Europa busca abrigo en Asia ante la ofensiva proteccionista de Trump

En plena guerra arancelaria, Bruselas firma un gran acuerdo comercial con Tokio y estrecha relaciones con el viejo «enemigo íntimo» chino

Donald Tusk, Shinzo Abe y Jean-Claude Juncker tras firmar tras firmar el mayor tratado de libre comecio de la UE AFP
Pablo M. Díez

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Frente a los desaires de los Estados Unidos de Trump, quien la ha tachado de «enemiga» comercial y ha abierto una guerra de aranceles, la Unión Europea está virando hacia Asia, que está cambiando los patrones de la globalización por ser la región más dinámica y populosa del planeta. Dándose una alegría después del turbulento paso de Trump por la cumbre de la OTAN, las autoridades comunitarias han estrechado esta semana sus relaciones con las dos principales potencias del Lejano Oriente: China y Japón.

Para empezar, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el de la Comisión, Jean-Claude Juncker, celebraron el lunes en Pekín una cumbre anual con el primer ministro chino, Li Keqiang. Frente a las discrepancias de las dos ediciones anteriores, que acabaron sin la firma de una declaración conjunta, su encuentro se saldó en esta ocasión con un claro acercamiento de posturas de cara a futuras negociaciones comerciales y políticas.

Al día siguiente, Tusk y Juncker firmaron en Tokio con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, el mayor tratado de libre comercio de la UE, que ya acordaron suscribir el año pasado. Formando un mercado de 637 millones de consumidores, que representan un 40% del comercio mundial y un 30% de la economía global, la UE y Japón se comprometen así a eliminar sus aranceles y barreras proteccionistas, que ascienden a 1.000 millones de euros anuales. La medida beneficiará a las grandes marcas automovilísticas niponas, que se librarán de sus tarifas aduaneras del 10% en siete años, y a la agricultura europea, sobre todo al sector lácteo, al aceite y a los vinos.

El histórico acuerdo entre Tokyo y Bruselas ahorrará a Europa 1.000 millones en aranceles

El objetivo es que dicho tratado entre en vigor el año que viene, una vez sea aprobado en los próximos meses por el Parlamento Europeo y la Dieta nipona. Al contrario que en el acuerdo suscrito con Canadá, cuestionado por Italia, en este caso no hace falta que esté ratificado por todos los parlamentos de los países comunitarios.

Con este acuerdo, que Abe, Tusk y Juncker calificaron de «histórico» en un comunicado, Bruselas y Tokio forman un frente común ante Trump, a quien enviaron un claro mensaje. «La firma de este tratado de colaboración económica muestra la voluntad política inquebrantable de Japón y la UE de convertirse en los adalides del libre comercio y de guiar al mundo en esa dirección ahora que se está extendiendo el proteccionismo», declaró el «premier» nipón, según informa la agencia France Presse.

«Frente común»

Por su parte, Tusk insistió en que «enviamos un mensaje claro diciendo que hacemos un frente común contra el proteccionismo», mientras que Juncker recordó que «somos más fuertes y estamos mejor cuando trabajamos juntos». Jugando con las palabras, advirtió de que «no hay protección en el proteccionismo».

Con un comercio bilateral cifrado en 129.000 millones de euros, de los que un tercio es con Alemania, este tratado pretende aumentar los intercambios entre la UE y Japón y terminar con las disputas que les han enfrentado en el pasado. A pesar de sus buenas relaciones, en ocasiones han estallado conflictos porque ambas potencias son los mayores exportadores de coches, con Volkswagen y Toyota disputándose cada año el primer puesto en ventas. El acuerdo acabará con el 99% de los aranceles europeos que gravan las importaciones procedentes de Japón y beneficiará, sobre todo, a las grandes marcas automovilísticas niponas, que dentro de siete años se librarán de las tarifas aduaneras del 10% que ahora deben abonar.

El nuevo juego de alianzas políticas forzado por Washington coloca al dinámico continente asiático en el eje de la economía global

Con la excepción del arroz, uno de los productos nacionales de Japón, Bruselas consigue el fin de los aranceles para el 85% de sus exportaciones agroalimentarias, con periodos transitorios que dependerán de cada uno de los artículos. Otros verán reducidas sus tasas progresivamente, como la ternera y los lácteos, que han costado muchas horas de negociaciones porque ambos están especialmente protegidos en Japón.

