Déficit público: atrapados sin salida
«Calviño lo tiene difícil para convencer en Bruselas de que los probables mayores gastos que se preconizan van a poder financiarse con unos hipotéticos mayores ingresos»
En el año 2019 no vamos a cumplir el objetivo inicial de déficit público (del PP) que era el 1,3%, ni tampoco el 1,8% que negoció Calviño en Bruselas, ni el 2% que anunció Montero tras las elecciones de abril y que, prácticamente, la Airef suscribía no hace mucho. El Banco de España lo sitúa en el 2,4% y otros en el 2,5% lo que supondría repetir la cifra de 2018.
Otro año perdido en la corrección de este desequilibrio fundamental, con el agravante de que la situación cíclica de la economía española es favorable y, en lugar de aprovechar para reducir el déficit estructural, llevamos años sin hacer apenas nada . Peor aún, porque en 2019 nos han caído del cielo más de 2.000 millones de ahorro de intereses al reducirse casi a cero (0,23%) el coste de la deuda emitida este año (debido al BCE y otros factores exógenos). Pero nos hemos gastado todo ese maná y más. Como contraste, el gobierno «progresista» de Portugal proyecta ya superávit para 2020 cuando aquí tenemos aún déficit total, estructural (sin el efecto del ciclo) y primario (sin los intereses). Lo que, con el PIB creciendo casi el 2%, es para (mala) nota.
Pero, si 2019 ha sido un año desaprovechado para el requilibrio de las cuentas públicas, el ejercicio 2020 se presenta amenazante.
Para empezar, estamos en plena desaceleración económica , ya que el crecimiento del PIB ha caído en 2019 y lo hará en 2020 al entorno del 1,5%, lo que perjudica al componente cíclico de las cuentas públicas. También podría afectar al crecimiento económico la política impositiva del nuevo gobierno y la falta de confianza de empresarios e inversores, si bien en sentido favorable juega que la Eurozona está dando señales de estabilización. Serán cruciales los presupuestos y su aprobación exigirá muchas concesiones económicas o políticas a los diversos socios. Pero creo que el gobierno se plegará, salvo que ERC pida imposibles (que tampoco es descartable). Porque con ellos (y prorrogándolos para 2021) se aseguraría dos años y pico en La Moncloa, que parece su objetivo prioritario.
Otra cosa es que el presupuesto resultante sea bastante bodrio. Los objetivos iniciales de déficit han ido subiendo del 0,5% (PP) al 1,1% (PSOE), al 1,7% en el proyecto de octubre y ahora apunta a todavía más. Lo que choca con la entrada en vigor de la reforma del artículo 135 de la Constitución (que fue un acierto de Zapatero, bien asesorado en este caso). Por ello, como resultaría inconstitucional no atender las orientaciones de Bruselas, resulta obligado que Calviño vaya a renegociar el ajuste fiscal estructural que nos exigen, del orden del 0,65% del PIB, es decir, unos 8.000 millones. Aunque es difícil que nos otorguen un margen adicional significativo dado nuestro déficit estructural, que todavía ronda el 3%. Pero quizás las cifras se podrían acabar cuadrando sobre el papel. Otra cosa será la realidad.
En cualquier caso, el problema es que Calviño lo tiene difícil para convencer en Bruselas de que los probables mayores gastos que se preconizan van a poder financiarse con unos hipotéticos mayores ingresos anunciados que, aparte de insuficientes, dependen del entorno y son menos predecibles. Así que una de tres: o se incumplen las promesas de gasto, o se suben los impuestos bastante más de lo anunciado o habrá rebasamiento del déficit y consiguiente mayor endeudamiento. Yo me temo lo peor para el dato real, aunque ojalá no acabe llegando al 3% para no volver al procedimiento de déficit excesivo. Pero seguro que a algunos miembros del gobierno incluso les parecerá bien recurrir a la emisión de toda la deuda pública que haga falta , puesto que cuesta poco. Hasta que rompamos el saco…
En fin, me parece necesario aprobar unos presupuestos nuevos , para no seguir con los de Montoro, que se corresponden con un escenario ya lejano y no con las circunstancias actuales. Pero tengo reservas sobre su contenido y el déficit que supongan. Aparte de que la debilidad del gobierno arroja más dudas. Aunque, curiosamente, esa misma debilidad –que es muy negativa para muchos asuntos– quizás impida que se aprueben algunas medidas económicas lesivas para el crecimiento. Mejor así, porque el daño real será menor que el potencial.
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