Economía circular y el reto del crecimiento económico
«Tenemos por delante un gran reto, que debemos abordar tanto los gestores, productores y diseñadores, como los mismos consumidores»
Seguro que alguna vez hemos escuchado «si todos viviésemos como los americanos, necesitaríamos dos Tierras para abastecernos». Pero, ¿es así? Es verdad que no solo los americanos, sino todos vivimos a un nivel frenético. Y sí, es verdad, la Tierra es un recurso limitado , al final no es más que un sistema cerrado con recursos que, aunque se regeneren, acaban por agotarse. La población del planeta no deja de crecer , y ello lleva consigo un crecimiento económico y social, por lo que las fuentes de energía son más escasas y las materias primas se van agotando. ¿La solución? Encontrar fuentes renovables con bajo impacto y dejar que las materias primas se fueran regenerando, siguiendo su propio proceso como si de una cosecha se tratara. Pero mientras el crecimiento económico y su rapidez impidan que sigamos los ciclos naturales, esta no es una solución factible.
¿Cuál es entonces la mejor solución? Debemos encontrar un compromiso entre nuestro crecimiento económico y los ciclos naturales , para conservar el equilibrio energético y de materia de la Tierra. Y esa es la economía circular , que no es más que volver a lo que hemos hecho años atrás. Es simplemente una concepción de la forma de comportarnos, dejar atrás una economía lineal en la que los productos se fabrican, se utilizan y, una vez agotada su vida útil, se desechan. La solución pasa por, una vez fabricado un producto y agotado su uso, volver a integrarlo en el ciclo económico o en el industrial, de forma que se convierta en el recurso de un producto nuevo.
Ejemplos de economía circular básicos los hemos tenido siempre, pero los hemos ido olvidando. Ir a comprar con una bolsa de tela en lugar de una bolsa de plástico, llevar tus propios envases… El reto está ahora en aplicarlo a gran escala . Aplicando varios principios, como que todos los productos tienen que poder ser degradados y sus componentes reincorporados a ciclos naturales o industriales con el mínimo uso de energía de procedencia renovable; que el servicio prestado por un producto prevalezca sobre la propiedad de este, de forma que se busque satisfacer necesidades en lugar de acumular objetos, y que los precios deban dirigir el consumo de bienes hacia aquellos integrables en una economía circular.
El cambio pasa también por la colaboración de los consumidores que van a tener que cambiar sus hábitos actuales. Pongamos el modelo circular en textil. Para que los fabricantes circularicen el modelo, los consumidores deben separar y reciclar los tejidos, y estar dispuestos a comprar prendas con fibras recicladas, cuya apariencia es diferente a la que estamos acostumbrados, prendas reutilizadas o prendas con diseños fáciles de reciclar. Sin embargo, según un estudio de Greenpeace de 2016, aunque el 95% de la ropa que se compra podría ser reutilizada, es desechada como basura en los hogares. Otros estudios en EE.UU. y Reino Unido han encontrado que es minoritario el consumo de prendas reutilizadas y la separación de prendas para su reciclado.
Tenemos por delante un gran reto, que debemos abordar tanto los gestores, productores y diseñadores, como los mismos consumidores. Tenemos que realizar un cambio de mentalidad y empezar a pensar que quizá no sea necesario acumular tanto, o que a lo mejor no es necesario alcanzar más riqueza, sino mantener un nivel de confort y bienestar suficiente, acoplado al sistema limitado en el que vivimos.
¿Podremos con este reto? Para abordar esta crisis es necesario personal cualificado y concienciado , con una formación transversal y crítica, que tengan conocimiento de todos los procesos implicados, sus impactos, y cómo reducirlos. Para ello, la educación es fundamental : se debe formar de manera completa y transversal, para dotar al alumno de todas las capacidades y conocimientos necesarios que le permitan liderar la transformación sostenible de la industria y la sociedad. Se debe fomentar en ellos una actitud crítica , a través de conocer todas las posibles soluciones y sus impactos asociados, de tal forma que sean capaces de tomar las decisiones adecuadas y diseñar las estrategias necesarias para llevar la sociedad y la industria hacia el nuevo plano ambientalmente responsable y energéticamente sostenible que se nos presenta. La educación básica y después la universitaria deben ayudar a cambiar nuestras pautas de comportamiento y consumo para hacer un mundo más sostenible.
Carlos Morales Polo es coordinador del Máster en Medioambiente y Gestión Inteligente de la Energía de Comillas Icai
Carmen Valor es profesora de Marketing e investigadora de Comillas Icade