Un corte del gas ruso obligaría a Alemania a cerrar fábricas de industrias no estratégicas
El país fiaría el suministro a la solidaridad de otros estados a través de la red de gasoductos europeos

A Putin se le está pasando el arroz. A medida que las temperaturas tornan primaverales, la presión que ejercen sus vías de gas ruso sobre los jefes de gobierno europeos disminuye. Eso dicen al menos los analistas del 'think tank' Brugel. «Gracias al clima más ... suave y a las mayores importaciones de gas licuado, los tanques de almacenamiento están ahora lo suficientemente llenos como para sobrevivir a esta temporada de calefacción incluso sin importaciones rusas, lo que aplaza al menos el problema hasta el próximo invierno», explica Georg Zachmann, que admite sin embargo que, si Putin cerrase esta tarde el grifo del gas, «los países mejor abastecidos de Europa tendrían que trasvasar gas a aquellos en los que el suministro es más crítico».
«Si hubiera una falla total en el suministro de gas ruso, las consecuencias para Europa serían notables, pero manejables temporalmente», coincide un informe del Instituto Económico Alemán (IW Köln) para la asociación Atlantic Bridge, «los cuellos de botella en el suministro podrían reducirse hasta un límite máximo del 10% del requerimiento».
El documento hace referencia a datos de la Asociación Europea de Operadores de Redes de Gas y concluye que esto sería posible gracias a una mejor utilización de los gasoductos alternativos de Noruega, el norte de África y Azerbaiyán , así como a un «intercambio solidario de las cantidades disponibles».
Ambos estudios están de acuerdo en que, si la congelación de las entregas rusas se prolongase durante más de tres meses, resulta muy difícil predecir las consecuencias . Y en que, si bien la calefacción de los hogares podría salvarse, el cuello de botella de la entrega afectaría directamente a la industria. «Un corte del suministro ruso implicaría tener que cerrar fábricas de industrias no estratégicas para garantizar que el gas estuviese disponible para lo esencial», señala Simone Tagliapietra, de Bruegel. La profesora de la Universidad Seton Hall, Margarita Balmaceda, considera más bien que «Europa podría compensar en gran medida el suministro, pero con alternativas que dispararían los precios de la energía».
Varios institutos, incluido el bufete de abogados comerciales Becker Büttner Held y el Instituto de Economía Energética de la Universidad de Colonia (EWI), han calculado varios escenarios en los últimos años, pero ninguno de esos trabajos pueden aplicarse por completo a la situación actual porque sus premisas no coinciden totalmente con la realidad, bien porque asumieron el almacenamiento total de gas a principios de invierno, lo que no fue el caso esta vez, bien porque contaban con la operación continua del gasoducto Nord Stream 1 o el tránsito de Ucrania. Pero sus premisas son los suficientemente aproximadas como para concluir que un fracaso total de las importaciones de gas ruso afectaría especialmente a Alemania.
Con respecto a las importaciones de gas natural licuado, el IW ofrece datos para la esperanza. «Una mirada a la utilización de las capacidades de importación europeas sugiere que capacidades significativas permanecieron en gran medida sin utilizar en el último año», dice su informe, «mientras que los gasoductos se utilizaron casi en un 60% durante el transcurso del año , la tasa de utilización de las terminales de gas licuado fue solo de alrededor del 38%».
Los investigadores de Colonia creen que el hecho de que Alemania no tenga su propia terminal de gas natural licuado es tolerable porque «hay buenas conexiones a terminales en los países vecinos». De todas formas, como medida casi inmediata, el informe sugiere sacar de la reserva las centrales eléctricas de carbón e incluso de petróleo, que han sido suspendidas por razones de protección climática. «Según el estado actual, hay un total de 7,35 gigavatios de capacidad disponible en plantas de energía que no son operadas con gas natural y están temporalmente cerradas, en espera o sirviendo como reserva de la red».
A ningún experto le cabe duda, además, de que la recuperación económica posterior a la pandemia quedaría comprometida . Por eso el gas ha ocupado un papel central en todas las conversaciones diplomáticas y ha condicionado las posiciones de muchos países. Y por eso la Comisión Europea está multiplicando sus contactos con países productores alternativos, como Estados Unidos, Azerbayán, Qatar y Noruega.
La comisaria de Energía Kadri Simson y la misma Ursula von der Leyen se ocupan de las consultas para sustituir el gas ruso, que actualmente supone el 40% del que consume la UE. El objetivo es desvincularse lo más rápidamente posible del gas ruso y acelerar la transición a las energías renovables, capaces de realizar la sustitución en el propio territorio. La UE gasta cada mes 23.700 millones de euros en importar productos energéticos, según Eurostat de septiembre de 2021. Con las reservas de gas al 31%, Europa está dispuesta a explorar alternativas y todo tipo de propuestas.
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