El «triaje» empresarial

«El fuerte impacto de la pandemia en empresas y autónomos obliga a cambios en los mecanismos hoy previstos para evitar una posible inviabilidad»

La superviviencia de los más fuertes, es tan frecuente como erróneo ADOBESTOCK

Carlos Balado

Citar a Darwin en el mundo empresarial y de la gestión para explicar el cambio, la adaptación, en definitiva, la supervivencia de los más fuertes, es tan frecuente como erróneo.

Darwin, tan sabio por su teoría, como humilde para reconocer y cambiar sus errores, aclaró que la evolución no consiste en la adaptación al entorno, sino en la transmisión de los caracteres a las próximas generaciones : la selección favorecerá cualquier carácter, aunque no haga más fuerte o adaptado al individuo, en la media en que el aumento de la posibilidad de obtener pareja iguale o supere la reducción de la supervivencia.

«No podemos suponer, por ejemplo, que los machos de las aves del paraíso o de los pavos reales realicen tantos esfuerzos para levantar, extender y hacer vibrar sus hermosas plumas ante las hembras sin ningún propósito».

De esta forma, no es posible saber a priori qué características hacen a alguien estar «mejor adaptado», ni tampoco, qué empresas triunfarán, ni qué estrategias empresariales serán más adecuadas. Por ejemplo, hace siglos las personas con dificultades en la vista no hubieran sobrevivido porque, sencillamente, ese defecto los hubiera expuesto a todo tipo de peligros fatales.

Habrá empresas hoy que tendrán que unirse para sobrevivir , pero otras podrán permanecer por el simple hecho de que tienen posibilidades para encontrar pareja, aunque decidan no tenerla; de hecho, la naturaleza está llena de ejemplos en los que los individuos cooperan y se ayudan mutuamente, con lo que maximizan la probabilidad de que los genes que definen a la especie sobrevivan. La vida empresarial, a diferencia de la naturaleza, depende de leyes debatidas y los conflictos se resuelven en los juzgados, por lo que una condena previa de inviabilidad suena a ingeniería genética de la empresa, a la idea equivocada de una competencia a vida o muerte en la que los más débiles desaparecerían.

El fuerte impacto de la pandemia en empresas y autónomos, a pesar de las numerosas medidas que el Estado, las autoridades europeas y el BCE han implantado para mitigarlo, obliga a cambios en los mecanismos hoy previstos para evitar una posible inviabilidad. El más destacado es el sistema concursal.

Muy pocas empresas solicitan en España la declaración concursal, en especial sociedades de reducida dimensión y empresarios individuales, debido a que los trámites suelen ser muy prolongados, con una media de tres años y medio, y esto destruye el valor de la empresa y conduce casi sin remedio a la liquidación de la empresa. En España sólo un 0,4% de las empresas abandonan el mercado vía concurso frente al 43,6% de Suiza o el 28% de Francia.

En el caso de los mecanismos pre concursales para autónomos y pequeñas empresas (AEP) estos tampoco son atractivos, porque la deuda con la Agencia Tributaria, Seguridad Social…, suele ser una parte muy importante del total, sin embargo, la negociación con esos acreedores de derecho público queda fuera del AEP.

Existe consenso en que, una vez que se ha pospuesto la obligación de presentar declaración de concurso hasta el 14 de marzo del año que viene, se reforme el actual marco concursal. El objetivo de esta medida es evitar la liquidación de empresas con problemas transitorios de liquidez por la pandemia, pero solventes en el medio plazo.

Además, los juzgados de lo Mercantil estaban congestionados antes de la pandemia, y existe el riesgo de que, como ha ocurrido con los hospitales, estos juzgados se puedan colapsar el próximo año. Si ya es muy difícil discernir correctamente entre empresas viables e inviables, ahora mucho más, habida cuenta del impacto en la actividad económica y social causado por el cierre administrativo que se decretó el pasado mes de marzo.

Hay una gran diferencia entre sobrevivir como empresa, según el concepto exacto de Darwin, gracias a los procedimientos legales aptos para encontrar la mejor salida posible, y desaparecer por un problema de saturación y rigidez administrativa; no podría argumentarse en ese caso que la empresa era inviable. Ni empresas, ni bancos tienen capacidad legislativa para solucionarlo, pero lo sufren y no parece proporcionado.

Carlos Balado es director general de Eurocofin

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