Yolanda Díaz
La estratega de Iglesias que alimenta todos los incendios
Yolanda Díaz dice que accedió a ser ministra solo porque el vicepresidente se lo pidió y, aceptado el reto, se emplea a fondo en una carrera por ser la primera en dar el gran titular. Varias veces desautorizada, se ha enfrentado al ala socialista, a los empresarios y a UGT
Es el cerebro económico de Podemos en el Gobierno, la cabeza pensante e ideóloga de cada paso que da Pablo Iglesias, el laboratorio de las ideas del vicepresidente segundo, más centrado en los grandes asuntos ideológicos del partido. Dice que aceptó ser ministra solo porque él se lo pidió y, aceptado el reto, se ha empleado a fondo en una carrera por ser la primera en dar el gran titular. No hay incendio que se precie en el que la ministra de Trabajo no está presente, aunque tenga que meterse a codazos en materia. Lo mismo arrastra a Iglesias ante los medios para ponerse la medalla de la solución a la crisis del campo, que edita una guía-bomba instando a las empresas a paralizar la actividad por el coronavirus, que revienta sin miramientos el diálogo social.
Pero toda la acción de la ministra tiene su correspondiente reacción. Ayer fue llamada a capítulo por La Moncloa por meterse de lleno en terreno ajeno en una lucha que evidencia la existencia de dos gobiernos en uno. «Las indicaciones sobre la evolución del coronavirus y las medidas a tomar en España las está ofreciendo el Ministerio de Sanidad», le recordaron. Vamos que las órdenes las da el socialista Salvador Illa. Trasquilada salió Díaz, que contento tiene también a otro ministro, el de Seguridad Social, que espera impaciente que llegue la cordura de La Moncloa y pueda decidir él solito en qué porcentaje suben este año las bases máximas de cotización, materia en la que la experta laboralista también quiere meter mano. No se conforma con el 2,8% que pretende José Luis Escrivá subir los costes a las empresas. Quiere más, mucho más. Si por ella fuera eliminaría los topes máximos para que pagaran más los que más ganan, la retahíla de siempre. Está aún por ver quién gana el pulso.
Sí se lo doblaron a la ferrolana en la crisis del campo. Terminó cediendo por la fuerza de los hechos. Con el sector agrícola ardiendo de punta a punta y en busca de una buena noticia la titular podemita arrastró a Pablo Iglesias , sin competencias en la materia, a una comparecencia ante los medios para anunciar un acuerdo con los sindicatos para reducir de 35 a 20 las peonadas necesarias para acceder al subsidio agrario, figura asistencial sobre la que la izquierda radical basa toda su estrategia agrícola. Y lo hacían por la puerta de atrás, después de excluir de la reunión convocada en la sede del Ministerio de Trabajo a los responsables de las organizaciones agrarias y saltándose al titular de Agricultura, Luis Planas, empeñado con los distintos sectores implicados en la crisis en buscar una estrategia conjunta a los problemas. La enmienda llegó en este caso por parte de las organizaciones agrarias que exigieron a Planas como único interlocutor válido tras negociarlo con la ministra Calviño, el contrapeso económico a Iglesias puesto por Sánchez. Ya marcó el terreno al líder de la formación morada y la titular de Trabajo cuando exigieron 1.000 euros mensuales de salario mínimo. Guiada por la presión empresarial y los malos datos de empleo, la vicepresidenta decidió que el SMI se quedaba en 950 euros.
Pero si hay un colectivo revuelto contra la titular de Trabajo ese es el de los empresarios. La sede de Diego de León 50 está que arde . El malestar por cómo se están manejando los cambios en la reforma laboral está en el ambiente, después de que la titular de Trabajo decidiera suprimir por decreto el despido por absentismo sin mediar diálogo alguno con los empresarios y sin poner sobre la mesa medidas alternativas para controlar las bajas reiteradas. Las formas no convencen, pero tampoco el contenido de los cambios para desmontar la reforma laboral que prepara su departamento. Por ello, la organización que preside Antonio Garamendi ha marcado ya sus líneas rojas y no negociará cambios en la subcontratación, por entender que su propuesta tendría graves consecuencias para el tejido empresarial y el empleo.
Pero la bomba estaba por llegar. La nueva semilla de la discordia se llama coronavirus. Esta semana el Ministerio hacía pública una guía de actuación en las empresas en caso de infección realizada a hurtadillas que puso en alerta a la patronal y a UGT (CC.OO. no rechista). La primera acusó a la ministra de generar «confusión» y de cometer un «grave error» el segundo reclamó una reunión por no haber sido consultado. Contento tiene Yolanda a Pepe Álvarez, que brama contra Pedro Sánchez por sentirse traicionado en la conformación del nuevo Gobierno, en el que su sindicato ni pincha, ni corta. Mira con recelo el líder sindical a su aliado en CC.OO., Unai Sordo. Éste sí irradia felicidad. Su red de influencia se ha ampliado y ya ni cuestiona, ni abre la boca. Los suyos, vaya los comunistas, han logrado colarse en el primer Ejecutivo de coalición de la democracia con tres ministerios y una vicepresidencia. Ni en sueños pensaron que podría llegar a ocurrir.
Ahora solo queda esperar a ver cuál será la próxima, que la habrá.