Además, las autoridades niponas reconocerán más de 200 Denominaciones de Origen europeas, a las que concederán el mismo nivel de protección que les otorga Bruselas. A España, potencia exportadora de artículos agroalimentarios, se le abren así nuevas puertas gracias a la fama que tienen el jamón, el vino y el aceite de oliva en Japón.

«Estamos ante el mayor acuerdo comercial jamás firmado por la UE, que ofrece a las empresas nuevas oportunidades para bienes y servicios cruciales, proporcionando una mayor oferta y precios más bajos a los consumidores», analiza Natalie Blyth, jefa global de Comercio del banco HSBC. A su juicio, «así se reducirá en gran medida la fricción en el comercio, especialmente en el sector de la automoción, los alimentos y en el sector agrícola».

Justo lo contrario a lo que ambas potencias están viviendo ahora con la Casa Blanca. Aunque Japón es el principal aliado de EE.UU. en Asia, ha sido víctima por partida doble de la agresiva política de Trump. Nada más llegar a la Casa Blanca, se retiró del Tratado Transpacífico de Libre Comercio (TPP) que había impulsado Obama e integraba a doce países a ambas orillas de dicho océano. Y luego, en uno de sus últimos movimientos, ha impuesto aranceles a una serie de productos, como el acero, que EE.UU. importa de Japón y de la UE, su hasta ahora principal aliado en el escenario internacional.

El acercamiento entre la UEy China no oculta las claras diferencias políticas que les separan

Ante estos desencuentros, agravados además por la multa récord de Bruselas a la estadounidense Google que tanto ha irritado a Trump, la Unión Europea incluso ha sellado una extraña alianza política con el autoritario régimen de Pekín. Con la UE como mayor socio comercial de China y unos intercambios de 1.500 millones de euros diarios, así se apreció en el buen clima de entendimiento durante su vigésima cumbre anual, que tuvo lugar el lunes en Pekín.

Reformar la OMC

Además de intercambiarse ofertas para negociar un futuro tratado sobre inversiones que permita seguir abriendo el vasto mercado chino, se comprometieron a firmar antes de finales de octubre un acuerdo para proteger las denominaciones de origen. Plantándole cara a EE.UU., la UE y China se han unido para reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero siempre bajo el multilateralismo y el libre comercio que ha traído la globalización frente a las políticas proteccionistas que propugna Trump. «Es una obligación común de Europa, China, América y Rusia no empezar guerras comerciales», advirtió Tusk en su encuentro con Li Keqiang, según un comunicado emitido por la UE. Con el fin de solucionar los actuales problemas, como la guerra de aranceles que tiene a EE.UU. enfrentado con medio mundo, propuso a sus «anfitriones chinos, pero también a los presidentes Trump y Putin, empezar juntos este proceso para una reforma de la OMC».

El primer gran acuerdo de Bruselas y el gigante asiático gira sobre una estrategia común para reformar la OMC

De igual modo, Bruselas y Pekín reafirmaron su compromiso con el Acuerdo de París para combatir el calentamiento global, del que Trump se retiró tras su llegada a la Casa Blanca.

Gracias al acercamiento que ha generado esta postura común ante Trump, Bruselas y Pekín han limado algunas de las asperezas comerciales y diplomáticas que les enfrentan. Solo así ha sido posible la firma de una declaración conjunta al final de la cumbre, algo que no lograron en las dos ediciones anteriores por sus profundas diferencias políticas.

Tras haber liberado a la poetisa Liu Xia, viuda del fallecido Nobel de la Paz Liu Xiaobo, el autoritario régimen chino prometió a la Unión Europea «mejorar los intercambios» en su diálogo sobre derechos humanos. Un espinoso asunto del que antes no quería hablar y al que ahora se ha plegado para formar este frente contra Trump. Y es que ya se sabe que en todas las guerras, incluidas las comerciales, impera aquella máxima posibilista de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo».

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