Carlos Reines: «En España hay emprendedores buenísimos, pero se les deben dar más facilidades»
El presidente y cofundador de RubiconMD se muestra orgullo de que su modelo «esté contribuyendo a romper la brecha de acceso a la sanidad en Estados Unidos»

El camino puede ser más o menos sencillo y los rodeos inevitables, pero siempre conviene tener la meta clara. El objetivo de Carlos Reines estaba bien definido: « Aplicar las posibilidades de la tecnología al ámbito de la salud para mejorar la vida de las ... personas ». Por eso se especializó en biotecnología en la Universidad Técnica de Delft tras concluir sus estudios de ingeniería. Tras unas primeras experiencias profesionales en la división de Medicina de Siemens en Estados Unidos y en un equipo de innovación global de Telefónica, seguía sintiendo la llamada del emprendimiento con impacto y se lanzó a hacer un MBA en Harvard . Allí se gestó RubiconMD , una startup que a través de algoritmos pone en contacto a médicos de cabecera con especialistas y que, bajo la consigna de intentar «democratizar la sanidad», se ha hecho un hueco en el ineficaz y excluyente sistema sanitario estadounidense. Así lo ha reconocido el Foro Económico Mundial, que ha incluido a Reines entre los 100 jóvenes líderes mundiales menores de 40 años .
¿Cómo surgió la idea de negocio de RubiconMD?
Estar en Cambridge era la ocasión perfecta. Es la cuna de la innovación. Mi primer año lo dediqué a ir a eventos de startups y a ‘hackatons’. En uno de ellos conocí a mi socio, que tenía un interés personal parecido al mío por emprender en el terreno de la salud. Nuestra idea es que se estaban desarrollando tecnologías muy avanzadas que solo llegaban a una porción pequeña de la población. No había soluciones para los médicos de cabecera, cuando está comprobado que los países con una estructura robusta de medicina de familia tienen mejores indicadores de salud. Nuestra propuesta fue ofrecer a los médicos generalistas la posibilidad de consultar sus casos a los mejores especialistas . Hicimos un piloto en el verano de 2013 y la respuesta fue buenísima. Los médicos nos decían que sin esas consultas muchos de sus tratamientos hubieran sido incorrectos o habrían derivado pacientes a especialistas sin necesidad. Y eso, en un país donde la salud es tan cara e inaccesible, es tremendo.
Los males del modelo son realmente profundos...
Es el sistema más caro del mundo. Se destina casi el 20% del PIB a sanidad, casi el doble que la OCDE. Pero encima es ineficaz, y la mitad del país no puede acceder. O están sin seguro o tienen Medicate, que es el seguro para personas de bajos recursos. Pero muchos médicos no lo aceptan porque paga menos. Así que hay tiempos de espera de más de seis meses. La principal causa de bancarrota en EE.UU. son las facturas médicas... Los contrastes son tremendos: en una diferencia de 10 kilómetros hay una esperanza de vida que varía 20 años por el nivel socioeconómico.
¿El adiós de Trump puede beneficiar a su propuesta?
No demasiado. En EE.UU. el modelo de negocio de salud es el de pago por servicio: cuantas más pruebas te hacen, más te cobran. Es un sistema viciado, porque no está enfocado en mantenerte sano. Es uno de los motivos de su alto coste. Los dos grandes partidos están de acuerdo en que hay que racionalizarlo. Eso a nosotros nos viene de perlas. Y sí es cierto que hay una parte de nuestro negocio que es atender a las clínicas de poblaciones desfavorecidas. Normalmente los demócratas invierten más en esos programas, y eso puede ser un motor de crecimiento. No el principal, pero sí importante.
Esta es la parte más evidente de eso que llama «democratizar la sanidad»...
Sí, es estupendo poder ayudar a pacientes sin papeles, sin seguro, que acuden a las clínicas de las llamadas ‘safety red’ (red de seguridad). Que los médicos que están ahí puedan contar con el conocimiento de especialistas de Columbia, de Stanford, de Harvard... es algo que nos enorgullece, porque estamos rompiendo esa brecha de acceso en un sistema tan determinado por el poder económico.
¿Cómo acceden los médicos generalistas al servicio?
Es un modelo de suscripción basado en el tamaño de su clínica. La cuota mensual suele ser de unos 300-350 dólares al mes, y se pueden lanzar tantas consultas como se quiera . Lo que los médicos nos reportan es que casi el 80% de las consultas tienen un impacto significativo en mejorar el plan de atención al paciente y la mitad evita visitas o pruebas innecesarias.
¿Ha dado el Covid un nuevo impulso al negocio?
Tras el confinamiento vivimos picos históricos. Ahora vemos ocasión de crecer en soluciones específicas: salud mental, enfermedades crónicas, cardiología... programas concretos en los que el médico de familia siempre está en la ecuación, facilitando la distribución de soluciones efectivas al paciente.
¿Cuáles son las cifras de la compañía?
Miles de médicos usan la aplicación y bajo su cuidado hay unos diez millones de pacientes. Cubrimos más de 140 especialidades y en nuestra base de datos hay acumuladas ya más de un millón de consultas electrónicas. A nivel de financiación, hemos levantado casi 40 millones en estos años.
¿Cree que su modelo es exportable a otros países?
A nivel internacional solo hemos hecho algún despliegue sin ánimo de lucro. A mí me encantaría traer el modelo a España. Descargaría listas de espera y volúmenes innecesarios de las especialidades. Pero a medio plazo seguiremos enfocados en EE.UU.
¿Cómo valora la evolución del ecosistema emprendedor innovador en España?
Debemos sentirnos orgullosos. Tenemos startups de primer nivel mundial. Y emprendedores buenísimos, pero se les deben dar más facilidades . A nivel regulatorio o tributario, todo es más difícil de lo que debería. Y a nivel cultural se sigue viendo al emprendedor con cierto escepticismo. Se pone el foco más en el fracaso que en los éxitos. En EE.UU. el fracaso se percibe como una experiencia . Has tenido el coraje de intentarlo y has aprendido. Esa cultura todavía no la hay en España. Aun así, creo que vamos por buen camino, porque tenemos un talento espectacular. Nosotros hemos creado una filial en España en la que contratamos programadores, y no tienen nada que envidiar a los de ningún lugar del mundo. A nivel técnico somos excelentes.
¿Siente que la elección como ‘Young Global Leader’ es un espaldarazo a su proyecto?
Es un orgullo. He conocido a gente brillante que hace cosas espectaculares y con impacto. Este año participé en Davos y entendí los retos que hay a nivel de liderazgo y de colaboración global. Una de las conversaciones giró sobre la solución de la pandemia. Es curioso que hayamos elegido la más difícil, las vacunas . No hemos sido capaces de crear equipos de protección individual eficaces y accesibles. Con ellos hubiéramos acabado con la pandemia en tres semanas. Tampoco hemos desarrollado test económicos, rápidos y fiables. Ni tratamientos eficaces. Eso evidencia los retos y dificultades de la colaboración internacional. En un momento en el que el mundo entero está en jaque, las únicas que se han movido rápido han sido las farmacéuticas.
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