De cómo afrontar la nueva pobreza en la era Covid-19
«En Europa, la inversión en políticas activas es el doble que en España mientras que su tasa de paro se reduce a la mitad»
Cuando parecía que ya habíamos despertado de la pesadilla que asoló al sistema financiero en 2008, llega el coronavirus y vuelve a sacudir el mundo , con reflejo en la última EPA, la peor desde 2013, en un escenario que adquiere una nueva dimensión de incertidumbre y complejidad para todos desconocida. 15 días de estado de alarma fueron suficientes para destruir cerca de 300.000 empleos y elevar la tasa de paro al 14,4%; cifras que, aun siendo negativas, no reflejan el drama real que se cierne sobre el mercado , al considerar ocupados a los afectados por ERTE y no contabilizar a todos los autónomos que han tenido que bajar la persiana. Si tuviéramos en cuenta a esta masa, el primer trimestre de 2020 se hubiera saldado con 9 millones de parados y una tasa de desempleo que ascendería al 40%. Datos escalofriantes que sitúan en el centro del debate algunas batallas abiertas que habremos de librar con más intensidad que nunca.
La pandemia va a reordenar la agenda global y posicionará en primera línea objetivos de desarrollo sostenible que con tanto acierto fueron planteados en la Agenda 2030. Por supuesto la salud, pero también la reducción de las desigualdades o el crecimiento económico. Para encararlos, tendremos que prestar la debida atención a retos que habitualmente se miraban de reojo, siendo la erradicación de la pobreza uno de los más acuciantes. Quizás ha hecho falta tocar fondo para coger impulso y hoy es precisamente la única opción para que se cumpla el mantra de «salir fortalecidos». A la fuerza comprendemos, por fin, que todos vamos en el mismo barco y que la «inmensa mayoría» no es ajena a la ya «inmensa minoría» de población en riesgo de exclusión , que el año pasado representaba el 26% de los españoles y que alcanzará cotas desconocidas tras la pandemia.
Resulta inadmisible asumir que esta pobreza sin precedentes se integre en la «nueva normalidad». Y solo hay una receta para combatirla: la acción coordinada entre todos los agentes sociales , empezando por el propio Estado. Las políticas activas de empleo serán un instrumento ineludible para evitar la cronificación de la pobreza. En Europa , la inversión en políticas activas es el doble que en España mientras que su tasa de paro se reduce a la mitad. El coronavirus ha de convertirse en una oportunidad para reconstruir el modelo español, sin que nos falte la audacia renovadora para acercarnos a los modelos más flexibles y dinámicos de otros países europeos.
También en aras de combatir la pobreza se anuncia el inminente lanzamiento del ingreso mínimo vital . Si bien podría ser un buen punto de partida, a largo plazo no sacará a sus perceptores de la pobreza. O se vincula a un plan de acompañamiento, con objetivos e indicadores concretos de medición, o la vulnerabilidad será una constante para muchos segmentos de la población que sí tienen capacidad para aportar a la economía productiva.
El ingreso mínimo vital no sacará a sus perceptores de la pobreza si no se vincula a un plan de acompañamiento
La colaboración público-privada será otro de los grandes instrumentos para dar respuesta al ingente volumen de desempleados que se prevén en el futuro más inmediato. Las buenas ideas e intenciones están ahí, pero han de cristalizar a efectos prácticos en acuerdos con el tejido empresarial y social. Acompañar a las personas que más lo necesitan y dotarles de recursos y competencias profesionales es la única llave que abrirá las puertas hacia una vida digna.
Tal vez el mundo estaba pidiendo una regeneración y le ha venido de forma inesperada. Detrás de esta crisis hay una clara llamada a la acción y una gran oportunidad para no dejar a nadie atrás en esta gigantesca tarea de reconstrucción que, bien gestionada, puede sentar las bases de un futuro más inclusivo.