China ata a África con 50.000 millones de euros para el desarrollo
Acusaciones de endeudamiento y «neocolonialismo» en su cumbre trienal de Pekín
Con la presencia de más de 40 países y una treintena de jefes de Estado y de Gobierno, esta semana se ha celebrado en Pekín la cumbre trienal del Foro de Cooperación China África (Focac, en sus siglas en inglés). Fundado hace 18 años, dicho foro le ha servido al autoritario régimen chino para expandir su influencia por todo el continente africano a través de inversiones multimillonarias a cambio de acceso a sus ricas materias primas y a su incipiente mercado.
Siguiendo con esta política, el presidente chino, Xi Jinping , prometió 60.000 millones de dólares (51.000 millones de euros) para ayudar al desarrollo de los países africanos . Dicha cantidad se repartirá entre las siguientes partidas: 15.000 millones de dólares (13.000 millones de euros) para préstamos libres de intereses, otros 20.000 millones de dólares (17.000 millones de euros) para una línea de crédito, 10.000 millones de dólares (8.600 millones de euros) para un fondo de desarrollo y otros 5.000 millones de dólares (4.300 millones de euros) para uno de importaciones africanas. Además, Xi anunció que las empresas chinas invertirán en el continente africano no menos de 10.000 millones de dólares (8.600 millones de euros) en los próximos tres años.
«La cooperación entre China y África debe darle a ambos pueblos beneficios tangibles y éxitos que se puedan ver, que se puedan sentir», aseguró Xi Jinping en su alocución. Con esta declaración de intenciones, China se defiende de las acusaciones de «neocolonialismo» que recibe desde Occidente , donde se critica que muchos de estos préstamos para infraestructuras han endeudado tanto a los países africanos que están en manos de Pekín. Es el caso, por ejemplo, de Yibuti, donde el régimen chino ha construido su primera base militar en el extranjero en un punto estratégico del Cuerno de África.
Rechazando tales acusaciones, el presidente Xi insistió en que «la cooperación de China con África está claramente enfocada hacia los mayores cuellos de botella del desarrollo» y en que «los recursos no se deben gastar en proyectos vanidosos sino en lugares donde cuenten al máximo» .
Desde Occidente y algunos países africanos también se denuncia que dichas inversiones, siempre a cargo de empresas y trabajadores de China, no repercuten positivamente en las comunidades locales porque están lastradas por la corrupción y no suelen respetar el medioambiente ni los derechos humanos. «Espero que nuestros empresarios actúen para cumplir sus responsabilidades sociales y respeten la cultura local y la tradición», confió el presidente chino, quien también apeló «a mejorar las vidas de la gente y poner más énfasis en el medioambiente» .
«La cooperación entre China y África debe darle a ambos pueblos beneficios tangibles y éxitos que se puedan ver, que se puedan sentir», aseguró Xi Jinping
En menos de dos décadas, el comercio entre ambas partes se ha multiplicado por 17 hasta alcanzar el año pasado los 170.000 millones de dólares (146.500 millones de euros) . Siguiendo esta tendencia, sus intercambios comerciales han crecido un 16% en la primera mitad del año, hasta rozar los 100.000 millones de dólares (86.000 millones de euros). Con una media de 3.000 millones de dólares (2.500 millones de euros) en los últimos tres años, la inversión china en África también se ha disparado hasta sumar un acumulado de 100.000 millones de dólares (86.000 millones de euros).
Ahondando en su estrategia, Pekín expandirá por este continente el proyecto estrella del presidente Xi Jinping: las «Nuevas Rutas de la Seda» o «La Franja y la Ruta» , a tenor de la denominación de la propaganda oficial. Con esta iniciativa, que prevé casi un billón de euros en inversiones por todo el mundo, China financia infraestructuras para fomentar el comercio y, de paso, aumentar su influencia geoestratégica. A través de sus préstamos, otorgados por bancos chinos y ejecutados por empresas chinas, los países beneficiados se dotan de carreteras, puertos y aeropuertos que necesitan. Pero se encadenan a los intereses del régimen de Pekín, que sigue extendiendo sus tentáculos por todo el mundo dentro de su ascenso como superpotencia.
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