Causas de la desafiliación sindical
«El Gobierno Sánchez quiere recuperar la jerarquía del convenio sectorial sobre el de empresa para seguir dopando a sus sindicatos amigos de izquierda»
Entre 2008 y 2015 en España los sindicatos perdieron medio millón de afiliados, pasando del 17,1% de los trabajadores al 13,9%. Se podría explicar por el aumento del desempleo. Pero la Fundación 1º de Mayo (CC.OO.) indica que el declive de la afiliación fue mayor que la disminución del número de trabajadores. Mientras entre 2007 y 2014 la afiliación disminuyo en un 18,1%, el número de trabajadores lo hizo sólo en un 12,3%. El aumento del paro no explica la totalidad del descenso de la afiliación sindical. Hay otras causas: unas externas a la organización sindical y otras debidas a la estrategia equivocada de los sindicatos.
Entre las externas están: el cambio generacional y de modelo económico. A las nuevas generaciones de trabajadores (millenials y Z) no les interesa la «protección» sindical . Por su preparación y mentalidad confían más en su capacidad de negociación individual en un mercado con gran movilidad sectorial y geográfica, que en las negociaciones colectivas tradicionales.
Además, el modelo económico digital-global está cambiando las relaciones laborales. Una de sus características es el aumento de la relación mercantil entre empresas y profesionales autónomos o pequeñas y medianas empresas para conseguir agilidad estratégica en un mundo de cambio acelerado. Las Asociaciones de Autónomos están más cerca de la CEOE que de los sindicatos de clase. El autónomo, incluso el autónomo dependiente (que trabaja más del 75% para un solo contratador), cree más en su capacidad de negociación individual que en la de los sindicatos tradicionales. Los sindicatos, ajenos a estos cambios, ven como van perdiendo afiliación porque sus «servicios» ya no satisfacen a los trabajadores.
Las empresas privadas han aprendido a cuidar su talento humano y, salvo algunos casos, han sido razonables en sus relaciones laborales. Por eso, el sindicalismo se ha hecho más fuerte en el sector público que en el privado. Una paradoja que demuestra que el «patrono privado» es más sensible a las necesidades de sus empleados que el «patrono público». Un «patrono público» que somos todos, incluidos los trabajadores de las Administraciones. Un «patrono público» que no ha aprendido a ser mejor interlocutor para sus colaboradores que el sindicato, al contrario que en el sector privado.
En España también hay una causa específica de desafiliación sindical: el modelo sindical salido de la Transición . Los gobernantes de aquella época doparon a los sindicatos aportándoles ingresos ajenos a la cuota sindical; subvenciones a través de los Presupuestos Generales del Estado, transferencia de bienes inmuebles, ayudas a través de la formación (que han producido abundantes corrupciones)… Todo pudo ser necesario durante las primeras fases del cambio, pero adormeció las estructuras sindicales, «drogadas» desde el poder (también las patronales).
El sistema de elecciones internas en las empresas y la estructura sindical también desanima la afiliación de los trabajadores. Si los acuerdos a los que llega el sindicato con la patronal o la empresa valen tanto para los afiliados como para los no afiliados: ¿Por qué se van a apuntar a un sindicato y pagar la cuota los trabajadores? Sólo los muy concienciados, cada vez menos, lo harán. Si, además, esos acuerdos vienen de una negociación a nivel sectorial, alejado de la empresa, al trabajador le suenan a burocracia sobre la que no tiene ninguna capacidad; se desentiende y no se afilia. Paradójicamente, la reforma laboral de 2012 del PP, que rompió la jerarquía de convenios dando prioridad al de empresa sobre el sectorial tenía, entre otras, la consecuencia de acercar las decisiones al trabajador rompiendo esa lejanía. Ahora el Gobierno Sánchez quiere recuperar esa jerarquía para seguir dopando a sus sindicatos amigos de izquierda a los que les interesa más un gobierno amigo que les financie que un afiliado que pague.
De esa manera, nuestros sindicatos están: a) dopados por el poder político; b) alejados de las necesidades básicas de las nuevas generaciones de profesionales; c) anclados en un modelo sindical absurdo; y d) sin entender los cambios profundos de una economía global y digital. Así que no es nada raro que cada vez tengan menos afiliados y sean fundamentalmente un lugar de medro para los aparatos que los gobiernan.
José Ramón Pin Arboledas es profesor del IESE Business School