La encrucijada de la nueva PAC: proteger la biodiversidad y a los pequeños agricultores

El PE pide una ley para preservar el 30% de las zonas terrestres y marítimas de la UE

Un ejemplar del lince ibérico corriendo por el parque de Doñana Reuters
F.J. Calero

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De estar al borde de la extinción con 94 ejemplares en 2002 hasta los más de 1.110 actuales, la historia del lince ibérico, uno de los felinos más amenazados del mundo, es también la del triunfo de la lucha por la biodiversidad en la Península Ibérica. Sin embargo, esta victoria inacabada no maquilla, ni mucho menos, que la UE sufra, además de una crisis climática, una crisis de biodiversidad de consecuencias imprevisibles. A nivel global, un millón de especies ya están en peligro de extinción, según un informe del IPBES, grupo de expertos de la ONU en Biodiversidad.

Esta semana, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo (ENVI) ha aprobado, con 62 votos a favor, 4 en contra y 12 abstenciones, el informe de iniciativa propia –donde alerta del alarmante descenso de polinizadores– que refuerza la Estrategia de la UE sobre biodiversidad para 2030 presentada en 2020 por la Comisión Europea, como una de las políticas clave del Pacto Verde Europeo. La aprobación de este texto se someterá a la votación del pleno del 7-10 de junio. «Al igual que ya hay una ley europea del clima, queremos una ley europea sobre biodiversidad que establezca un marco de gobernanza para la biodiversidad hasta 2050 e incluya objetivos legalmente vinculantes para 2030. Apoyamos el establecimiento de un plan que restaure el 30% de las zonas terrestres y marítimas de la UE», dice a este diario el ponente del informe sobre Biodiversidad del PE, César Luena (PSOE).

La nueva estrategia, que pide movilizar 20.000 millones de euros anuales, quiere contener los factores causantes de la pérdida de biodiversidad: cambios en el uso de la tierra y el mar; explotación directa de organismos; cambio climático; contaminación y especies exóticas invasoras. Además, los eurodiputados de ENVI piden a la Comisión que se logre un ‘estado de conservación favorable’ para todas las especies y hábitats protegidos, esperando también que al menos el 30% de las que ahora no se encuentran en un estado favorable lo sean o muestren una tendencia positiva en esta dirección. «La biodiversidad nos protege de alguna forma de enfermedades infecciosas. El 70% de las infecciones emergentes viene de zoonosis, que (a día de hoy) es la principal tesis que explicaría el Covid», sostiene Luena, que aboga por concebir «una sola salud: humana, animal y medioambiental».

Apostar por la agricultura ecológica -al menos en un 25%- y reducir los plaguicidas más peligrosos en torno a un 50% para 2030 son dos de los compromisos estrella del informe. Para ello, la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) es clave: el modelo agrícola actual es el mayor causante de la pérdida de biodiversidad, según el Tribunal de Cuentas de la UE. Sin embargo, en esta misma semana ha fracasado la última ronda de los «super trílogos» de la PAC, con PE y Consejo entrando en su clásico juego de acusaciones.

Sin acuerdo sobre la PAC

«La falta de flexibilidad del Consejo amenaza la seguridad de los agricultores de la UE», advirtió el presidente de la Comisión de Agricultura (AGRI) del PE, Norbert Lins. Otra de las negociadoras de AGRI, la liberal alemana Ulrike Muller, contactada por este diario, se mostró triste por no haber llegado ya a un acuerdo prefiriendo no dar más detalles a la espera de retomar las negociaciones el próximo mes. Pese a las desavenencias, la UE parece cerca de poner fin, según el comisario de Agricultura Janusz Wojciechowski, a una maratón de tres años para reformar la PAC que contará con una nueva normativa a partir de 2023.

La PAC, que absorberá un tercio de los presupuestos europeos 2021-2027 (378.500 millones de euros, 47.724 millones para agricultores y ganaderos españoles), se enfrenta en plena pandemia a los vientos de cambio históricos que piden que sea más verde y proteja más a pequeñas y medianas explotaciones, así como mejorar las condiciones laborales de gran parte de los 10 mllones de trabajadores del campo en la UE. Hasta la fecha, el 20 por ciento de las explotaciones recibe 8 de cada 10 euros de los pagos directos (el grueso de la PAC). Incluso entre esos grandes terratenientes se encuentran cabezas visibles del euroescepticismo más mediático como el exasesor de Boris Johnson, Dominic Cummings, y líderes de la talla del ‘premier’ checo Andrej Babis, el segundo hombre más rico del país. Por ello, una de las líneas rojas del PE hasta el momento es la dotación mínima para pequeños y medianos agricultores de un porcentaje del 10% (antes pedían el 12%)

El principal escollo, no obstante, ha sido el porcentaje para los eco-esquemas: pagos anuales directos (que se otorgan por hectárea o cabeza de ganado) a los agricultores para que acepten compromisos medioambientales. Según las fuentes negociadoras, tanto eurodiputados, que partían de una exigencia del 30%, como estados miembros (20%) parecían estar avanzando hacia un acuerdo por el que el 25% de los pagos directos se destinen a planes ecológicos. Pero el PE retiró finalmente su apoyo a la propuesta de la presidencia portuguesa de un porcentaje mínimo del 18% y un 7% que las capitales pueden reasignar.

«La reforma de la PAC, tal como está, no es probable que cumpla con los objetivos climáticos y de biodiversidad del Pacto Verde», describen a Europa Hoy Geneviève Pons y Pascal Lamy, directora general y vicepresidente del instituto Jacques Delors Europa. Esta nueva PAC –subrayan–parece devolver cierta responsabilidad a los Estados, que tienen que cumplir con los objetivos de neutralidad climática y biodiversidad diseñando planes ecológicos nacionales. «Esto incluye la restauración de suelos que tienen el potencial para ser reservas de almacenamiento de carbono», agregan.

Todavía más pesimista es Greenpeace que denuncia que el «modelo de agricultura intensiva y ganadería industrial ha llevado a la pérdida de biodiversidad en las últimas décadas». Según la ONG BirdLife Europe, la UE ha perdido el 57% de las aves de sus tierras de cultivo desde 1980.

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