Lagarde impulsa un cambio histórico en el BCE y eleva el objetivo de inflación al 2%
La flexibilización de esta meta beneficia a los países más endeudados de la zona euro, entre los que se encuentra España
Los miembros del Consejo de del Banco Central Europeo se han puesto de acuerdo para inaugurar una nueva etapa en la historia de la política monetaria europea y han decidido sustituir el objetivo de inflación fijado en los estatutos de la entidad desde 2003, que era hasta ahora «por debajo pero cerca del 2%», por otro más elevado, que menciona el 2% e incluso contempla tasas por encima de esa línea. Enmarcando esta revolución en la lucha contra las consecuencias económicas de la pandemia, el BCE da ya por buenas subidas de precios más altas de las que la zona euro ha disfrutado desde principios del siglo XXI.
La decisión será anunciada oficialmente tras la reunión que el Consejo celebra hoy en Frankfurt, pero el acuerdo ha sido ya precocinado, según adelanta la agencia de noticias 'Blommberg'. El nuevo objetivo de inflación es un 2% flexible , que podrá ser rebasado cuando el Consejo lo considere necesario sin que por ello deban subir las tasas de los tipos de interés o se deban abordar retiradas de estímulos en vigor. El BCE, con esta reforma en toda regla con la que Christine Lagarde rehace la estrategia, deja de asumir el papel que heredó del Bundesbank alemán, a cuya imagen y semejanza fue diseñado, de vigía y protector contra la inflación. Ahora el BCE se parece más a la Reserva Federal estadounidense, que ya en el pasado mes de agosto anunció una flexibilización de su objetivo tras 41 años de continuidad ininterrumpida en su política monetaria. Desde entonces los precios han subido un 5% en Estados Unidos sin que la FED haya movido un dedo para impedirlo.
En los ya bastante rancios términos de palomas y halcones , se trata de una derrota para estos últimos y otorga una mayor flexibilidad y permisividad para que el BCE siga utilizando artillería anticrisis sin temor a sus consecuencias. El primero y más directamente afectado por la decisión es el programa de compras de deuda PEEP, con una dotación total de 1,85 billones de euros, en principio en vigor hasta marzo de 2022 que podría ser prolongado. Aparentemente, además, la decisión beneficia a los países más endeudados de la zona euro, entre los que se encuentra España, puesto que una mayor tolerancia con la inflación ayudaría a diluir el valor de la deuda pública ya asumida, pero también allana el camino a que siga aumentando la deuda, lo que en el caso más optimista dejará el balance en lo comido por lo servido. Teniendo en cuenta que la deuda pública española está ya por encima del 125% del PIB , la nueva política allana el camino a la emisión de más deuda y a continuar trasladando el peso de la actual crisis a las siguientes generaciones, beneficiando la continuidad de los gobiernos que pueden seguir emitiendo bonos sin asumir políticas de reducción de la deuda.
Lagarde cumple así con uno de los principales objetivos que se fijó a su llegada a la presidencia del BCE. «Vamos a revisar multitud de asuntos, entre ellos cómo cumplimos nuestros objetivos, cómo medimos y qué herramientas tenemos, además de cómo nos comunicamos», anunció desde el principio. Lagarde ha mantenido su hoja de ruta con determinación, a pesar de que la principal preocupación de la zona euro ahora mismo no es la inflación alta, sino la inflación baja, especialmente en determinadas áreas geográficas. En el momento de reforma de la estrategia, la inflación europea está en el 1,9% , aunque pocos expertos dudan que en los próximos meses veamos avances significativos del dato, aplanado por la pandemia y por la necesidad de las empresas de tirar los precios por los suelos en busca de clientes.
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