Ignacio Marco-Gardoqui

Fuego cruzado

Con el levantamiento del secreto del sumario, el caso BBVA entra en una fase nueva. Una vez que ya nadie pone en duda los hechos acaecidos, y que han resultado tan escandalosos como se había sospechado, ha llegado el momento de la atribución de responsabilidades. Quién ordenó las actuaciones, quién decidió que fuera la empresa del comisario Villarejo quien realizara el encargo, quién lo recepcionó, quién lo validó, quién autorizó el pago y quién pagó las facturas son la preguntas pertinentes.

Como era de esperar, los principales sospechosos tratan de desviar el foco hacia los demás en una rueda de acusaciones que se dilucidarán durante el juicio. Quien haya conocido, aunque sea de lejos, cómo era la escala de mando y cómo se ejercía el poder tendrá una buena idea de cómo fue posible que el banco pagara más de diez millones a una empresa a la que resulta difícil otorgarle el beneficio de la duda.

Todo lo demás sigue igual. Los órganos de administración, el consejo, la comisión de auditoría, los servicios de «compliance», etcétera, no están llamados a juzgar los hechos ni a emitir sentencias de ningún tipo, para eso están los Tribunales. Pero resulta incomprensible que no apliquen su propia normativa, de cuya calidad y rigor se ha alardeado tanto, y mantengan un espeso y desconcertante silencio, cuando el propio banco, el anterior presidente, el anterior consejero delegado y hasta doce de sus directivos están siendo investigados. Si, como se afirma, es verdad que ni el negocio ni la reputación han sido dañados por esta historia, deberíamos revisar la elevada importancia que concedemos a la ética y al buen gobierno.

Tampoco este año ha habido cambios en cuanto a los resultados. Si un año fue China y otro Turquía y otro Telefónica y otro... este le ha tocado a la filial en los Estados Unidos provocar un deterioro de balance de más de 1.300 millones. A parte de la ética, cabe dudar de que la gestión haya sido un ejemplo de bondad de tal magnitud que merezca los elevados emolumentos que se entregan, mientras el valor de la acción se mantiene en las profundidades oceánicas. Aunque todavía falta mucho por aclarar, cada vez falta menos, pero una vez levantado el secreto del sumario aparecerán nuevas querellas de nuevos damnificados. Esto no se arregla.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación