La decisión del BCE no fue unánime

El Consejo apoyó las compras de deuda por valor de 750.000 millones de euros tras observar una nueva fragmentación de los mercados financieros en la zona del euro, respaldado por una mayoría pero con votos en contra

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La gran artillería que sacó el BCE el pasado 18 de marzo, para garantizar la financiación de los Estados europeos y sus gastos contra el coronavirus, no obtuvo apoyo unánime del Consejo de Gobierno de la entidad europea. Las actas de la reunión, publicadas hoy en Frankfurt, desvelan que el Consejo apoyó las compras de deuda por valor de 750.000 millones de euros tras observar una nueva fragmentación de los mercados financieros en la zona del euro y la subida de las primas de riesgo de algunos países, respaldado por «una amplia mayoría» de sus miembros pero con votos en contra.

Las actas registran también la revisión que el Consejo hizo de las decisiones tomadas anteriormente, el 12 de marzo, «en condiciones en las que la escala de los d esafíos no habían sido suficientemente claros ». Por ello el Consejo de Gobierno del BCE tuvo que volver a analizar la situación, según justificó su economista jefe, Philip Lane, quien propuso la gran operación de compra de deuda pública y privada hasta finales de año. «Una amplia mayoría de miembros apoyó la propuesta de Lane de lanzar un nuevo programa de compra de emergencia de deuda por la pandemia, recogen las actas.

El documento deja claro que fue el conato de una nueva crisis de las primas de riesgo de la zona euro lo que provocó que la presidenta de la institución, Christine Lagarde, convocase con carácter de urgencia a todo su consejo de Gobierno para tomar medidas de inmediato que diesen un balón de oxígeno a los gobiernos que, sin embargo, encontró cierta resistencia.

Una de ellas contrapropuestas presentadas en la ruenión fue la sugerencia de algunos miembros del consejo de reactivar el programa de compras ilimitadas de deuda pública, OMT, que diseñó Mario Draghi durante su mandato para aliviar las tensiones en la deuda pública italiana y española. La idea fue rechazada. De acuerdo a alegaciones presentadas por otros miembros, que el documento no identifica, y que argumentaron que aquel programa «fue diseñado para atajar una contingencia totalmente diferente y salvaguardar la integridad de la política monetaria del BCE, en un momento de fuertes tensiones en los mercados de deuda soberana de algunos países y en particular, para contrarrestar los temores infundados sobre la reversibilidad del euro».

Algunos de los miembros del Consejo no deseaban siquiera activar un programa especial y preferían que el BCE se limitase a utilizar solo el programa de compras de deuda ya vigente, dotado con 200.000 millones. «El sentimiento fue que el programa actual, dada la magnitud y la temporalidad del shock, no es el adecuado», concluyó el organismo. Una de las principales novedades del programa aprobado por el BCE frente al tradicional es que podrá adquirir deuda soberana griega y que gozará de total flexibilidad geográfica para realizar las adquisiciones.

En Frankfurt se rumorea que fueron los presidentes de los bancos centrales Alemania, Austria y Holanda quienes rechazaron activar este programa de compras, aunque esta información no ha sido confirmada de manera oficial. También habría habido desacuerdo en el mensaje a enviar a los mercados. La idea de que el Consejo de Gobierno del BCE está abierto a revisar los límites y a extender en lo necesario ese programa de compras de deuda no gozaba de la aprobación de todos y algunos de los presentes pidieron dejar claro que la respuesta será en cualquier caso «proporcional a los riesgos». En este sentido, las críticas se centraron en que esos límites son una salvaguarda para la institución actúe dentro de su mandato. Alegaron además que se trata de una discusión «prematura» y que podía llevar a ser percibida como un instrumento para financiar directamente a los Estados , algo que el BCE tiene prohibido en sus estatutos.

En declaraciones posteriores, la presidenta del BCE , Christine Lagarde, ha restado importancia a la falta de acuerdo entre los miembros de la eurozona tanto en se seno del consejo que preside como en el Eurogrupo. Se ha referido concretamente a los «coronabonos», insistiendo en que por su parte dispone de los instrumentos para garantizar que ningún Estado quebrará, sin necesidad imperiosa de nuevos instrumentos. «Si algunos puntos son laboriosos» en la negociación «no es sorprendente», ha dicho a la cadena de radio «France Inter», «la idea de un fondo de reconstrucción financiado colectivamente sería formidable. Pero no creo que estemos ahí todavía».

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