La economía de Alemania se frena todavía más

El Gobierno vuelve a rebajar la previsión de crecimiento

El ministro de Economía alemán, Peter Altmaier Reuters

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El último gabinete de ministros del Gobierno alemán antes de las vacaciones de Semana Santa deparaba una sorpresa. Las previsiones oficiales de crecimiento económico para 2019 vuelven a ser rebajadas desde el 1% al que ya había sido recortado en enero el pronóstico hasta solo el 0,5% . Por debajo incluso de la previsión de los institutos económicos alemanes, que habían corregido la del gobierno y contaban con un 0,8% a final de año.

El ministro de Economía, Peter Altmaier, ha tratado de restar dramatismo a la situación y h asegurado que la economía germana recuperará dinamismo en 2020 , justificando la rebaja este año por la inseguridad ante el Brexit y las tensiones comerciales internacionales. «La buena noticia es que volveremos a superar esta fase de debilidad después del presente ejercicio», ha vaticinado. Pero no debe sentirse muy seguro de la recuperación anunciada, porque el efecto del Brexit difícilmente desaparecerá de golpe en 2020 y porque ha reconocido que «necesitamos alivios estructurales» y ha adelantado una moratoria de la entrada en vigor de varios de los puntos del acuerdo firmado por los partidos de la gran coalición, de manera que será evitada una subida de los impuestos a las empresas e incluso podría trabajarse en una bajada.

En 2020, el Gobierno alemán espera que la coyuntura sea más favorable y prevé que el crecimiento del PIB se recupere hasta el 1,5%. Altmaier avanza que el Ejecutivo invierte ya a niveles récord en infraestructuras, educación e investigación y que además ha apostado por las «tecnologías de futuro», como la inteligencia artificial. Todas estas medidas podrían servir de revulsivo y dinamizar la economía alemana. Pero la fase de enfriamiento actual, y esto también lo ha reconocido el ministro, tiene que ser una «alerta» y «el Gobierno trabaja ya para mejorar las condiciones de competitividad y de fiscalidad para las empresas, con el objetivo además de que las contribuciones sociales se sitúen a largo plazo por debajo del 40%».

El pasado 30 de enero el gobierno de Merkel ya admitió que tenía que recortar su previsión para 2019 desde el 1,8% inicial hasta el 1% y ya entonces el propio Altmaier se refirió al impacto esperado por la incertidumbre del brexit y de la coyuntura internacional. Más recientemente, a principios de abril, las incertidumbres de carácter político y relacionadas con la ya anunciada despedida de Angela Merkel de la Cancillería de Berlín fueron esgrimidas por los principales centros de estudios del país al publicar su estimación de que la economía germana solo crecerá este año un 0,8%. Es el mismo porcentaje esperado por el consejo asesor del Gobierno federal, los llamados «cinco sabios», que rebajó el 19 de marzo siete décimas su previsión del pasado noviembre.Una de las razones de este enfriamiento hay que buscarla en la caída de la producción industrial alemana y en el colapso de los pedidos industriales. En el mes de febrero, el descenso en las exportaciones fue de un 1,3% respecto al mes anterior, de acuerdo con datos de la Oficina Federal de Estadísticas y cayendo a un ritmo no visto desde la última crisis financiera global . La reducción de la demanda china, uno de los principales clientes de Alemania, se suma a los factores anteriores y el conjunto deja parado a un país cuya actividad económica representa un 29% del conjunto de la eurozona y la cuarta mayor economía del globo.

En el último año, la economía alemana ha resultado golpeada por la mala situación del comercio global, principalmente por los aranceles que Estados Unidos ha impuesto a las importaciones de acero y aluminio . La posibilidad de que esas tarifas se apliquen también a la importación de automóviles tendría un impacto todavía más nocivo y la implantación de nuevos tests de emisiones amenaza con mayores impactos en la producción de automóviles.

Sin duda este recorte de previsión del crecimiento alemán estaba ya en mente del Consejo del BCE cuando decidió, el mes pasado, retrasar las subidas de los tipos de interés y anunciar nuevos programas de liquidez para los bancos. Pero la capacidad del BCE es limitada y el Gobierno alemán opta por introducir pro vía de urgencia la bajada de impuestos y aumentar las inversiones públicas. Muchos economistas consideran que Alemania tiene margen para optar por ese camino porque el Gobierno alemán gasta menos de lo que recauda en impuestos sobre los presupuestos generales. Las recomendaciones más recientes de la Comisión Europea apuntan a que todavía es necesario aplicar políticas «prudentes» que aseguren la sostenibilidad de las cuentas públicas.

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