Opinión

Qué hacer con Bankia

El economista Carmelo Tajadura analiza las distintas opciones de futuro de Bankia ante las especulaciones que apuntan al interés de varias entidades españolas por hacerse con ella

La entidad necesió más de 22.000 millones de euros para su reflotamiento Isabel Permuy

Carmelo Tajadura

Se está especulando con la posibilidad de que alguna de las mayores entidades españolas pudiera comprar Bankia . Esta opción no es descartable si así el Estado obtiene más dinero para recuperar los más de 22.000 millones invertidos en esa entidad para su reflotamiento. Pero hay que considerar dos cuestiones fundamentales: una es el plazo de venta y la otra el formato de venta, es decir cómo y a quién vender.

Por lo que se refiere al plazo, es la ley española -no los acuerdos con Bruselas- la que determina actualmente que la desinversión se debería producir antes del 2018. Por tanto, podría cambiarse, aun siendo verdad que, en cualquier caso, la UE quiere que vendamos cuanto antes. Pero parece evidente que, como Bankia está infravalorada, Bruselas podría avenirse aceptar un alargamiento del plazo para propiciar una mejor venta. De hecho, Bankia está cotizando actualmente con el menor PER (junto con Santander) entre las siete mayores entidades financieras españolas. Esto es debido, aparte del «ruido» judicial que circunda a la entidad, a las dudas del mercado sobre su estructura de balance, que t iene mucha renta fija y es necesario irla sustituyendo por crédito al sector privado. Pero lo lógico es que si la economía española sigue creciendo, si el equipo directivo sigue demostrando su gran profesionalidad en la gestión de la entidad, y si el «ruido» se va alejando, Bankia valdría en 2018 o 2019 más que ahora y, probablemente, más que en 2017.

En cuanto al formato de venta puede decirse que existen básicamente dos posibilidades: ir vendiendo la participación de algo más del 60% que tiene el FROB en diversos paquetes, tanto en Bolsa como a inversores institucionales; o vender una participación de control a una institución financiera en una subasta. Esta última tiene la indudable ventaja teórica, frente a la venta de paquetes minoritarios, de que el FROB podría obtener un precio adicional por la prima de control otorgada (que, convencionalmente, se estima en un 20%) maximizando así el retorno para los contribuyentes. Si, además, el comprador fuera un banco extranjero podría preservarse o aumentar el nivel de competencia en el mercado español.

Pero no parece que el sistema bancario europeo -o americano- esté como para que acuda ningún banco extranjero a una eventual subasta ni para que oferte un precio irresistible, por lo que quizás solo concurrirían, en el mejor de los casos, Santander, BBVA y Caixa . Y, con ello, se plantearían dos inconvenientes importantes. En primer lugar, ahondar el carácter sistémico de estas entidades va contra lo que se está propugnando hoy por los reguladores internacionales. Y, en segundo lugar, se produciría un descenso del nivel de competencia e incluso quizás la CNMC podría impedir la operación o poner condiciones que la hicieran poco atractiva. Además, aunque Bankia es la entidad más eficiente del mercado español, para estos tres hipotéticos compradores habría un evidente solapamiento y resultaría inevitable un nuevo proceso de reducción de plantilla y oficinas. Por todo ello, no está claro que esta opción sea la mejor para el sistema, ni sobre todo que las posibles ofertas fueran a ir más allá de precios de ocasión. De hecho, todas las adquisiciones producidas en el mercado español en los últimos tiempos han sido a precios negativos o de saldo.

Una última consideración necesaria es la de la posible integración de BMN y Bankia, con lo que el FROB agruparía sus dos participaciones actuales dando una salida a BMN que tiene poco tamaño. Es probable que las sinergias superasen los posibles costes de la operación, de manera que el valor conjunto creciese. Habría que conseguir el visto bueno de Bruselas.

En definitiva, la opción recomendable sería negociar un aumento del plazo de desinversión en Bankia para que la entidad aprovechase la fase de recuperación de la economía española. Porque, una vez que haya rentabilizado su estructura de balance, se habrá logrado el objetivo de aumentar su valor y que los contribuyentes recuperen más dinero. Aunque, desde luego, sería fundamental que ese mayor plazo no propiciara injerencias políticas, sino que se mantuviera el respeto a la profesionalidad, como básicamente se ha venido haciendo. En el futuro, no ahora, la opción de venta a una entidad por subasta se podría considerar sólo si hubiera una apreciable diferencia de precio.

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