El BCE empieza a barajar la idea de un banco malo a escala europea
La Comisión se resiste, pero no descarta usar «todas las posibilidades relevantes»
En los últimos días, funcionarios del Banco Central Europeo (BCE) han mantenido conversaciones de alto nivel con representantes de la Comisión, acerca de la idea de crear un banco malo de la Eurozona como una herramienta posible para absorber miles de millones de euros en deudas tóxicas de los balances de los bancos. Los portavoces de la Comisión dieron a entender ayer que esa idea está sobre la mesa, pero que por ahora no hay ningún trabajo en esa dirección. De momento, el Ejecutivo comunitario prefiere ver hasta qué punto se pueden utilizar los mecanismos ya previstos en esta dirección, antes de acudir a esta solución, y aunque parece que en Bruselas estarían más predispuestos a que se llevase a cabo a través de los países miembros, sus representantes admiten que en caso de necesidad «exploraremos todas las posibilidades relevantes».
La noticia fue publicada ayer por el «Financial Times» citando a Yannis Stournaras, el responsable del Banco Central Griego y, como tal, miembro del Consejo de Gobierno del BCE. A su juicio, teniendo en cuenta la experiencia de la crisis financiera que empezó en 2008 y de la que su país fue precisamente una de las víctimas principales, el único medio para que el sistema financiero pueda sobrevivir ante la avalancha de créditos dudosos que puede producirse en los próximos meses es la creación de un banco malo. «Podría ser uno europeo o varios nacionales. Pero tiene que hacerse rápidamente» opina el responsable griego.
La Comisión no es en principio favorable a acudir a esta opción porque considera que ya existen mecanismos suficientes para proteger al sistema financiero, creados precisamente como resultado de la pasada crisis, pero no se opone a que lo hagan los países por su cuenta, siempre que se sigan las estrictas reglas que lo regulan actualmente. «La Comisión continuará verificando los efectos de la pandemia de coronavirus tanto en la economía real como en el sistema financiero» dijeron ayer sus portavoces oficiales. «En este contexto estamos en contacto permanente con el Banco Central Europeo, la agencia de supervisión bancaria (EBA) y el Mecanismo Único de Resolución (SRM)». Además, el Ejecutivo comunitario recuerda que «en 2018 ya se puso en marcha la legislación europea para regular la creación de este tipo de mecanismos a escala nacional , teniendo en cuenta las reglas sobre ayudas de Estado, que entran en este campo».
Uno de los principales dogmas de la pasada crisis fue, en efecto, la creación de mecanismos legales muy estrictos para trasladar forzosamente las pérdidas de las entidades financieras a los propios accionistas en primer lugar, seguidos por los bonistas, para evitar que en última instancia toda la carga de los problemas de las entidades financieras golpee a los contribuyentes porque se paguen sus problemas con dinero público, aunque todas estas reglas se hicieron sin tener en cuenta o siquiera imaginar una situación como la que se está creando en toda la zona euro. En 2017, cuando era el responsable de la EBA, Andrea Enria, (actual presidente de la junta de supervisión del BCE) ya propuso formalmente la idea de crear un banco malo a escala europea, pero también entonces se topó con la oposición de la Comisión a cualquier relajamiento de las reglas sobre ayudas de Estado a los bancos.
Sin embargo, todo puede cambiar en esta crisis que ha hecho saltar por los aires casi todas las previsiones y no solo las económicas. Con las cifras de pérdida del PIB de la mayoría de los países que se mencionan y que no eluden la barrera terrorífica de las dos cifras, las perspectivas de un aumento espectacular de los activos tóxicos en los bancos pone los pelos de punta.
Hasta ahora, la Comisión ha aceptado flexibilizar como nunca las reglas que limitan las ayudas de Estado y cada semana publica resoluciones autorizando cientos de expedientes en los que se permite a los gobiernos inyectar dinero en empresas públicas. Ha previsto incluso llegar a aceptar que los Gobiernos puedan «nacionalizar» empresas quebradas por la crisis, para intentar reflotarlas. Ayer mismo, uno de los países considerados más rigurosos en el factor presupuestario, Austria, pidió formalmente que la Comisión suspenda por completo esta legislación, para poder inyectar dinero a las empresas sin tener que pedir primero permiso a Bruselas. Y eso que la semana pasada, el Ejecutivo comunitario autorizó al Gobierno austríaco a operaciones de este tipo por valor de 15.000 millones de euros , que es un nivel estratosférico para este tipo de gestiones.
En la anterior crisis financiera, solo España, Irlanda y Alemania llegaron a crear bancos malos respaldados por el Estado para asumir los créditos dudosos dejados por el desastre que se extendió en el sector financiero. No obstante , también como resultado de aquella crisis, la Comisión estableció una legislación que solo permite a los gobiernos crear mecanismos de este tipo si están dentro de un mecanismo de resolución de un banco, es decir, cuando la entidad va a ser disuelta, no para salvarla, que es por ahora el principal objetivo de los gobiernos y de la propia Comisión.
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