Europa intenta activar el «chip» de la independencia tecnológica
Alemania, Francia y España impulsan una «alianza europea» junto con once países para potenciar la industria de los semiconductores, un negocio dominado por EE.UU. y China
Es una batalla invisible que puede parecer inocua, pero la competición entre los fabricantes de componentes electrónicos se encuentra ahora en su momento más álgido por el tsunami digital que se ha acelerado en los últimos años. Hay movimientos importantes entre algunos fabricantes de productos electrónicos de consumo: han empezado a fabricar sus propios chips. Pero la industria detrás de los semiconductores está dominada principalmente entre Estados Unidos y China. Un negocio al que la Unión Europea (UE) pretende enchufarse mediante una ambiciosa alianza de trece países, entre los que está España. El objetivo: reducir la dependencia de otras regiones y garantizar la soberanía y la competitividad de la tecnología europea.
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Desde hace más de una década, los avances tecnológicos han dejado a Europa al margen. En su momento lideró la industria con marcas como Nokia o Ericsson. Ahora s e quiere revertir la situación con una importante inyección de capital que logre el impulso necesario para allanar el camino hacia el futuro y sacudirse la dependencia china. Ante este desafío, Alemania, Francia, España y otros diez países de la Unión Europea han unido sus fuerzas para invertir en tecnologías de procesadores y semiconductores, fundamentales para los dispositivos conectados a internet y el procesamiento de datos. La inversión alcanzará los 145.000 millones de euros en proyectos de digitalización, lo que equivale a una quinta parte de su fondo de recuperación económica tras la crisis sanitaria.
Dependencia exterior
La participación de Europa en el mercado mundial de semiconductores es testimonial. En concreto, asciende a 440.000 millones de euros, lo que representa alrededor del 10% a escala global. La UE, en consecuencia, depende de los chips fabricados en el extranjero producidos a bajo coste. Pero las preocupaciones en materia de seguridad relativas a algunos gobiernos también han aumentado el interés en potenciar la tecnología europea por el excesivo control de EE.UU. y China en los «cerebros» y componentes electrónicos empleados en la fabricación de automóviles, equipos médicos, infraestructuras de redes y, sobre todo, teléfonos móviles.
«Europa tiene la capacidad y la gente para poder desarrollarlo. Hace falta una gran inversión para controlar la fabricación. No es empezar de cero pero requiere de mucha inversión y, sobre todo, visión a largo plazo, para cinco o diez años», señala en conversación con ABC Javier Martínez Rodrigo, subdirector del Instituto de Sistemas Optoelectrónicos y Microtecnologías, dependiente de la Universidad Politécnica de Madrid. A su juicio, el mayor desafío es potenciar la nanotecnología y el desarrollo de nuevos conceptos de semiconductores más eficientes con el medio ambiente.
El desafío de Europa es liderar el diseño y evitar copiar a terceros
A través de esta alianza estratégica, los distintos países se pondrán en contacto con las empresas para formar sinergias industriales para la investigación y la inversión tanto en diseño como fabricación de procesadores. «Una estrategia colectiva puede ayudarnos a aprovechar nuestros puntos fuertes actuales y a abrazar nuevas oportunidades, ya que los chips de procesadores avanzados desempeñan un papel cada vez más importante para la estrategia industrial y la soberanía digital de Europa», señaló el responsable del departamento digital de la UE, Thierry Breton.
Buscar el modelo europeo
No es la primera vez que Bruselas promueve acciones o destina fondos a dar algo de vida a su minúscula industria de componentes microelectrónicos, pero no ha tenido demasiado éxito. Los expertos creen que la innovación europea debe centrarse más en la búsqueda de nuevos materiales más eficientes. «Europa, que tiene una pequeña industria microelectrónica, puede fabricar sus propios chips y avanzar en ese desarrollo. Hay nuevos materiales nanotecnológicos de dos dimensiones que van a ser el futuro de los nuevos semiconductores», insiste Martínez.
«Sí ha habido en Europa una industria de componentes, pero muchos proyectos han fracasado. Nunca ha cuajado. China sigue siendo la fábrica del mundo y lo seguirá siendo», señala, por su parte, Rodrigo Silva-Ramos, fundador de la startup española Geeksme: «Europa tiene más oportunidad en ser creativos que copiar un modelo que está perfectamente desarrollado y generar un modelo de negocio con gente preparada».
Los materiales del futuro piden paso
En los últimos años, la industria de los componentes electrónicos ha intentado evolucionar hacia otro modelo productivo y encontrar nuevos materiales para su fabricación en masa. Un sector opaco que funciona mediante un proceso manufacturero repleto de muchos intereses. El objetivo ahora es dejar de explotar las minas de silicio, elemento que disfruta de una cuota de mercado considerable, un 40%. Ensayos recientes han desarrollado nuevos métodos para sintetizar nanomateriales semiconductores en forma de hilos. Otras investigaciones han experimentado las capacidades del dióxido de estaño o el socorrido grafeno, así como otros materiales orgánicos que permitan una tecnología económica y sostenible.