La deuda lastra la salida de la crisis y sitúa a España en la diana del mercado
El Tesoro necesitará disparar las emisiones muy por encima de lo previsto y podrían situarse en el entorno de 100.000 millones de euros
España se adentró en la crisis del coronavirus con uno de los ratios de deuda pública más altos de Europa y, si nada lo remedia, saldrá de ella con uno de los más altos de su historia. Sin margen ya para evitarlo, esta peligrosa escalada es lo que explica que el gran caballo de batalla del Gobierno en Europa sea impulsar un fondo de deuda perpetua, que dé un balón de oxígeno a España para aprobar medidas en el momento en que más necesarias son. «No importa que gastemos dinero, no importa que lleguemos a un 120% del PIB de deuda», señaló el pasado viernes el presidente de CEOE, Antonio Garamendi.
Pero este último recurso tendrá consecuencias. «La deuda pública obviamente se va a disparar, lo que exigirá hacer frente a su coste en los próximos años. La sostenibilidad de esa deuda no solo depende de su magnitud, sino también del crecimiento del PIB, por lo que sería un error no endeudarse ahora porque la caída del PIB aun sería mucho mayor, pero hay que hacerlo de manera eficaz», considera el director adjunto del IVIE y catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, Joaquín Maudos.
El FMI ha estimado que la deuda sobre PIB podría aumentar hasta el 113% este año, lo que supone un aumento casi 20 puntos, y el Banco de España, en su peor de los escenarios, la eleva al 122%. Otros países como Francia (al 115,4% se irá la deuda según el FMI) están en circunstancias similares, aunque Alemania tiene mayor colchón fiscal (68,7% recoge la previsión del FMI).
Estas diferencias entre el margen fiscal de los países que ajustaron sus cuentas públicas durante los años de recuperación y los que no lo hicieron tanto se evidenció al comienzo de la crisis del Covid-19. Mientras el plan de apoyo puesto en marcha por Francia equivale al 23% de su PIB, el de Italia, al 21%, el de España al 11%, Alemania movilizó el 60% del PIB para salvar su economía. «La respuesta fiscal inmediata de Alemania a la pandemia fue casi siete veces mayor que en Italia, donde la crisis ha sido más dura», reconoció en el Parlamento Europeo el presidente de los ministros de finanzas de la zona euro, Mário Centeno. Y añadió después lo que amenaza con convertirse en el epicentro de la crisis pospandemia: «Esta fragmentación socava el mercado único y el euro», advirtió Centeno.
«Los que hoy reclaman solidaridad son los mismos que ayer clamaba contra el austericismo de Europa», apunta Marcel Jansen, doctor en Economía y profesor de la UAM. «La creación de colchones fiscales y reducción de deuda deben ser una prioridad una vez que se haya normalizado la situación. Esto va a requerir sacrificios porque España saldrá con un nivel de endeudamiento muy alto , pero la prioridad ahora es dar una respuesta», advierte Jansen, uno de los casi 80 economistas neerlandeses que remitieron a principios de mes una carta abierta al Gobierno de los Países Bajos para exigirle una respuesta europea a la crisis.
Esta brecha es precisamente la principal preocupación de los mercados. Pese a que actualmente la rápida y contundente respuesta del BCE ha conseguido frenar la escalada de las primas de riesgo de los países periféricos, la temida «prima de riesgo» se ha dejado ya notar. Esta semana, el diferencial entre el bono soberano español y el italiano alcanzó los 155 puntos, un nivel récord en cuatro años, mientras que el italiano ronda ya los 250.
«El mercado está distinguiendo mucho entre Italia y Grecia (con más prima de riesgo) y España y Portugal (menos). La prima de riesgo de España está muy por debajo de los niveles de 2012 en parte porque esta vez nuestro sistema bancario es solvente y líquido», reflexiona el socio y economista jefe de Arcano Ignacio de la Torre, que añade otra diferencia frente a entonces: la menor deuda de familias y hogares. La deuda privada fue en 2019 del 129,7% del PIB cumpliendo por primera vez desde 2003 el objetivo de la Comisión Europea de que esté por debajo del 133%. «En España esta vez la crisis nos coge con un nivel de deuda privada muy saludable», recuerda De la Torre. Lejos quedan los tiempos de burbuja inmobiliaria en el que llegó al 204,2% del PIB en 2009.
El repunte de los diferenciales periféricos coincide con un aumento en las necesidades de emisión de deuda nunca antes vistas. El martes, Italia colocaba 16.000 millones de euros distribuidos en deuda a cinco y 30 años, y el miércoles España emitía 15.000 a diez años. «A la vista de los déficits previstos –según el FMI 8,3% del PIB para Italia y 9,5% para España– la oferta de papel va a seguir siendo muy elevada», auguran los analistas de Afi en un reciente informe. De hecho, en el mercado se da por sentado que el Tesoro español va a afrontar unas necesidades de emisión que superarán con creces lo previsto y que podrían superar los 100.000 millones de euros.
«La emisión neta de deuda en Italia podría alcanzar los 148.000 millones y la de España 118.000», calculan desde Afi. No obstante, «estas cantidades se reducen a 32.000 millones para Italia y 43.000 para España una vez que se descuentan las compras que realiza el Eurosistema. Si además tenemos en cuenta que en torno a un 20% de las amortizaciones de deuda se cubrirán con el BCE, queda claro el rol fundamental de la autoridad monetaria en la financiación de ambos países», apuntan. «La duda es si esas compras no son suficientes y el mercado pide más y eso nos aboca a solicitar ayuda al MEDE con un rescate. Pero antes iría Italia que España por su mayor nivel de deuda, los problemas de sus bancos y las peores perspectiva», abunda Maudos.
Los expertos consultados coinciden en que «el Gobierno debería lanzar estímulos fiscales de ayuda a las microempresas, que pueden desaparecer masivamente y representan 3,5 millones de empleos», señala De la Torre «Lo importante es que las medidas que alimentan esa deuda sean eficaces para reactivar cuando antes el PIB. La sostenibilidad de la deuda depende del crecimiento del PIB, y cuanto más crezca, más sostenible es esa deuda», contrapone Maudos. La respuesta, y el dinero, una vez más, están en Europa y la letra pequeña de su fondo de recuperación. Antes habrá que encontrar una fórmula –y el lenguaje– que logre construir el consenso.