Una cosecha de ‘energía invisible’ para alimentarinternet de las cosas
La solución a un uso más eficiente de un recurso que nos rodea y que se malgasta
A nuestro alrededor hay una gran cantidad de energía que se disipa y es malgastada, recuerda Gonzalo Murillo , investigador Junior Leader “la Caixa” en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona o IMB-CNM (CSIC). En un mundo donde el Internet de la Cosas ya es casi omnipresente, los sensores monitorean vibraciones, temperatura, humedad, presión o luz y dependen de baterías que deben reponerse periódicamente. Por ello, a Murillo se le ocurrió usar materiales piezoeléctricos, capaces de generar energía eléctrica de forma continua a partir de pequeñas deformaciones mecánicas ejercidas sobre ellos .
«La idea es recuperar energía que está en el ambiente, igual que cuando se aprovecha el movimiento del cuerpo humano o la frenada de un vehículo, que producen energía mecánica que puede convertirse en eléctrica. Son pequeñas cantidades de energía para alimentar un sistema electrónico y hacerlo autónomo. Y me centré en energía vibracional. Vibraciones ambientales que existen en el entorno», apunta este joven científico granadino, que en 2017 fundó la startup Energiot.
Las aplicaciones existentes se dan en el sector eléctrico porque existen redes muy grandes. Las redes eléctricas de alta tensión tienen millones de kilómetros de muy difícil acceso y requieren de un mantenimiento costoso. El número de sensores es altísimo y el coste de cambiar una batería es muy alto. Añadir los minicontroladores de Murillo a la ecuación rebajaría los costes, aunque el impacto positivo también es ecológico. El descubrimiento de Murillo se podría usar del mismo modo en tuberías de agua, donde las vibraciones del líquido que pasa por ellas generaría energía o se podría usar para el mantenimiento predictivo, integrándose en sensores que monitoricen la fatiga mecánica de los materiales.
Ámbito biomédico
El otro sector de aplicación de este material piezoeléctrico es el biomédico. Uno de los materiales que Murillo usa son nanoestructuras de óxido de zinc, que se pueden estimular generando un chispazo del material piezoeléctrico que generaría una respuesta de la célula. «Si tenemos una prótesis de hueso y la recubrimos de este material podemos conseguir que el hueso madure antes», indica el científico. Y también han visto resultados en las células musculares y de la piel, lo que favorecería su uso en heridas y en el sector cosmético. Actualmente se encuentra cerrando una ronda de inversión de un millón de euros. Y cada vez hay más interés de las grandes empresas por esta solución.
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