El gigante vuelve a casa hambriento
El desarrollador de chips Broadcom anuncia que cambia su sede de Singapur a EE.UU. y lanza una opa hostil sobre su principal competidor
Esta semana, Broadcom, un desarrollador de chips con sede en Singapur, sorprendió a los mercados con el lanzamiento de una oferta de compra por la estadounidense Qualcomm, uno de los líderes mundiales del sector, con base en San Diego, al sur de California. Se trata de una opa hostil de 103.000 millones de dólares. Si se le suma la deuda de Qualcomm, la operación se dispara hasta los 130.000 millones. De la compra resultaría un gigante de los chips, cuya tecnología estaría presente en casi cada teléfono móvil construido en el mundo. La empresa resultante sería el proveedor en posición de dominio para los cerca de 1.500 millones de móviles que se esperan vender este año.
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La operación tendrá un buen número de obstáculos legales y financieros. Quizá el más gordo, el de los reguladores de competencia, tanto en China, donde las compañías tienen importantes rivales, como en EE.UU.
Broadcom ha crecido en los últimos años a golpe de continuas fusiones y absorciones
Quizá por ello se entiende mejor la aparición del consejero delegado de Broadcom, Hock Tan, la semana pasada en la Casa Blanca, junto al presidente de EE.UU., Donald Trump. Tan, un astuto negociador que ha convertido a Broadcom en uno de los líderes mundiales del sector a golpe de absorciones y fusiones, anunció entonces que la compañía trasladaría su sede legal a EE.UU.
«EE.UU. vuelve a ser el mejor lugar para desarrollar un negocio con impacto global. Gracias a usted, señor presidente, las condiciones económicas han mejorado con fuerza», aseguró Tan ante un orgulloso Trump, que alabó la mudanza como prueba del regreso de compañías a EE.UU. gracias a su plan de reforma fiscal y dijo que Broadcom «es una de las compañías verdaderamente grandes».
Tener al presidente de su lado seguramente allanará el camino regulatorio en territorio estadounidense. Además, los nuevos responsables en las agencias de competencia, elegidos por Trump, serán menos exigentes a la hora de impedir una operación de este tipo.
Quizá haya más problemas por parte de los accionistas de Qualcomm, que pueden percibir la operación como una forma de aprovecharse de la fragilidad actual de la compañía. En diciembre del año pasado, el precio de la acción de Qualcomm superaba los 70 dólares y en 2014 llegó a estar en 80 dólares. La oferta de Broadcom, sin embargo, es de 70 dólares por acción (60 en metálico y 10 en acciones de Broadcom), mientras que la acción cotizaba esta semana entorno a los 62-64 dólares.
Algunos analistas ven la oferta como una opa hostil a la baja. Algunos inversores confiaban en que cualquier oferta por Qualcomm estaría en el rango de entre 75 y 80 dólares. Qualcomm está inmersa en una batalla legal de patentes con Apple, que podría hacerle perder uno de sus principales clientes. Además, todavía está cerrando una adquisición de NXP Semiconductors NV, una compañía centrada en chips para automóviles. El monto de esta operación era de 38.000 millones de dólares, pero hay peligro de que suba y complique su situación financiera.
Tener a Trump de su lado allanará el camino regulatorio al que se enfrenta la compra de Qualcomm
La megacompra tiene todos los ingredientes para convertirse en una batalla empresarial de altos vuelos. Tan, curtido en operaciones similares con las que ha transformado Broadcom de una pequeña escisión de Hewlett-Packard a un gigante de los chips, aseguró a Reuters que no le dolerían prendas por desatar una batalla interna en Qualcomm y tratar de convencer a sus accionistas para que reemplacen a buena parte del consejo de administración para que la oferta prospere. «No hemos eliminado ninguna de esas opciones», aseguró. «Tenemos un gran deseo por trabajar con Qualcomm para alcanzar un acuerdo beneficioso para ambas partes», asegura.
Si los planes de Tan salen adelante, el conglomerado resultante de unir Broadcom, Qualcomm y NXP tendrá un gran control en el mercado de modems, wifi, y otros sistemas de comunicación de cercanía y podría poner contra las cuerdas a clientes como Apple o Samsung. Pero Broadcom tendrá primer que ganar una batalla inmensa en varios niveles: desde las oficinas de los reguladores hasta las juntas de accionistas y los consejos de administración.