El gigante asiático toma posiciones en la tecnología alemana
La china Midea se hace con el control del frabricante de robots germano Kuka
Alemania es el país preferido de Europa para los cazadores de empresas chinos: en la primera mitad del año, inversionistas chinos han comprado 37 empresas alemanas —más que en los últimos 10 años juntos— dejándose unos 10.000 millones de euros. La última adquisición ha sido especialmente significativa. La firma china Mide ha llegado a un acuerdo con la robótica alemana Kuka por el que ha aumentado su participación desde el 13,5% hasta el 70,29% tomando así el control de uno de los mayores fabricantes mundiales de robots industriales.
El anuncio llega paradójicamente unas semanas después de que el consejero delegado de la empresa bávara, Till Reuter, indicara en una entrevista al «Frankfurter Allgemeine» que «Kuka es una empresa alemana y seguiremos siendo una empresa alemana». La oferta de Midea sobre la compañía con sede en Augsburgo por 4.600 millones de euros saltó las alarmas en Berlín y Bruselas: el peligro de una migración de tecnologías de futuro hacia Asia, así como la transferencia de datos de clientes serían irreversibles. El trato al que ha llegado Kuka con los inversionistas chinos garantizaría sin embargo, según Reuter, la casi total independencia de la empresa hasta 2023, incluyendo la mantenencia de los 12.300 empleados y de sus filiales. Desde hace dos años que la UE financia consorcios público-privados que desarrollan tecnología robótica, consorcios entre los que se encuentra Kuka, por lo que en una entrevista al diario muniqués «Süddeutsche Zeitung», el comisario europeo Günther Oettinger mantiene su escepticismo: «Se trata del liderazgo tecnológico global. Por consiguiente, mi principal pregunta ahora es: ¿Quedará con este acuerdo fortalecida nuestra región y nuestra capacidad tecnológica?», ha comentado Oettinger. La compañía alemana cuyo nombre es una abreviatura de Keller und Knappich Augsburg, ya cuenta con una planta de fabricación en China que produce para algunos de sus principales clientes, los fabricantes de automóviles BMW y Audi.
Su compradora, Midea, es el sueño hecho realidad al que aspira cualquier empresario del mundo, que se conformaría con venderle aunque fuera solo al 1% del gigantesco mercado chino. Con una cuota mucho mayor, Midea es un imperio levantado a base de arroceras y teteras, los dos electrodomésticos esenciales de la gastronomía china. Con más de 100.000 empleados y unos ingresos de 18.621 millones de euros en 2015, Midea produce cada año 30 millones de arroceras, 15 millones de teteras y diez millones de ollas a presión, así como 33 millones de aparatos de aire acondicionado. Líder indiscutible en China, ya se ha extendido a Japón y Corea del Sur, donde copa el 15 y 20% del mercado de arroceras, respectivamente.
Midea vende sus electrodomésticos a numerosas marcas internacionales, como Bosch, Mitsubishi y Sharp
Además, Midea vende sus electrodomésticos a numerosas marcas internacionales, como Mitsubishi, Sharp y Bosch, que luego le ponen su nombre. Sin su marca, la empresa china comercializa sus productos en 120 países, mientras que solo lo hace en una veintena con su nombre, todavía desconocido en la mayor parte del mundo. Para seguir expandiéndose y que se reconozca su marca, Midea apuesta ahora por una fuerte inversión tecnológica basada en la investigación y el desarrollo, a la que ya dedica el 3% de sus ingresos.
Buena prueba de ello son sus frigoríficos inteligentes, que regulan la temperatura dependiendo de los alimentos que contengan, o sus microondas capaces de reconocer la voz y con recetas de cocina ya memorizadas. «La calidad ha mejorado mucho en los últimos años y podemos fabricar productos de primera categoría a precios competitivos, ya que tenemos la tecnología necesaria para ello», explica Charlie Dai, uno de los responsables de Consumo y Mercadotecnia, durante una visita de ABC a su sede central de Foshan, en la industrializada provincia sureña de Cantón.
El modelo del sello «Made in China»
Al igual que otros gigantes de esta región, como Huawei o TCL, la historia de Midea resume el éxito del sello «Made in China» gracias al extraordinario crecimiento económico del país en las últimas décadas. Nacida en 1968 como pequeña fábrica de tapones para botellas donde su fundador, He Xiangjian, invirtió algo menos de 4.000 euros, la empresa se benefició de la apertura al capitalismo a finales de los 70. Tras fabricar recambios de automóviles, empezó en 1980 a producir ventiladores, el «aire acondicionado de los pobres» que simboliza aquella época. Cinco años años después, se pasaba a los aparatos de aire acondicionado y ampliaba su catálogo hasta toda la gama de electrodomésticos que requería el desarrollo de la nueva China. Ahora, en pleno siglo XXI, su nuevo objetivo son los robots.