El año con más retrasos y cancelaciones de vuelos de la última década
El sector ha vuelto a alzar la voz para denunciar las continuas huelgas de controladores aéreos
El sector aéreo está a punto de cerrar un año repleto de turbulencias. A los fallos técnicos ocasionados por el Brexit y la tormenta desatada por el repunte del petróleo se han sumado problemas inesperados en tierra: el caos de las torres de control.
Antes del verano, las aerolíneas ya advertían de que las huelgas de controladores (sobre todo franceses) habían repuntado un 300% en comparación con el año anterior. Ahora, cuando faltan escasas semanas para que finalice 2018, el sector ha vuelto a alzar la voz para denunciar que 2018 se perfila como uno de los peores años en materia de retrasos y cancelaciones de la última década. Y todo por las protestas de los controladores aéreos.
Así lo reflejan los datos de Eurocontrol recogidos por Airlines for Europe (A4E), la organización integrada por las principales operadoras europeas. La agencia ha elaborado un informe en el que muestra que la escasez de personal y los problemas registrados en el control aéreo provocaron un repunte de los retrasos de los vuelos europeos del 50%. En el acumulado del año, la subida es del 53%.
Además, estos problemas en las torres de control han provocado que las aerolíneas cancelen más de 5.000 vuelos en lo que va de año, afectando a unos 800.000 pasajeros . «Millones de viajeros más han sufrido retrasos en los vuelos causados por otros problemas de ATC», explican desde la asociación.
Si bien en 2018 se han intesificado, lo cierto es que los problemas relacionados con las huelgas de controladores han sido constante en los últimos años. A4E cita un estudio de PriceWaterhouseCoopers (PwC) , que asegura que el coste generado por las huelgas en el control del tráfico aéreo dentro de la Unión Europea entre 2010 y 2017 asciende a 13.400 millones de euros. Desde 2005, el Viejo Continente ha sufrido unas 357 huelgas de este tipo. Entre ellas, 254 han ocurrido en Francia.
El modelo español
Como respuesta, las aerolíneas europeas han puesto en marcha distintas medidas de presión en los últimos meses para reclamar «una reforma del sistema de gestión del tráfico aéreo». Sobre todo del francés. En mayo, la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) propuso que controladores extranjeros se hicieran cargo del control aéreo de Francia. Dos meses más tarde, cuatro aerolíneas ( IAG, Ryanair, EasyJet y Wizz Air ) denunciaron al país galo por las huelgas de sus controladores.
España ha sido víctima colateral de estos conflictos, ya que muchos de los vuelos desde o hacia el país tienen que atravesar el espacio aéreo francés. Como resultado, según las cifras de Eurocontrol Barcelona-El Prat fue el quinto aeropuerto europeo que más retrasos registró en octubre. Adolfo Suárez-Madrid Barajas ocupó la décimo tercera posición.
Pese a no haber habido conflictos reseñables, también en nuestro país se ha abierto el debate sobre la estructura que debe regir el control aéreo. En un reciente informe, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) propone avanzar en la liberalización de las torres de control puesta en marcha hace ocho años. Un proceso que provocó la apertura de doce torres de control en su momento. Una reivindicación a la que se ha sumado la Asociación de Compañías Españolas de Transporte Aéreo (Aceta).
Fuentes del Ministerio de Fomento aseguran que el departamento dirigido por José Luis Ábalos está «estudiando el texto», pero desde el sector aéreo cuestionan que el Ejecutivo vaya a dar un paso tan importante en el contexto de inestabilidad política actual.
¿Y qué opinan de todo este proceso los controladores? Consideran que es una «polémica» puesta en marcha por las aerolíneas «para maximizar sus beneficios» y que una hipotética liberalización «tendría consecuencias». Fuentes de Unión Sindical De Controladores Aéreos (USCA) señalan que la apertura del espacio aéreo «no es un proceso que esté sobre la mesa» porque «el sistema español es uno de los más eficientes de Europa». «Todos sabemos la situación que hay en Francia con el transporte», apuntan.
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