Algunos datos incómodos
«La capacidad de recuperación de los hogares de riqueza media es muy importante para equilibrar la economía»
La disyuntiva entre salud y economía es falsa, pero es un lugar común que se utiliza en la propaganda política . Están unidas y son inseparables. Es como preguntar, qué se prefiere en una moneda, la cara o la cruz. Le estarían pidiendo que eligiera, que apostara, y algo parecido subyace cuando se recurre a enfrentar salud y economía. No cabe elección posible porque existen algunos datos incómodos que se suelen dejar de lado al analizar las prioridades.
Primero, la economía no se puede congelar, sobre todo, porque las deudas siguen su ritmo, con o sin Covid-19 . Segundo, a medida que los ingresos se reducen, debido al impacto económico del Covid-19, los hogares deben equilibrar el pago de la deuda con niveles razonables de consumo .
A partir de aquí, empiezan los obstáculos que hay que superar y que, como mandan los cánones, es el primer punto que debe incluirse en un Plan Estratégico. Un plan que esperan los ciudadanos de todos los países para contestar a la también incómoda pregunta de con qué pago mis deudas.
La deuda de los hogares a nivel mundial era de alrededor de 40 billones de dólares americanos a finales de 2019 . La proporción de deuda de los hogares con respecto al PIB (ratio de deuda) alcanzó su punto máximo en la época de la Gran Crisis Financiera (GCF) y, después de disminuir en la primera mitad de la década de 2010, se ha mantenido más o menos estable desde 2015.
Aunque, si bien el índice de deuda varía tanto entre países como a lo largo del tiempo, la composición de la deuda agregada de los hogares es muy similar, y las hipotecas representan la mayor parte. Desde la Gran Crisis Financiera, la deuda hipotecaria supera el 90% del total de deuda en Alemania, Francia, España, Reino Unido y Estados Unidos.
Según los datos del Banco Internacional de Pagos de Basilea, dentro de un país, la proporción de la deuda hipotecaria varía significativamente entre los hogares con diferentes niveles de riqueza.
La riqueza neta media de los hogares en la OCDE es de 90.570 dólares y cuanto más alta es esta en un país, más alta es también la deuda hipotecaria. Por el contrario, cuanto más baja es ésta, mayor es la deuda en préstamos para automóviles, consumo y estudiantes.
Los colchones de liquidez de los hogares , es decir, su capacidad ante la pérdida de ingresos para continuar cumpliendo sus compromisos financieros mientras mantienen niveles razonables de consumo, son clave en su recuperación financiera.
En Canadá, Francia y España los hogares contarían con casi un año de cobertura y en los Estados Unidos y Australia podrían cubrir menos de un año , siempre que los hogares afrontaran un escenario de reducción de ingresos disminuyendo el consumo a un nivel mínimo, antes de comenzar a retrasarse en los pagos de sus deudas.
Con los datos de desigualdad de riqueza de la OCDE se puede ver que los hogares con pocos recursos viven al día, sus colchones de liquidez caen por debajo del consumo anual de subsistencia (la mitad del ingreso medio) en todos los países, excepto Francia, Corea y Japón.
En el caso de España, donde la renta neta media es de 35.443 dólares, los hogares del 20% medio de la distribución podrían cubrir las pérdidas durante dos años antes de incurrir en impagos de sus deudas , pero los incluidos en el 20% inferior de la distribución, serían capaces de cubrir una pérdida de ingresos, derivada de un aumento del 1.5 de la tasa de desempleo, durante seis meses.
La capacidad de recuperación de los hogares de riqueza media, o lo que en términos político-electorales se denomina la clase media, es muy importante para equilibrar la economía, su deuda es muy alta y son más vulnerables en los países que están más expuestos al choque económico, como es el caso de España.
Las deudas se contraen porque se tiene un trabajo, puede desaparecer el trabajo, o incluso la salud, pero las deudas no ; ese es el núcleo del problema que afrontan los gobiernos: que se pueda trabajar sin amenazas mortales para la salud es su responsabilidad y no cabe traspasarla con el ceño fruncido a los ciudadanos.
Carlos Balado es director general de Eurocofin