China veta en su Administración ordenadores y programas foráneos
Pekín impulsa su independencia tecnológica por la guerra fría con EE.UU.
Las disputas comerciales siguen agravando la nueva guerra fría tecnológica entre Estados Unidos y China. Según informa el «Financial Times», Pekín prohibirá en tres años todos los ordenadores y programas extranjeros en sus ministerios y administraciones públicas. Sustituyéndolos por tecnología nacional, dicha medida afectará sobre todo a gigantes informáticos estadounidenses como HP, Dell y Microsoft.
Tomada a principios de este año por la Oficina Central del Partido Comunista, esta decisión ha sido llamada «3-5-2» porque prevé reemplazar el 30% de los equipos en 2020, el 50% en 2021 y el 20% restante en 2022. Aunque el documento es secreto, el «FT» cita a expertos de dos empresas de ciberseguridad que han recibido la información de sus clientes gubernamentales chinos.
En estos tres años, se calcula que habrá que cambiar entre 20 y 30 millones de ordenadores . Pero no solo los aparatos, sino también sus programas y sistemas operativos, como el Windows de Microsoft y el MacOS de Apple. El problema es que el sistema operativo desarrollado en China, denominado Kylin, no tiene tantas aplicaciones como los otros.
Aunque la mayoría de la Administración china usa ordenadores de la marca nacional Lenovo, que compró en 2004 la división informática de la estadounidense IBM, sus microchips los fabrica Intel y los discos duros son de la surcoreana Samsung. En este mundo tan globalizado e interconectado, cada ordenador aglutina una serie de componentes de otros países, como las tarjetas gráficas de Sony y los chips de AMD, que deberán quedar fuera de los organismos oficiales chinos. Esta interdependencia plantea un reto enorme al autoritario régimen de Pekín, que se ha propuesto potenciar su industria tecnológica para no estar a expensas del extranjero.
Atrapadas en medio de la guerra comercial lanzada por Trump, empresas chinas punteras como Huawei y ZTE han sido vetadas por la Casa Blanca, que prohíbe a las firmas tecnológicas estadounidenses seguir suministrándoles sus microchips y programas informáticos. Ante el riesgo de quedar al margen del mercado internacional, Pekín ha acelerado sus planes para alcanzar una plena independencia tecnológica. Pero dicha «desconexión» podría crear dos sistemas informáticos separados e incompatibles entre China y el resto del mundo. «Las restricciones de EE.UU. están levantando una especie de Muro de Berlín digital», critica en la sede de Huawei uno de sus asesores, Brian Chamberlin, en un encuentro con medios de España y Latinoamérica, entre ellos ABC. Aunque reconoce el peligro de esta división, explica que «empresas chinas como Huawei llevan años preparando planes para este tipo de contingencias, como guerras o catástrofes naturales que afecten a sus proveedores, que ahora han tenido que impulsar por los problemas políticos con EE.UU.». Buena prueba de ello es que Huawei ha desarrollado su propio sistema operativo, llamado Hongmeng o Harmony, para instalar en sus móviles y otros aparatos en caso de que no pueda seguir usando el Android de Google.
Aunque Pekín ya anunció hace cinco años políticas similares, como la eliminación del sistema Windows en su Administración, finalmente las canceló. Pero en esta ocasión parece más decidido que nunca porque la guerra fría tecnológica ha puesto al descubierto la dependencia de su industria nacional, que quiere potenciar con su plan «Made in China 2025». En caso de que finalmente se lleve a cabo, el veto asestará un duro golpe económico a las firmas tecnológicas estadounidenses, que venden cada año a China productos y servicios por 135.000 millones de euros. Solo Huawei compró el año pasado a las empresas de EE.UU. 9.900 millones de euros.