Esto es lo que puedes aprender de la selección española de baloncesto para que triunfe tu negocio

Compromiso, empatía, diversidad... los valores del equipo de Scariolo deberían ser referencia en la gestión de equipos en las compañías

El alero de la selección española de baloncesto Rudy Fernández y sus compañeros, con el trofeo que les acredita vencedores del Mundial de Baloncesto de China 2019 EFE

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Ni eran los preferidos, ni los más talentosos ni los que desplegaban mejor forma física. Sin embargo, se hicieron con el mayor galardón que podían obtener. La selección española de baloncesto no ha sido la campeona del mundo ni por suerte, ni por casualidad ni por un cúmulo de circunstancias. Es un ejemplo del trabajo bien hecho en todos los planos que se puedan pensar: espíritu de equipo, esfuerzo, sacrificio, empatía, responsabilidad, compromiso, honestidad, compañerismo... Son muchos valores de los que han hecho gala estos doce jugadores y su equipo técnico durante el Mundial de China.

Del deporte y de lecciones de equipos tan auténticos, se pueden inspirar muchas empresas para crecer y brillar. De hecho, algunas ya lo están haciendo y reciben a deportistas que les transmiten todas las fortalezas del buen deporte sano. «Las charlas de estos coaching son muy valoradas por las organizaciones», cuenta Carlos Martínez, presidente de IMF Business School. La nadadora paralímpica Teresa Perales, el nadador David Meca y la montañera Edurne Pasaban son algunos de los que se dedican a ello. «Ya hay empresas del Ibex que trabajan con estos valores porque marcan distinción. Y hay escuelas de negocio que imparten programas de formación en esos valorespara conseguir los valores económicos», añade Ceferí Soler, profesor del departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade.

En lo que ahora toca, varios expertos analizan las claves que han dado el triunfo a la selección española de baloncesto y que bien podrían trasladarse a muchas compañías:

Scariolo «es un líder fuerte, carismático y los jugadores creen en él»

El líder es la clave. Y el seleccionador Scariolo el espejo en el que se podrían mirar muchos cargos de responsabilidad que dirigen equipos de personas en las organizaciones. «En las empresas faltan líderes con esa capacidad de imán que tiene un Scariolo, líderes que sean generosos con su equipo, que construyan un buen clima de trabajo, que trabajen en equipo. En muchas organizaciones prima el individualismo, el colgarse medallas... Y eso hace que los proyectos no crezcan. Está demostrado que el mal ambiente tiene un gran impacto en la productividad», afirma Carlos Martínez.

Nadie duda de la capacidad técnica del entrenador, de su preparación y trayectoria. «El seleccionador tiene un liderazgo reconocido. Hay muchas empresas que están mal gestionadas porque no hay una estructura de mandos bien preparada. Un médico no tiene por qué ser un buen gestor de hospital», dice el profesor Soler.

El don que todos atribuyen a Scariolo es su buen hacer y que ha sabido aprovechar la diversidad. «El entrenador ha unificado a gente que viene de muy diferentes lugares y que tienen muy distintos compromisos. Los ha alineado con un objetivo común», explica Soler. Eso trasladado a la empresa significa saber sacar lo mejor de cada trabajor. «Asignar las tareas y redistribuir los encargos en función del perfil profesional de cada uno, eso es un buen directivo», defiende Santiago Álvarez de Mon, profesor del departamento de Dirección de Personas en las Organizaciones del IESE.

Su credibilidad es la otra faceta que reconocen a un hombre que se ha metido a todo el país en su bolsillo: «Es un líder fuerte, carismático y los jugadores creen en él. Esa es la clave para salir adelante. También en la empresa todo parte de un liderazgo fuerte y creíble, siendo honesto con los trabajadores, dominando la materia donde estés. Y esa credibilidad personal se gana en el día a día», sostiene Carlos Martínez.

Todos reman en la misma dirección. Es vital. «La armonía de un equipo es que todos se identifiquen con un objetivo común», señala el profesor Soler. Es así de sencillo. Pero en las organizaciones los egos arruinan el camino. «La gente juega para su propio ombligo y tiene una visión narcisista de las metas», comenta De Mon. «Los egos —continua— destrozan los equipos. Lo que hay que hacer es fomentar la mejor versión de un trabajador o de un deportista para que todos, desde la responsabilidad individual, multipliquen. En la gestión de equipos en empresas necesitamos gente independiente, capaz, adulta y madura. En la selección no ha habido ningún comportamiento infantil ni egocéntrico, unos han jugado más minutos y otros menos, y no se han enfadado. En las empresas se producen peleas por cuestiones infantiles (por ejemplo, por tener o no un despacho o porque el despacho es un metro más pequeño que el del compañero) y comportamientos egocéntricos como los personas que cuando hacen una ponencia solo hablan para sí mismos».

Desplegar una buena estrategia y un gran capacidad táctica. «El entrenador ha sabido leer muy bien el partido. Ha demostrado instinto y olfato para ir más allá. Ha sabido ver quién hace qué, quién es el pivot, quién el alero, quién el base y quién el escolta; ha ido redistribuyendo los roles en función del momento; ha explotado bien las cualidades... Y eso es lo que tiene que hacer un directivo: observar el mundo, las fortalezas y debilidades de su empresa intentando subsanar las segundas y explotar las primeras, tiene que analizar, planificar y actuar; proyectarse hacia afuera, reconocer las claves de un mundo cambiante y centarse en el presente que es lo único que se puede cambiar», recomienda el profesor De Mon.

«La suerte es una señorita que se presenta cuando has hecho los deberes»

«Tener una buena estrategia, conocer bien al rival, sus movimientos es fundamental en el deporte. Sin embargo, en las empresas hay muchos ejemplos de que esto no se hace. Hay comerciales que visitan una empresa y no la estudian previamente. Si vamos a dar un servicio tendremos que saber a quién y conocer sus puntos fuertes y débiles», añade Carlos Martínez.

Trabajo, trabajo... y esfuerzo. «La suerte es una señorita que se presenta cuando has hecho los deberes», afirma el profesor De Mon. Es decir, que nada llega regalado. El trabajo constante, la capacidad de superación, el tesón, el sacrificio, la concentración.... han elevado a esta gran selección hasta lo más alto. «El talento vale lo que vale. En el mundo profesional por mucho talento y buen producto que tenga nuestra empresa, si no trabajamos al máximo no vamos a conseguir frutos», reconoce Martínez.

Valores interiorizados. El trabajo en equipo, el compañerismo, la ambición de superación de forma sana, el compromiso, la responsabilidad... son valores que se han visto en la selección. «Los jugadores los habrán adquirido en la familia, en el cole... Pero hay uno que destaca entre todos: la coherencia.Cada uno tiene que ser coherente con lo que dice y hace.Y eso sirve en el deporte, en la empresa y en la vida», comenta el profesor Soler.

La comunicación es otra pieza fundamental. «Transmitir el mensaje claro, de forma sencilla y que se entienda», matiza De Mon. Pero una buena comunicación también requiere de buenas dosis de empatía «para acompañar al jugador quebrantado», para saber hablar de las equivocaciones, de lo que está mal o bien, de lo que molesta o no...

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