barcelona este año cancelado, hasta miles de eventos corporativos de compañías en las propias oficinas, o en palacios, museos, teatros... como presentaciones de nuevos productos cosméticos o farmacéuticos o desayunos de prensa en las salas de hoteles, congresos científicos o tecnológicos en auditorios, encuentros culturales en universidades, eventos en plena calle… Son solo algunos ejemplos.
Impacto económico
«Hasta ahora la industria MICE gozaba de muy buena salud y crecía cada año», afirma Matilde Almandoz, presidenta de Foro MICE. De hecho, un estudio, elaborado por Events Industry Council en colaboración con Oxford Economics, cifra en 10.889 millones de euros el impacto del sector de los eventos en el PIB español en 2017, lo que sitúa a nuestro país en la 12ª posición de la lista de 50 países con mayor impacto en la organización de eventos. Ese mismo documento estima que el sector genera en España 83.000 puestos de trabajo, que acogió ese año a más de 22 millones de participantes españoles y extranjeros y que estos tuvieron un gasto medio por persona de unos 500 euros durante su estancia.
Clave en la desestacionalidad turística, el sector insta al Gobierno a evitar los «mensajes catastrofistas» sobre su compleja reactivación
Otro informe de Spain Convention Bureau (SCB) hace una estimación del peso de lo que denomina turismo de reuniones en una red 57 ayuntamientos españoles (con capacidad para celebrar eventos con aforo mínimo de 500 personas). El documento dice que en 2018 el impacto económico directo de los congresos, convenciones y jornadas (no incluye ferias ni viajes de incentivos) que se celebraron en esos municipios llegó a 6.600 millones de euros (un 8% más que el año anterior). El número de reuniones ascendió a 25.804 (un 3,4% más que en 2017) y se superaron los 4 millones de asistentes (un 4,1% más).
Más allá de las cifras, España es «referencia y un destino MICE por excelencia a nivel internacional», indica Matilde Almandoz. Según el último ranking que elabora la Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (ICCA), en 2018 nuestro país ocupó la tercera posición en acogida de congresos internacionales (con 595), sólo por detrás de Estados Unidos y Alemania, y el segundo lugar por número de asistentes, 297.000, sólo por detrás de EE.UU. «Eso es porque somos competitivos, contamos con buenas instalaciones y grandes profesionales para acoger los mejores eventos del mundo, y tenemos nuestros propios ecosistemas tecnológicos, científicos, sanitario… muy atractivos», explica Iker Goikoetxea, presidente de la Asociación de Palacios de Congresos de España (APCE).
El impacto económico del sector de los eventos en el PIB español en 2017 fue de 10.889 millones de euros
En un turismo de eventos donde también existe una importante carga lúdica y experiencial, otros factores ayudan a ser referentes internacionales: la seguridad, las infraestructuras, el clima, la gastronomía, la cultura… « Nuestra oferta cultural permite acceder a espacios únicos, por ejemplo los jardines de un castillo o en un palacio al aire libre en pleno mayo y junio. Eso no se puede hacer en el Reino Unido. Y nuestra manera de vivir hacia fuera llama mucho la atención», cuenta Mar García, presidenta de Agencias de Eventos Españolas Asociadas (Aevea).
Efectos en el turismo
La industria MICE supone también un elemento desestacionalizador para el turismo. «Los eventos tienen sus picos en marzo, abril, mayo y junio y después del verano, en septiembre y octubre», asegura García. Precisamente meses más flojos para hoteles y restauración. «El turista de negocio genera el doble de impacto en el entorno que un turista al uso, porque además de asistir al evento, utiliza el transporte, va a comer y cenar a restaurantes, se aloja en hoteles, viaja en avión, alquila coches, compra en los comercios, asiste a espectáculos, visita museos…», considera Xabier Basañez, presidente de la Asociación de Ferias Españolas (AFE) y director General de Bilbao Exhibition Centre. Son turistas que además tienen un valor añadido. «El perfil del congresista es de un poder adquisitivo medio-alto que consume. Y son muy prescriptivos en sus lugares de origen, es decir, que hablan bien del lugar donde han estado. De esta forma, se accede a una red de contactos relevante, ayudan a generar un segmento turístico de interés cuyos efectos se ven después», matiza Iker Goikoetxea .
Es una industria con un importante efecto tractor sobre otro ecosistema de pymes y autónomos que viven alrededor de los eventos, como agencias de azafatas: empresas de catering o de limpieza; montadores de escenarios; guionistas, técnicos audiovisuales y de iluminación; decoradores…
Se han candelado o pospuesto 190 ferias y 270 congresos (de los palacios de congresos)
Pero hay un impacto imposible de contabilizar, como apuntan todos los actores de esta industria. «La industria MICE es comunicación estratégica para una gran empresa hacia sus empleados y hacia sus clientes, proveedores… Es transferencia de conocimiento en un congreso de médicos y científico… ¿Cómo se mide ese impacto?», se pregunta Matilde Almandoz. También lo explica el presidente de AFE: «Una feria –afirma– reúne a personas que intercambian conocimientos, experiencias, negocios… No tiene sentido si no generan negocio para quienes participan en ella, tanto para expositores como para asistentes. Las ferias tienen su impacto económico en cada sector económico que acogen: la feria de maquinaria y herramientas fortalece ese sector en el País Vasco, la de calzado hace lo mismo para esa industria en Valencia…». Y también «los congresos sirven como una ventana de oportunidad para los ecosistemas locales. Para el sanitario, el científico, el tecnológico… Si traigo un congreso científico a mi ciudad, ese tejido de innovación y desarrollo de mi territorio se va a dar a conocer a ese mundo experto que viene».
La incertidumbre
Precisamente, la Asociación de Ferias Españolas (AFE) y la Asociación de Palacios de Congresos de España (APCE) solicitaron al Gobierno esta semana una serie de ayudas de diversa índole para mitigar efectos de la crisis generada por el Covid-19. Hasta ahora, se han cancelado o pospuesto en España más de 190 ferias (en 2018 se celebraron 390 con 6,1 millones de visitantes) y 270 congresos. Algunos incluso ya no tendrán lugar hasta 2021 o 2022. Según AFE, las ferias tienen un impacto económico de 10.000 millones euros y 2.000 millones los eventos que se celebran en los palacios de congresos.
Toda la industria MICE es consciente de que pasarán meses hasta que puedan comenzar su actividad, sobre todo teniendo en cuenta que dependen de las restricciones a la movilidad de las personas, del distanciamiento social y de las medidas seguridad sanitaria que dicten los gobiernos. Mientras tanto, este sector, además de financiación para sostener el parón, pide cautela y prudencia al Gobierno, –«que no especule con fechas», matiza Matilde Almandoz– ante mensajes «catastrofistas» y «desafortunados», como el de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, al anunciar esta misma semana que el turismo, el ocio y la cultura podrían no volver a la actividad hasta final de año. No obstante, a la espera de las decisiones de las autoridades sanitarias, la industria MICE sigue trabajando y preparando protocolos con medidas de seguridad para los primeros eventos, con el deseo de que se celebren a la vuelta de verano.