Glashuttë, la industria relojera alemana recupera el pulso
Alemania amenaza la hegemonía suiza en el sector desde este pequeño pueblo alpino
Glashütte quiere volver a ser lo que era. Este pueblo sajón incrustado en los Montes Metálicos (Erzgebirge) a pocos kilómetros de la frontera checa, fue la cuna de la relojería alemana hasta la Segunda Guerra Mundial. El duro clima alpino que trae nevadas hasta fines de abril hace que este poblado quede literalmente aislado del mundo durante largos inviernos. Contexto ideal para el desarrollo de una industria que necesita de precisión y paciencia mecánica: la relojería de Glashütte, que vino a relevar a la minería. Esta región cubierta de densos bosques estaba prácticamente deshabitada en la Edad Media hasta que el descubrimiento en el siglo XV de yacimientos de plata y estaño llevaron a la colonización de las montañas y a la creación de ciudades.
Actualmente, el pueblo tiene 7.000 habitantes y 2.000 de ellos trabajan en la industria del reloj. Pero empecemos por el principio: el sajón Ferdinand Adolph Lange fue el primer maestro relojero en instalarse en el pueblo. Fue en 1845. Lo hizo respondiendo a una petición del Gobierno del Reino de Sajonia y obteniendo por ello siete mil táleros, las monedas de plata de la época, a modo de financiamiento inicial. La compañía startup de Lange comienza a formar a los primeros relojeros. Pasadas las dificultades, 30 años después hacia 1875 —fecha del fallecimiento de Lange—, la industria de la relojería mecánica ya se había convertido en la base económica del pueblo.
De ahí en adelante, las compañías más importantes fueron A. Lange & Söhne (hijos), J. Assmann Deutsche Anker-Uhren-Fabrik, Union Glashütte o Glashütter Präzisions-Uhren-Fabrik. Con el tiempo, alcanzaron un alto nivel de reconocimiento no sólo los relojes de bolsillo y de precisión, sino también los relojes de navegación y cronómetros marinos para la armada y la aviación de A. Lange & Söhne, así como los cronógrafos para pilotos de la marca Tutima, cuyo fabricante (UFAG) tuvo su sede en Glashütte hasta el último día de la Segunda Guerra Mundial, un 8 de mayo hace exactamente 71 años.
Glashütte vs. Suiza
Ya bajo las fuerzas de ocupación soviéticas, las relojerías de Glasshütte serían expropiadas y reunidas en una sola empresa dedicada a producir relojes en serie. Despareciendo las marcas individuales y disminuyendo la fabricación de relojes mecánicos, Suiza se ve reforzada en su posición en el mercado de los relojes de lujo mientras el pueblo alemán de las montañas producirá sobre todo relojes de cuarzo. No será sino hasta la después de la caída del Muro cuando comienzan a reinstalarse en el pueblo las antiguas relojerías que enviarán a los jóvenes a estudiar con los relojeros suizos. Glasshütte tuvo su «Escuela Alemana de Relojería» (1878-1951) que luego se convertiría en Escuela de Ingeniería de Precisión (1951-1992), el edificio ya no volvería a abrir como centro de formación técnica sino que como Museo del Reloj.
Los relojes de Lange pueden llegar a costar 1,9 millones de euros
Los jóvenes han vuelto. Y la aplicación de los conocimientos en las larga tradición relojera alemana parece estar dando frutos más allá de lo esperado. De hecho, el año pasado no fue uno bueno para la relojería suiza con unas ventas que bajaron a un 3%. Las alemanas al contrario aumentaron en un 14% con Glashütte produciendo unos 32.000 relojes con un valor de venta de 500 millones de euros. Alemania está recuperando desde este pueblo su posición en el mercado de los relojes que tenía hace un siglo. Entre esos 2.000 habitantes que trabajan en las relojerías de la ciudad se encuentran los mejores del mundo después de los gigantes suizos, liderados por los descendientes de Lange cuyos relojes pueden llegar a costar 1,9 millones de euros.
Los descendientes
En orden decreciente, según su cantidad de empleados, los relojeros con sede en la ciudad del Estado Libre de Sajonia, Glasshütte, están encabezados por los descendientes del primer relojero instalado en este pueblo, Ferdinand Adolph Lange: la relojería A. Lange & Söhne cuenta con 500 empleados, seguida de Glashütter Uhrenbetrieb con 320 y Nomos Glashütte Roland Schwertner con 140 trabajadores. La lista continúa con empresas de menos de cien trabajadores: Nautische Instrumente Mühle Glashütte con 47 empleados, Wempe Chronometerwerke con 39, Bruno Söhnle con 20 y Tutima con 12 trabajadores.