Después de un año, el plan Juncker tarda en ganar altura
Se diseñó con un presupuesto inicial de 315.000 millones de euros como estímulo
Si se compara con la altura de sus ambiciones iniciales, todo lo que se puede decir del mayor proyecto de fomento de la inversión en la historia de Europa es que un año después apenas ha levantado el vuelo. Con 11.200 millones de euros realmente programados sumando grandes proyectos de infraestructuras y créditos a pequeñas y medianas empresas, está todavía muy lejos de los 315.000 millones con los que se diseñó. Su objetivo de actuar como estímulo para la recuperación económica y la creación de puestos de trabajo no se vislumbra todavía.
Pese a todo, la Comisión Europea se considera «muy satisfecha» con su funcionamiento hasta ahora. Teniendo en cuenta que se necesitaron cuatro meses para poner en marcha la infraestructura institucional, como la creación del Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas (EFSI en inglés), en Bruselas creen que haber movilizado un total de 82.100 millones de euros en tan poco tiempo da razones para ser optimistas sobre el futuro.
El papel de China
Hasta los más críticos han tenido que reconocer que una de las características esenciales de este proyecto es que por primera vez no se trata simplemente de un rubro en el presupuesto comunitario, como lo son los fondos estructurales, sino que se trata de movilizar capital privado, aunque sea bajo la garantía de los fondos públicos. Un mecanismo de ingeniería financiera que debería haber sido como un resorte de inercia para dinamizar a las economías europeas y que se retroalimentaría a si mismo. Partiendo de la base de que en el mercado mundial hay un exceso de liquidez y las tasas de interés están en mínimos históricos, el planteamiento sobre el papel era inmejorable.
La carta con la que los responsables comunitarios contaban desde un principio era la participación de China, a la que los analistas imaginan como una inmensa caja fuerte repleta de capital buscando una colocación. Es cierto que China ha expresado su voluntad de participar en este programa, pero por ahora no se ha pasado del trabajo técnico entre la propia Comisión Europea, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el fondo chino «Silk Road», que es el organismo que las va a gestionar.
Teóricamente las inversiones chinas no tendrán un trato más favorable que las de cualquier otro fondo y los proyectos en los que desee invertir el gigante asiático deberán ser aprobados –como todos– por el EFSI (puesto que tienen garantía pública) pero los responsables chinos se empeñan en que se han de tener en cuenta de alguna manera las dimensiones de su contribución a este plan. El EFSI está regido por un consejo de dirección que representa a las instituciones y una comisión de inversión de la que forman parte expertos independientes que son los que dan luz verde a los proyectos que eventualmente pueden beneficiarse del plan.
La Comisión espera que si las cosas van bien en las negociaciones con China, eso pueda alentar a los inversores de los países de Oriente Medio, cuyos fondos buscan inversiones con capacidad para sustituir la rentabilidad del petróleo. El capital norteamericano también sería bienvenido, aunque en este caso, todo está pendiente de la conclusión de las negociaciones de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP)
Mientras se sustancia esta discusión, el EFSI ya ha aprobado 165 acuerdos de financiación para pymes con un valor de 3.400 millones de euros que según los cálculos multiplicadores de la Comisión puede llegar a beneficiar hasta a 136.000 pequeñas y medianas compañías. En el campo de las infraestructuras solo se han aprobado 57 proyectos por parte del BEI, lo que representa un volumen de financiación total de apenas 7.800 millones de euros.
En el caso de España, ya hay tres proyectos cuya financiación ha sido aprobada, uno para los laboratorios Grifols para investigar sobre medicamentos contra el alzeimer, otro de Redexis Gas para expandir la red de distribución y un tercero para Abengoa –a pesar de la tormenta financiera en esta empresa– destinado a desarrollo tecnológico. Otros tres más están siendo analizados en el campo del transporte marítimo y ferroviario. El EFSI ha puesto 310 millones y el conjunto de la inversión ha sumado los 880 millones en total. Para ser la primera experiencia europea en fomento de inversión privada, puede ser interesante. Pero si se compara con las promesas iniciales, parece insignificante.