La inversión sostenible ya está aquí
«El periodo 2015-2020 ha marcado un antes y un después como consecuencia de los diferentes compromisos políticos, legislativos y económicos»
Durante los últimos años hemos sido testigos del creciente interés y mayor sensibilidad por parte de la sociedad hacia cuestiones relacionadas con el cuidado del medioambiente y la preocupación por asuntos sociales. Tal es así, que esta misma tendencia se ha visto reflejada en el mundo de las inversiones, donde se ha registrado un crecimiento exponencial en la conocida como Inversión Socialmente Responsable (ISR), o Inversión Sostenible . Según datos de Spainsif, en los últimos cinco años el patrimonio en estrategias sostenibles en Europa ha crecido en más de un 30%. Y es que podríamos afirmar que el periodo 2015-2020 ha marcado un antes y un después para la Inversión Sostenible como consecuencia de los diferentes compromisos políticos –Acuerdo de París y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible–, legislativos –Plan de Acción en Finanzas Sostenible de la Comisión Europea–, y económicos –Pacto Verde y NextGeneration EU– que han tenido lugar.
La ISR se define como aquella tipología de inversión que tiene en cuenta, de una manera u otra, los denominados criterios ASG: ambientales, sociales y de gobernanza. No obstante, dentro del universo de la Inversión Sostenible, podemos encontrar una amplia gama de estrategias que abarcan desde las más tradicionales basadas en la exclusión de actividades o sectores controvertidos, hasta las más novedosas como la Inversión de Impacto, que busca generar, además de un retorno financiero, un impacto ambiental o social positivo, a través de la inversión en compañías que sean capaces de alinear sus objetivos empresariales con una misión comprometida con el medioambiente o la sociedad.
Una de las principales ventajas que ofrece la integración de los factores ASG en el análisis y toma de decisiones de inversión es el mejor y mayor control de los riesgos . La evaluación de los criterios extra-financieros permite conocer la exposición y la calidad de la gestión de una compañía en relación a sus prácticas medioambientales (A), condiciones laborales de los empleados (S), o grado de transparencia en el gobierno corporativo (G), entre otras. Estos elementos, si no se gestionan adecuadamente, pueden suponer un impacto negativo sobre la evolución y desarrollo del negocio, y, por tanto, afectar en último término al comportamiento de nuestras inversiones.
Reflejo de esto ha sido la evolución que han tenido las inversiones sostenibles durante la crisis provocada por el Covid-19 frente a las inversiones tradicionales. Un estudio realizado por Afi demuestra que las inversiones con un perfil ASG más robusto muestran un mayor grado de resiliencia ante eventos de elevada incertidumbre como la actual crisis del Covid-19 , logrando así, registrar caídas más contenidas. Pero no solo eso, el estudio también contribuye a desmitificar la creencia sobre el menor potencial de revalorización de la inversión sostenible, y es que, desde los mínimos de finales de marzo, la recuperación de las estrategias ISR ha estado en línea con las inversiones tradicionales, llegando incluso a ser superior en algunos casos. En este sentido, y teniendo en cuenta el crecimiento significativo de activos bajo gestión en estrategias ASG en el último año, parece que la crisis provocada por la pandemia no ha hecho más que consolidar el papel de la ISR en el ámbito de las inversiones.
Por tanto, podemos afirmar que el futuro de la inversión sostenible es prometedor : la regulación, la sensibilidad del inversor y las evidencias de una mejor evolución de estos activos, harán que tarde o temprano todas las inversiones tengan algún componente de sostenibilidad. Ya sea con un objetivo ético-moral o financiero, la inversión sostenible ya está aquí, e irá ganando protagonismo en las carteras del inversor español.
Claudia Antuña es analista de inversiones en Afi y experta en inversión socialmente responsable